Algo breve sobre traición y prevaricación. Por Juan Chicharro Ortega
09 de septiembre de 2019 por Redacción FNFF
Escribo hoy, si quieren verlo así, de una forma críptica, sobre dos términos estrechamente ligados aún siendo diferentes pero en esencia muy similares pues ambos implican quebrantar la lealtad debida o fidelidad a alguien o a algo, por ejemplo a la verdad.
El término traición procede etimológicamente de la palabra latina traditio. Traición significa también defraudar a familia, amigos …y también al agradecimiento debido a quien se le debe mucho. Y en latín “Traditor” es el que entrega a alguien y el paradigma es Judas Iscariote que entregó como es conocido a Jesús de Nazaret por 33 monedas. Desde siempre la traición fue considerado un hecho deleznable hasta el punto de que Dante Aligheri en “la divina comedia” sitúa en el noveno infierno a los traidores.
Y entendemos como prevaricación cuando alguna autoridad, fundamentalmente un juez o servidor público, dicta una resolución a sabiendas de que es injusta y arbitraria. Es un delito tipificado como tal.
Traición y prevaricación son términos distintos pero evidentemente ligados toda vez que como ya he dicho antes tanto en la traición como en la prevaricación lo que se hace es quebrantar la fidelidad a algo y por supuesto fallar contra la verdad evidente entra en este ámbito.
La historia de traidores y prevaricadores que encontramos en la historia es larga y prolija; así es por desgracia la naturaleza humana. Por supuesto en España también y en nuestros días quizás aún más toda vez que la carencia de principios y el relativismo moral que se ha impuesto en nuestra sociedad han hecho que lo que antiguamente eran actitudes vergonzosas hoy sean vistas con mucha laxitud y parsimonia.
En la historia, y por supuesto en la guerra, no hace falta citar la cantidad de batallas perdidas por traiciones impensables.
No obstante, no huelga recordar que la historia siempre tiende a repetirse y que, aún hoy, cuando la fidelidad vuela al viento más caprichoso, los Audax, Ditalcos y Minuros, que traicionaron a Viriato, siguen encontrándose, tarde o temprano, con su Quinto Servilio Cepión, que sereno pero inflexible, repite aquellas aplastantes palabras que aún resuenan : “Roma traditoribus non praemiat” y no tengo dudas de que muchos acabarán - según sean sus acciones o decisiones - en el noveno infierno de Dante.
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