El Museo del Ejército: Segunda Parte
25 de febrero de 2014 por Redacción FNFF
El Museo del Ejército: Segunda Parte
2ª PARTE:
LA REMODELACIÓN DEL ALCÁZAR PARA INSTALAR EL MUSEO

Para acondicionar el alcázar de Toledo con el objetivo de instalar en él el Museo del Ejército,hubo que hacer obras en el mismo.

La más compleja fue la realizada en la fachada norte, la correspondiente a la entrada principal del palacio,obra de Covarrubias. Se iniciaron las excavaciones en la calle Alféreces Provisionales. Se trataba de construir un adosado semisubterráneo en el que ubicar las dependencias secundarias: Acceso y vestíbulo, cafetería, oficinas, almacenes, talleres, auditorio, exposiciones temporales... Buena parte de ese espacio no es accesible para el público.
Hasta el momento, esa zona de la calle estaba ocupada por la plataforma de acceso al alcázar y un pequeño jardín.

Pronto hubo que detener las tareas, al encontrar en el subsuelo abundantes restos arqueológicos. Se efectuaron entonces trabajos para poner al descubierto lo hallado,vestigios de construcciones anteriores: Hay hallazgos que se remontan a la Edad del Bronce, que indican que el lugar estuvo habitado y cumplió funciones defensivas desde el origen de su población.
Hay restos romanos: una cisterna y un desagüe. Estas estructuras han tenido que ser seccionadas para alojar los pilares del nuevo edificio.
Hay también restos visigodos: una dovela y dos sillares decorados (uno de ellos quizás romano reutilizado), integrados en un muro islámico.



A un nivel superior, y por lo tanto lo primero que se halló al empezar la excavación, hay una caseta de obra sempleada a comienzos del siglo XVI por los canteros del emperador que trabajaban en la construcción del alcázar moderno. A esos años corresponden también unas covachuelas que debieron ser locales comerciales.

Terminados los trabajos arqueológicos se decidió integrar los hallazgos en el nuevo edificio, dejándolos visibles en su mayor parte. Sobre ellos se levantó la ampliación. Que ha resultado ser una especie de bunker que no gusta a nadie. La fachada es fea, oficinesca, moderna, un muro de aglomerado forrado con chapas de piedra, un paredón liso y blanquecino, con una estética completamente distinta a la del alcázar y que modifica la imagen del entorno.

La hermosa fachada de Covarrubias ha quedado convertida en techo de esta mole. Esa azotea podría ser una plaza, una explanada desde la que, al menos, se pudiera contemplar el viejo pórtico. Pero no hay acceso público a ella, así que la portada plateresca ya sólo es visible para los privilegiados.
Esta fachada, que da a la plaza de Zocodover, es el acceso al nuevo Museo del Ejército o de la Historia Militar de España. Superado el muro, se penetra en una zona fría y funcional de control e información. Imbricada en ella, hay un gran espacio en el que se pueden ver las ruinas recién descubiertas. Hay también pasarelas y escaleras mecánicas. Por unos desolados pasillos se llega a una primera puerta que da acceso a “La Historia del Alcázar”.
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