Juan Vázquez de Mella, pensador católico tradicionalista
15 de marzo de 2013 por Redacción FNFF
Juan Vázquez de Mella, pensador católico tradicionalista
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Cuando Llauder fundó en 1888 El Correo Español, en Madrid, se fijó en la figura del joven periodista asturiano y lo presentó como una nueva esperanza. Navarra lo eligió diputado a Cortes a los veintinueve años y desde 1893 hasta 1919, descontados los que funcionaron de 1900 a 1905, periodo que estuvo parte emigrado en Portugal, parte retirado en Filgueira consagrado al estudio, perteneció a todos los parlamentos representando a Aoiz, Estella y Pamplona.

Su papel histórico fue, fundamentalmente, el de la renovación del Carlismo, maltrecho desde el fracaso de 1876. En Vázquez de Mella encontraron el soporte intelectual que recogiera, ordenara y sistematizara el disperso ideario Carlista para condensarlo en un cuerpo doctrinal traducido en programa político; fue, en síntesis, el que dio carácter científico al Carlismo. Pero su tradicionalismo es elevado a un exponente máximo bajo la influencia del pensamiento de Balmes, Donoso Cortés y otros pensadores; pero de manera esencial, por la doctrina social de León XIII.
Vázquez de Mella era germanófilo, lo que le condujo a una sonada separación con el pretendiente Carlista Jaime de Borbón, que era aliadófilo. Jaime de Borbón, que había estado confinado por los austriacos en su castillo cercano a Viena, publicó en 1918 un manifiesto dirigido a los tradicionalistas españoles desautorizando a los que hubiesen exteriorizado sus sentimientos germanófilos. Vázquez de Mella se sintió desautorizado por el pretendiente, lo que le llevó a alejarse del Carlismo para fundar el Partido Católico Tradicionalista, que celebró su primer acto público el 11 de agosto de 1918 en el casino de Archanda, desde el que propugnó los grandes ideales que impregnaron toda su vida: Tradición, Catolicismo, Patria, Monarquía.
A Mella le fue ofrecida una cartera ministerial en dos ocasiones: una de joven, en los ensayos unionistas de Cánovas y otra, al final de su vida, en el gobierno nacional que presidiría Maura. En ambos casos rehusó. El 29 de mayo de 1924 en el Teatro Real de Madrid pronunció su último discurso: Divinidad de la Iglesia Católica.

Gran conocedor de los avatares históricos del siglo XIX, se enfrentó a la masonería y presentó a las Cortes de Madrid una vigorosa petición solicitando que fuera declarada ilegal, facciosa y traidora a la Patria, quitando de los empleos públicos a los masones. Participó en el Congreso antimasónico de Trento en 1896.
Las ideas centrales en su pensamiento eran la tradición, la monarquía, la unidad de España a través del regionalismo y del foralismo y la concepción orgánica de la sociedad donde se reclama la soberanía no para el Estado sino para la sociedad a través de sus organizaciones naturales: la familia, el municipio, la región. Su pensamiento influyó en José Antonio Primo de Rivera y otros líderes falangistas.

Su salud se fue resquebrajando y, a principios de 1925, sufrió la amputación de una pierna. Desde entonces apenas se movió de su modesto piso del Paseo del Prado. Unos meses antes de su fallecimiento realizó una de sus principales obras: Filosofía de la Eucaristía. Sus obras completas están recogidas en una treintena de volúmenes. Falleció en Madrid, el 26 de febrero de 1928.
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