La otra memoria
21 de noviembre de 2013 por Redacción FNFF
La otra memoria, por José María García de Tuñón Aza
José María García de Tuñón Aza
Días pasados la gran mayoría de los medios de comunicación españoles han estado alborotados a causa de que la izquierda ha vuelto a resucitar el viejo fantasma del traslado de los restos de Franco que están donde están porque así lo ordenó el rey de España. La izquierda tampoco quiere desaprovechar la ocasión de citar a José Antonio Primo de Rivera y para ello dicen que lo cambien de lugar.
No solamente no quedaron conformes con haberlo asesinado sino que quieren señalar ellos el sitio donde reposen los restos de este hombre que nada tuvo que ver con la Guerra Civil y si no que lo demuestren, pero antes recomiendo que lean al masón que fue jefe de Gobierno Diego Martínez, Barrio, al cenetista Abad de Santillán, al propio Azaña, incluso me atrevería citar a Largo Caballero que negó, por vergüenza pues sabia que se iba a cometer un crimen, haber firmado el enterado cuando sí lo había firmado, según otros testigos de aquel Consejo de ministros.
Los restos de ambos, solamente sus familiares son los únicos que pueden dar la autorización debida para cambiarlos de sitio o llevarlos a otro lugar. De todas las maneras a mí no me puede sorprender más ese interés cuando los que piden lo que están pidiendo no pisan una iglesia y si lo hacen se corre el riesgo que pase lo que pasó en mayo de 1931 (quema de conventos) o en octubre de 1934 (revolución de Asturias) donde se profanaron varias tumbas, entre ellas la de Zoila San Román López, enterrada en Valdecuna (Mieres), para andar a patadas con su cráneo hasta que se cansaron y después asesinar al cura de aquella parroquia, que ningún daño había hecho, Manuel Muñiz Lobato primera víctima de la Revolución. Una vez cometido el crimen saquearon la casa y quemaron todos los libros que encontraron. Sería el prólogo del incendio de otras bibliotecas que acabaron bajo el fuego provocado por los revolucionarios.

Pero esta discriminación no es nueva porque además de no dársela a quien la merecía se la han quitado, por culpa de la Ley Histórica, maquiavélico invento del falso Rodríguez Zapatero, el peor presidente de Gobierno que tuvo España a lo largo de toda su historia, se la han quitado a muchos que sí la merecían. En Oviedo, por ejemplo, llegaron a querer quitársela a Calvo Sotelo asesinado por la escolta de Indalecio Prieto. También quisieron quitársela al catedrático Yela Utrilla porque había sido falangista. En la villa de Mieres se la birlaron al diputado de la Ceda y vicepresidente de Editorial Católica, el asturiano Bernardo Aza, asesinado en Madrid. Al quitar su nombre, arrancaron una hoja de la historia, son palabras, que utilizó, hasta algo poéticas, el actual alcalde de la villa Aníbal José Vázquez, de IU, cuando descubrieron una placa en recuerdo de uno de los protagonistas de la Revolución de Asturias, Manuel Grossi. Pero ¿en dónde estaba Vd.. señor alcalde, el día que desapareció del callejero de Mieres el nombre de Bernardo Aza? Mientras el corregidor de aquel triste día, Vital Álvarez-Buylla, cuyo rencor anidaba en el corazón de muchos ediles, el hospital de Mieres lleva hoy su nombre. Es, la otra memoria.

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