Ha fallecido Julio Iranzo Domínguez

Este pasado sábado 23 de abril ha fallecido, tras una rápida enfermedad y rodeado de su familia, Julio Iranzo Domínguez. No solamente era miembro de nuestra Fundación, sino que fue uno de sus primeros impulsores. Se va uno de los últimos supervivientes entre las personas que ocuparon cargos de responsabilidad en el Régimen de Franco, al cual ha guardado fidelidad inquebrantable hasta el final.

Nacido en Madrid en 1930, Julio Iranzo era un buen exponente del alto nivel de las clases dirigentes del Régimen del 18 de Julio. Doctor en Derecho, miembro del Cuerpo Jurídico Militar del que se retiró con el empleo de coronel, profesor mercantil y destacado empresario, fue un servidor público con elevadas prendas en los campos más variados. No solamente reunía las cualidades de jurista y militar, algo relativamente frecuente en las elites políticas de la era de Franco, sino que era un hombre con una notable formación humanística ―tenía gran interés en la filosofía y en la historia de España― y un auténtico apasionado de las matemáticas, lo cual estaba asimismo relacionado con su condición de exitoso hombre de negocios. De hecho, en el texto de una entrevista concedida durante la Transición a Pedro J. Ramírez, este lo definía como “obviamente una equilibrada mezcla de político y ejecutivo”.

Si Julio Iranzo ostentó importantes responsabilidades en el campo de las finanzas, como la vicepresidencia del Banco Hipotecario, fue en los cargos institucionales donde sintió más realizada su auténtica vocación. No llegó a desempeñar puestos ministeriales, aunque estuvo cerca en al menos dos ocasiones, pero sí fue sucesivamente gobernador civil de las provincias de Cuenca y de Guipúzcoa. Es necesario aquí recordar la importantísima categoría política que tenía la figura del gobernador civil en la España de los siglos XIX y XX, al ser el máximo representante del Gobierno en la única unidad territorial administrativa superior al municipio, dotado de toda la fuerza y autoridad del Estado, en especial en materia de orden público. En la era de Franco, además, el gobierno civil tenía aún más trascendencia política si cabe, ya que llevaba aparejada la respectiva jefatura provincial del Movimiento-organización.

La etapa de Cuenca (junio 1968-enero 1970) se caracterizó por la tranquilidad, al tratarse de una provincia predominantemente rural y marcadamente no conflictiva. Hasta tal punto era así que, cuando el estado de excepción de ámbito nacional de enero de 1969, Julio Iranzo rechazó la sugerencia de arrestos preventivos que le hizo en llamada telefónica personal el ministro de la Gobernación Camilo Alonso Vega, por no existir antifranquistas activos en toda la provincia. Muy distinto sería su siguiente destino, Guipúzcoa, de la que fue gobernador civil de enero de 1970 a enero de 1972.

En comparación con otras provincias, la conflictividad en Guipúzcoa era máxima en aquellos años. Eran los tiempos en los que la banda terrorista marxista-separatista ETA se estaba articulando como la organización que provocaría el terror generalizado de las décadas siguientes. La estancia de Julio Iranzo en la provincia coincidió con acontecimientos como el incidente de Elósegui en el frontón Anoeta en presencia de los propios Franco e Iranzo, y sobre todo con el proceso de Burgos. Era también una época de intensa crisis posconciliar de la Iglesia, especialmente aguda en las Provincias Vascongadas, hasta entonces profundamente religiosas, pero con un clero crecientemente implicado en actividades subversivas y aun terroristas, y con obispos como Monseñor Jacinto Argaya, cuya debilidad equivalía en la práctica a complicidad con los sacerdotes separatistas y proetarras de la diócesis.

Julio Iranzo fue un hombre de ley y orden, absolutamente firme, al que en ningún momento se escapó el control de Guipúzcoa. En aquellos años, la provincia siguió siendo, con gran diferencia, una de las más ricas de España, y solamente más tarde, después de su salida, quedaría sometida durante décadas al terror de la ETA y de sus cómplices. A Julio Iranzo tampoco le tembló la mano al enfrentarse a los sectores progresistas-separatistas del clero, y fue únicamente tras dejar su cargo cuando José María Setién fue nombrado obispo auxiliar de San Sebastián. En esta etapa como gobernador de Guipúzcoa   pudo contar con la cooperación del presidente de la Diputación Provincial, Juan María de Araluce, que años después sería vilmente asesinado por la misma ETA.

En la Transición tuvo Julio Iranzo un cierto protagonismo al ser uno de los grandes impulsores de Alianza Popular, que se fundó en octubre de 1976 en su propia casa y de la que fue el primer secretario general. Es muy significativo que, en esa coalición encabezada por los que llamaron “los siete magníficos” por ser varios de los más brillantes ministros del Régimen, fuese Julio Iranzo el aglutinante de todos ellos en segundo plano. Y es que tuvo una relación cercana con la mayoría de las figuras destacadas de las últimas décadas del Régimen, siendo gran amigo de, entre otros, Gonzalo Fernández de la Mora y Federico Silva Muñoz. Con ellos colaboraría en las décadas siguientes en el desarrollo de la sobresaliente empresa intelectual que ha sido la revista Razón Española.

Católico ortodoxo y practicante, patriota ferviente, orgulloso de su condición de militar español, si algo ha caracterizado la trayectoria de Julio Iranzo ha sido la fidelidad a los ideales del Movimiento Nacional y su lealtad al Régimen del 18 de Julio. El mismo José Utrera Molina, que algo sabía de estas virtudes, lo describió en sus memorias políticas como “antiguo gobernador de Guipúzcoa, de acreditada lealtad al régimen y uno de los pocos que valientemente y con plena dignidad ha conservado la rectidumbre de su lealtad cuando eran muchos los que a su alrededor daban prueba de una vergonzosa claudicación”.

En la biblioteca de su casa, sencilla, elegante y digna, con estanterías repletas de libros en las cuatro paredes, solamente destacaba una gran fotografía sobre una mesa. En ella aparecían, en la cubierta del yate Azor en la bahía de la Concha de San Sebastián en 1970, el propio Julio Iranzo junto con el Generalísimo Franco. Al señalar esa fotografía, don Julio decía de sí mismo: “Ahí estoy junto a mi Capitán”.

Por estas pruebas de amor a la Patria, por sus servicios al pueblo español en el ejercicio de sus mencionadas responsabilidades públicas, y por su contrastada lealtad a los ideales del 18 de Julio y a la figura de Francisco Franco, lo nombramos en 2014 Caballero de Honor de nuestra Fundación. Nos comprometemos públicamente a conservar su memoria como la de tantos españoles que sirvieron al Régimen de Franco. Ahora solamente nos queda encomendar su alma a Dios, transmitir nuestras condolencias a su familia, y rogar a los miembros y amigos de la Fundación que acudan a la misa por su eterno reposo, que anunciaremos en esta página. Descanse en paz.

El funeral por su eterno descanso será el martes 3 de mayo a las 18h30 en la Parroquia de San Agustín (c/Joaquín Costa, 10, Madrid).


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