Manuel Acosta, historiador: «Lluís Companys es, como mínimo, responsable de 8.352 asesinatos». Por Yolanda Canales.

Por Yolanda Canales.

El Debate

Ha presentado El libro blanco de la historia de Cataluña, que pretende desmontar algunos de los tópicos del independentismo.

Manuel Acosta es licenciado en Geografía Historia por la Universidad de Barcelona. Y también ha ejercido la docencia durante más de 25 años en Cataluña. Por este motivo, asegura, sabe del sesgo con el que se explica la historia en esta comunidad autónoma, un sesgo que ya recogen los propios libros de texto. Ha explicado a El Debate que decidió escribir este libro para luchar contra el pensamiento que imponía el independentismo, y especialmente después del referéndum ilegal del 1 de octubre. Actualmente es diputado de Vox en el Parlament
Es un libro ligero, de pregunta-respuesta. ¿Ha pensado en los jóvenes, para que les sea más fácil llegar a ellos?
–Sí, en buena medida. Y es que no está muy de moda leer grandes compendios, libros voluminosos, y como cuesta un poco y vivimos en ese mundo de la inmediatez, pensé que una forma adecuada para transmitir ese mensaje, es con este formato como si fuera un catecismo, de pregunta respuesta. Con un enunciado breve y respuesta en 3-5 líneas.
¿Por qué este libro?
–Parte de una idea que me surgió en 2017, el lamentable año en que tuvieron lugar los dramáticos sucesos del llamado procés, del golpe de estado independentista. Aquello me produjo una pena enorme, todo aquello que tuvimos que vivir. Y quise luchar aportando mi granito de arena. Entendí que podía ser interesante escribir sobre la verdadera historia de Cataluña, intentando ser lo más objetivo posible, siempre con ese propósito y de una manera divulgativa, pero al mismo tiempo aportando una serie de documentos y fichas bibliográficas, para que, el que quiera abundar sobre los distintos temas, lo pueda hacer sin problemas.
Habla de explicar la historia de Cataluña lo más objetiva posible. Desde luego eso es algo que en las escuelas catalanas no se suele hacer. Se denuncia a menudo que se ofrece una versión sesgada de la historia
–Tenemos multitud de ejemplos de cómo se ha tergiversado la historia, desde los orígenes de Cataluña, pasando por la Corona de Aragón, o por el 11 de septiembre de 1714, llegando hasta la Guerra Civil. Ese es el adoctrinamiento que hay en las escuelas y sé de lo que hablo, porque durante 25 años he ejercido la profesión de docente en secundaria y bachillerato. Y he visto cómo se inculca esa visión sesgada de la historia de Cataluña en estos episodios a los que me he referido, pero desde luego en muchos más.
Repasemos algunos de esos sesgos. ¿Cuándo nació Cataluña? Si se oye a un independentista parece que es casi desde el principio de los tiempos
–Son especialistas el señor Cucurull y compañía, del Institut de Nova Història, en hacer interpretaciones muy sui generis. El origen de Cataluña lo tenemos que relacionar absolutamente con España. En el momento en que nace el Reino Visigodo, de Tolosa primero y de Toledo después, cuando ya podemos hablar de España como entidad política, unida y soberana. Y dentro del territorio del Reino Visigodo, está Cataluña como una parte inseparable y esencial de ese reino. Ahí está el origen y no está en otros supuestos como nos han intentando vender los nacionalistas desde hace mucho tiempo. Yo me acuerdo de la campaña que en 1987 orquestó el Parlament para vendernos que, al año siguiente, en 1988, se cumpliría el milenario del nacimiento de Cataluña. Eso es una falacia absoluta porque el conde de Barcelona, Borrell II, que lo era, pero sólo de unos condados y no de toda Cataluña, no rompió el juramento de vasallaje con el rey francés, Hugo Capeto, ni mucho menos. Porque el hecho de que no se conserve un documento expresamente que diga que renueva el vasallaje, no quiere decir que haya declarado la independencia, porque no hay un solo documento que recoja la ruptura de Borrell II con el rey francés.

El nacionalismo en Cataluña, sólo a partir de finales del siglo XIX

Y ya que habla de independencia, se nos presenta habitualmente esa imagen de una Cataluña intentado independizarse de España continuamente
–Nada más lejos de la realidad. El nacionalismo, el sentimiento nacionalista nunca ha existido en Cataluña, nunca. Ha aparecido a finales del siglo XIX como consecuencia de este movimiento intelectual, cultural, artístico, literario, que conocemos como el Romanticismo, que como se fundamenta en la exaltación de los sentimientos por encima de la razón y de la realidad, interpreta y hace una revisión, muchas veces torticera, de ciertos aspectos y en todos los ámbitos de la vida. Por eso a finales del XIX algunos autores, literatos o historiadores, como Pròsper de Bufarull, empiezan a reinterpretar la historia, con ese sesgo de intentar demostrar que los condes medievales eran independientes, cuando no lo eran, eran vasallos del rey de Francia. Pero también hay otros episodios de la historia de Cataluña que los desfiguran completamente. Pero, en definitiva, el nacionalismo nunca ha existido en España y en Cataluña, sólo encontramos su origen a finales del siglo XIX y se va desarrollando en el siglo XX.
¿Entonces cómo se explican esos mártires que murieron por la patria?
–Se explican con esa tergiversación de la que hacen gala y de la que son maestros los sucesores de aquellos primeros nacionalistas del siglo XIX. Pongamos un caso. Podríamos hablar de Rafael Casanova. Si yo pregunto un día, si hacemos una encuesta sobre cuál fue la suerte final de Rafael Casanova, que era conseller en cap, el alcalde de Barcelona de la época de 1714 el famoso día del 11 de septiembre, la mayoría nos contestaría que fue ejecutado, que fue encarcelado, que se le requisaron sus bienes, por parte de Felipe V, el malvado Rey. No creo que me equivoque si digo que la mayoría respondería que esto es así. Pues bien, Rafael Casanova murió a los 80 años, muchos años después de 1714 en Sant Boi, ejerciendo su profesión de abogado, con toda la tranquilidad, gracias a la Paz de Viena de 1725, porque a todos los que participaron en la rebelión de 1714 se les devolvieron sus bienes y sus dignidades.
Y ya que hablamos de la Diada. ¿Exactamente qué es lo que representa?
–Esta es otra. ¿Qué es lo que representa? Es el último episodio de una guerra civil que se vivió en España, en toda España, que tuvo su repercusión en el ámbito internacional y lo que se dilucidaba era quién tenía que ser el sucesor del rey de España Carlos II. O bien era el archiduque Carlos, que tenía sus derechos legítimos en la sucesión; o bien Felipe V, que venía de la casa de los Borbones, que también tenía derechos sucesorios. En definitiva, se estaba librando una batalla por decidir quién sería el rey de España, no que Barcelona o Cataluña fuera independiente. En ningún caso se estaba discutiendo eso. Pero nos vende la Generalitat y el departamento de Educación, y también algunos medios de comunicación, una visión tergiversada diciendo que en 1714 Cataluña quería la independencia, independizarse de España. Nada más lejos de la realidad. Incluso hay un bando famoso, el último esfuerzo de Rafael Casanova para que los ciudadanos de Barcelona repeliesen el asedio de Felipe V y dice: lo hacemos por la libertad del Rey y de toda España.
Muy independentista no era Rafael Casanova, aunque ahora se le ponga flores cada 11 de septiembre
–Si levantara la cabeza el pobre, volvería a morirse, sí.
Y 1714 es la fecha que tienen grabada a fuego los independentistas porque dicen que ahí comienza la represión de Cataluña. Vamos, que lleva reprimida desde entonces
–Para refutar eso, hay un dato claro. Barcelona en ese año tenía una población en torno a los 30 mil habitantes. A final de siglo, en poco menos de 90 años, la ciudad consiguió tener más de cien mil. Un territorio oprimido, ofuscado, saqueado impositivamente, sin ley, sin orden, sin derechos, etc, difícilmente podría presentar estas cifras de progreso demográfico que conllevan también un progreso económico.

«Es mentira lo de la Corona catalano – aragonesa»

Y otro de las referencias que se suele repetir y que aparece a menudo en libros de texto son las de la Corona catalano – aragonesa. ¿Por qué? ¿Verdaderamente existió con esa denominación?
–Te lo encontrarás en todos los manuales de historia de secundaria. Es mentira. No puede ser un fallo de una editorial. Eso es tendencioso, esto está hecho a propósito. Existió la Corona de Aragón. No hay un sólo documento durante el período de vigencia de la Corona de Aragón que aparezca la denominación de Corona catalano-aragonesa. Ahora, si hay algún historiador que en una búsqueda incesante consigue dar con un documento y que así lo recogiera, le agradecería que me lo hiciera saber. Pero no existe. Existe Corona de Aragón, en otros documentos se habla del Casal de Aragón o Corona Regne Aragonium, o Regum Aragoniae, o Corona Regia, pero en ningún caso esa denominación. Y no puede aparecer porque la primera denominación de Cataluña como tal, no es hasta 1176.
Hasta entonces, cuando ya hace mucho tiempo que ha funcionado la Corona de Aragón, no aparece un documento con ese término. Y, en segundo lugar, cuando se fusionan algunos de los territorios de lo que actualmente es Cataluña, que son los dominados por el conde Ramon Berenguer IV, es cuando se casa con la hija de rey de Aragón, Petronila, en 1135. Y, en cualquier caso, no se incorpora Cataluña a la corona de Aragón, sino unos cuantos condados, no todos. En tercer lugar, cuando el rey de Aragón, el que tiene categoría de rey, le transmite el trono a su hija, Petronila, no se lo transmite a Ramon Berenguer VI.
Lo único que le cede es el gobierno de la Corona de Aragón. Pero vamos, que en ningún documento existió esa denominación y no es lo mismo un conde, que un rey. Por lo tanto, no se anexionó todo el territorio de lo que es Cataluña, y ni se podría denominar así.
Tampoco hace falta irse tan lejos para encontrar más ejemplos de tergiversación. Ahí está la guerra civil y la figura de Companys
–El tema de la Guerra Civil es muy controvertido, sobre todo ahora, con las leyes de imposición de una visión única sobre distintos episodios de nuestra historia. Lo que podría decir al respecto, es que lo mismo que pasó en el resto de España, pasó aquí en Cataluña. Y eso es señal inequívoca de que Cataluña es España. Es decir, hubo un enfrentamiento fratricida entre la mitad de los catalanes, contra la otra mitad. Por mucho que nos venda la historiografía oficial, la del régimen, que no, que aquí en Cataluña era monocolor, de color rojo, digamos. Pues no, hubo tantos ciudadanos de un bando como de otro, que se enfrentaron en esa guerra fratricida. Y hubo muchos ejemplos. Uno de ellos son los famosos Requetés del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, que estaba configurado solamente por catalanes, más de dos mil pasaron por sus filas, luchando a favor de un bando y en contra del otro.
Y luego, como decía, está la controvertida figura de Companys, al que algunos independentistas quieren beatificar
–Desde luego es así, aunque tenía las manos manchadas de sangre. Él es el máximo responsable durante ese periodo, en el que se produjo una verdadera persecución no sólo a la Iglesia sino a todo aquel que disentía de sus posiciones izquierdistas y de su anticlericalismo, y, en definitiva, de las posiciones que no fueran las propias de los que gobernaban esa etapa en la Generalitat de Cataluña. Él, además, se arrogó la competencia de justicia, que no le competía según la constitución de 1931. Pero se la arrogó. Y por eso podemos decir que este señor es como mínimo el responsable de 8.352 asesinatos con nombres y apellidos. Y según otros autores, como Solé i Sabaté, se puede subir a la cifra de 14.886. Es una triste realidad.
Le preguntaba al principio por qué ese libro. Y para acabar le pregunto: ¿por qué ese título? El libro blanco de la historia de Cataluña.
–El blanco es el color que carece de matices. No hay ningún matiz. Eso es lo que nos ha motivado, la búsqueda de la verdad, la más objetiva posible. Y, en cualquier caso, nos ha movido aquella sentencia de Cicerón: «La historia es verdaderamente testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida y mensajera de la antigüedad». Es decir, muchas veces necesitamos tener un referente para que nuestras acciones se encaminen hacia el bien, la verdad y la belleza.
 
 

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