El túnel de la muerte, por María del Pilar Pérez García

María del Pilar A. Pérez García

Historiadora

 

          En 1937, Madrid era zona roja pero, a su alrededor, se encontraban los nacionales, por lo que la 36ª Brigada Mixta, su comisario político, junto a mandos militares que se encontraban en el barrio de Usera, a las afueras de Madrid, puestos de acuerdo con la organización comunista madrileña, urdieron un horrible negocio, consistente en atraer a dicho lugar a personas que se sentían perseguidas y a las que se les ofrecía un hipotético camino, de fácil acceso, a la zona nacional, previo pago de una fuerte suma de dinero e instándoles a que llevaran encima cuanto dinero, joyas y objetos de valor pudiesen, aprovechando la seguridad y comodidad de la evasión. Lo que ocurría, en verdad, era que cuando les llevaban al lugar acordado del barrio de Usera, se les encerraba en unas bodegas, durante cuatro o cinco días, momento en que se les robaba, torturaba y, finalmente, se les asesinaba.        

                   Todo esto fue realizado, de acuerdo con los mandos de la 36ª Brigada Mixta, por los Capitanes Juan Cabrera, de dicha Brigada, y Casimiro Durán Muñoz del S.I.M., que para unos era del Estado Mayor y para otros de Sanidad Militar. Fingían pertenecer a la causa nacional y así, junto a sus enlaces, conseguían engañar a muchas personas, algunas de las cuales, incluso, estaban ya refugiadas en Embajadas y Legaciones extranjeras, para que se sumaran a las expediciones que se realizaban para cruzar a zona nacional a través de Usera, lugar próximo al frente.

            Cuando estas expediciones, (de las que se tienen conocimiento de ocho y que se realizaban con un intervalo de dos o tres días), llegaban al lugar de destino, las víctimas eran conducidas a un chalet que servía de oficina al tal Cabrera que, además de convencer en Madrid a las víctimas y preparar las expediciones, era también el jefe de Información de la Brigada… vamos, todo un personaje. Dentro del chalet se producían los hechos. Tenía una bodega con largas galerías, donde permanecían los detenidos durante cuatro o cinco días, con constantes interrogatorios y martirios en presencia del comandante del 142 Batallón, Juan Ruiz Llamas, y de varios oficiales y milicianos incondicionales del mando rojo, para sacarles toda la información posible, como el santo y seña que tenían que dar para que sus familiares supieran que habían llegado a buen puerto, etc. Antes habían sido despojados de todo su dinero, alhajas y objetos de valor que llevaban encima. Después de la tortura, estas personas eran asesinadas junto a la tapia del edificio, siendo enterradas, amontonadas, en unas fosas preparadas al efecto en aquel mismo lugar. El dinero y objetos de valor eran recogidos y trasladados a Madrid por los agentes comunistas y repartidos entre ellos. Se sabe que un reloj de oro perteneciente a una de las víctimas fue hallado por las autoridades nacionales en poder de uno de los asesinos, llamado Gregorio Caballero.

           Entre las víctimas se encuentran tres familiares míos: Laureano Miró y Barbany (24 años, aparejador), su hermano Luis Miró y Barbany (22 años, también aparejador) y Joaquín Lopetedi Miró (17 años, estudiante). Los dos primeros eran hijos de Montserrat Barbany y de José Miró Trepat, y el tercero era hijo de Teresa Miró Barbany, hermana de los anteriores y nieto, por tanto, de José Miró Trepat. Los tres fueron llevados a las bodegas del túnel de Usera con todas las joyas y bienes de la familia y amigos, que les habían confiado para que las pasaran a zona nacional con ellos.

            Una vez allí los intentaron emborrachar diciendo que había que celebrar su paso a la otra zona. De esta forma pretendían sonsacarles la contraseña que habría de darse al llegar al otro bando, que era: “los tres Jeremías bien”. Se da el caso de que la contraseña la daba el general Queipo de Llano por Radio Nacional cuando se suponía que habían llegado los fugados. Al no conseguir emborracharlos fueron torturados y, finalmente, asesinados. Laureano lo fue en la primera tanda.

          Estos expolios y crímenes acabaron gracias a Teresa Miró Barbany. Cuando vio que no habían llegado a zona nacional ni sus hermanos ni su hijo, se fue a ver al general Queipo de Llano. Cuando Queipo se dio cuenta del engaño, sus gritos se oían desde la calle de lo indignado que se puso. Fue el mismo Queipo el que avisó por la radio de lo que se estaba haciendo en el túnel de Usera y fue él mismo el que lo bautizó como “El túnel de la muerte”.

          El 29 de octubre de 1939, los doctores Piga y Aznar realizaron un dictamen, en representación de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, en donde se consigna que de los 67 cadáveres exhumados después de la liberación de Madrid, en las fosas de Usera, la mayoría habían muerto a consecuencia de disparos de arma de fuego, si bien algunos de ellos presentaban síntomas de asfixia o de estrangulamiento, apareciendo uno de los cadáveres con el cuello rodeado de una cuerda en forma de lazo. Casi todas las víctimas presentaban las manos fuertemente atadas. De estos cadáveres sólo 26 pudieron ser identificados por los respectivos familiares en 1940, e inhumados en una de las galerías que tenía la bodega. Se cree que pudieron ser asesinadas muchas más personas, hasta cerca de doscientas, pero no se pudieron encontrar o identificar más.

           Mi bisabuela Adela Miró Nadal y su hermana Odila tuvieron que identificar a sus primos hermanos. Según cuenta Odila Miró Nadal, fue espantoso. No quiso contar en el estado en el que los habían dejado, pero fue una verdadera canallada. Además, recuerda que el olor era insoportable, y que se les quedó impregnado en el cuerpo y las ropas. Por mucho que se lavaron no desapareció hasta los tres días, y las ropas tuvieron que tirarlas, algo dantesco que no se lo desearía ni al peor enemigo. Los pudieron identificar por los dientes, dado el estado tan lamentable en que se encontraban.

           La lista de víctimas que ha sido posible averiguar, algunas de las cuales se encuentran en la cripta del Túnel de la Muerte de Usera, es la siguiente:

 

  1. Aparicio Gordo, Gerardo.- Estudiante.
  2. Arroquia Ibarra, Antonio.-Teniente de Artillería, aviador.
  3. Bonilla San Martín, Antonio.-Comandante de Infantería.
  4. Camps Burón, Emilio.- Piloto mecánico de aviación.
  5. Cárcer Ruano, Francisco.- Estudiante.
  6. Cárcer Ruano, Jaime.- Ingeniero.
  7. Covián Frera, Enrique.- Abogado.
  8. Cubas y Erice, Francisco.- Marqués de Fontalba y de Cubas.
  9. Dalmau Alecha, Alfonso.- Ingeniero.
  10. Delgado Sánchez, Domingo.- Estudiante.
  11. Delgado Sánchez, Natividad.
  12. Delgado Sánchez, Rodrigo.-Estudiante.
  13. Dehesa Fuentecilla, Manuel de la.- Empleado.
  14. Díaz de Mendoza y Serrano, Fernando.- Marqués de Fontanar y Conde de Balazote y de Lalaig.- Catedrático.
  15. Duque de Estrada y Moreno, José.- Marqués de Casa Estrada.
  16. Espinosa Rodríguez, Ambrosio.- Comandante e ingeniero naval.
  17. García Conde y Menéndez, José.- Abogado.
  18. García de la Mata, Manuel.- Ingeniero.
  19. Garnica y Sandoval, Carlos.- Farmacéutico.
  20. Garnica y Zapatero, José.- Estudiante.
  21. San Gil Coronel, Luis.- Marqués de Peramán.-Ingeniero.
  22. Gil, Joaquín.- Ingeniero.
  23. González Prieto, Fernando.-Fiscal del Tribunal de Casación de Cataluña.
  24. González Ledesma, Fernando.- Abogado.
  25. González Quevedo, José.- Ingeniero.
  26. González Quevedo, Manuel.- Abogado.
  27. Hoces y Cubas, José.- Estudiante.- nieto del Marqués de Fontalba, duque de Hornachuelos.
  28. Ibarra Uriarte, Ramón.- Ingeniero.
  29. Landecho y Velasco, Manuel.- Estudiante.
  30. Lucio y Villegas, Rafael.- Capitán de Corbeta.
  31. Manteola Cabeza, Jorge.- Estudiante.
  32. Martín Gil, Francisco.- Ingeniero, hijo de Armando Guerra.
  33. Martín Sánchez, Dionisio Celestino.- Estudiante, hijo de Nicolasa Sánchez.
  34. Martínez Alonso, Horacio.- Empleado del Banco Hispano-Americano.
  35. Méndez y González Valdés, Ángel.- Abogado.
  36. Méndez y González Valdés, Ignacio.- Catedrático auxiliar.
  37. Méndez y González Valdés, Félix.- Perito Agrónomo.
  38. Méndez y González Valdés, Jesús.- Estudiante de Medicina.
  39. Méndez y González Valdés, José.- Estudiante de Derecho.
  40. Miró y Barbany, Laureano.- Aparejador.
  41. Miró y Barbany, Luis.- Aparejador.
  42. Lopetedi Miró, Joaquín.- Estudiante.
  43. Navarrete y del Solar, José María.- Ingeniero.
  44. Navas Aguirre, Manuel.- Abogado.
  45. Orgaz Benzocana, Eusebio.- Abogado.
  46. Oteiza Arenos, José Antonio.- Ingeniero.
  47. Quilez Sanz, Antonio.- Comandante de Artillería.
  48. Prieto y Prieto, Santiago.
  49. Rivera Ridaura, Valero.- Ingeniero.
  50. Robles Rodríguez, Antonio.- Arquitecto.
  51. Rodríguez Orduna, Ismael.- Canónigo y abogado.
  52. Rodríguez Orduna, José.- Abogado.
  53. Rodríguez Orduna, Fernando.- Maestro nacional.
  54. Rubio Janín, Francisco.- Comandante de Caballería.
  55. Sánchez Hermida, Antonio.- Abogado.
  56. Sánchez Pindado, Serafín.-Sacerdote.
  57. Sánchez Pindado, Nicolasa.
  58. Sanz Pinilla, Juan Antonio.
  59. Solance Beunza, Alfonso.- Teniente de Artillería.
  60. Souceda (no se sabe su nombre).
  61. Tejero del Barrio, Francisco.- Empleado.
  62. Toll Messía, Manuel.- Conde de Cazalla del Río.- Ingeniero.
  63. Uceda Chuvieco Cano, Isidro.- Alférez de Caballería.
  64. Urquijo y Landecho, Estanislao.- Ingeniero.
  65. Urquijo y Landecho, Santiago.- Perito electricista.
  66. Vázquez Lázaro, Pablo.- Ingeniero.
  67. Vegas Pérez, Luis.- Arquitecto.

           El 26 de octubre de 1944, a petición de los familiares de las víctimas, el obispo Leopoldo Eijo Garay autorizó el traslado definitivo de los cuerpos a una parte de la galería original, acondicionada como Cripta, en los sótanos del Convento-Colegio, regentado por las Religiosas Teatinas de la Inmaculada Concepción, que la cuidan y protegen desde entonces, y que se encuentra en la calle Monederos nº 2, del Barrio de Usera. Los nombres de las víctimas están inscritos en lápidas de mármol rosa a ambos lados del recinto, y existe un pequeño altar, al fondo, presidido por un crucifijo colocado en el centro de la pequeña nave y delante de una pequeña rejilla que invita al recogimiento como símbolo de la fe cristiana por la cual murieron. En la lápida de Luis Miró y Barbany está incrustada la Medalla al Mérito en Campaña, que había ganado en la sublevación del cuartel de Guadalajara, del que pudo escapar cuando lo tomaron los rojos y asesinaron a los supervivientes.

           A la entrada del sótano se conserva un trozo de pared original protegido por un cristal, con la inscripción hecha a mano en el yeso por un caído, como humilde testimonio de aquellos momentos tan terribles de desesperación, siendo para todos los creyentes que visitan el lugar, una valiosa reliquia. Esta inscripción la realizó, el 8 de noviembre de 1937, Manuel Toll Messía, que dándose cuenta del engaño al prometerles el paso a la zona nacional a través de un túnel, escribió, seguramente con la hebilla de un cinturón, en la pared de la casa donde le encerraron a traición: “Me han preparado una encerrona y traído a esta casa con otros quince más, espero nos fusilarán, cúmplase la voluntad de Dios. Manuel Toll Messía, Carbonero y Sol 4 Madrid”, estas palabras están llenas de valentía y de fe y fueron decisivas para la resolución de este triste episodio.

           Otras víctimas fueron entregadas a sus familias para ser enterradas en diferentes cementerios, y algunas más fueron trasladadas a Paracuellos del Jarama.

           Es sobrecogedor entrar en ese lugar, ver ese trozo de pared y descifrar las palabras temblorosas de una mano que sabe que pronto estará sin vida y adentrarse en ese pasadizo, lleno de losas de mármol rosa, respirar ese silencio y respeto que merecen las personas que allí reposan, muchas de ellas jóvenes, que vieron truncada su vida por unos desalmados que lo único que anhelaban era acaparar riqueza de una manera fácil y cruel.

         La “reconciliación” y la “memoria histórica” de los ladrones de la Historia y, en último término, de los asesinos de España es la ocultación de este triste suceso acaecido durante nuestra Cruzada de Liberación Nacional.

 

BIBLIOGRAFÍA

– Casas de la Vega, Rafael, “El terror. Madrid 1936”. Editorial Fénix, Serie Máxima, 1994.

– Engel, Carlos, “Historia de las Brigadas Mixtas del ejército popular de la República. 1936-1939”. Almena Ediciones, 1999.

– “Investigado y aclarado un siniestro episodio del Madrid en guerra: el “Túnel de la muerte”, un plan criminal del SIM”. Boletín de la Fundación Nacional Francisco Franco.

– “La dominación roja en España. Causa General”. Dirección General de Información, Publicaciones Españolas, 1961.

– Entrevistas personales realizadas por la autora a María de la Concepción Pérez Miró y a Odila Miró Nadal, familiares directas de tres de las víctimas del “Túnel de la Muerte” de Usera.