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Boletín Informativo nº 119
Pág. 3
«Franco salvó del comunismo no sólo a la Península Ibérica,
sino a la Europa Occidental»
Se trata de un documento de singular importancia. Es el texto de la carta en la que el embajador Prat de Nantouillet da cuenta al Generalísimo Franco, de su conversación con el duque de Windsor. El hombre que por amor renunció a la Corona, hizo al diplomático español unas confidencias que el lector puede valorar con la lectura del texto que reproducimos a continuación:
29 de septiembre de 1960
A su Excelencia
El Generalísimo
Jefe del Estado Español
El Pardo
Excelencia,
Tengo el honor de poner en conocimiento de V.E. que he coincidido, casi a diario, en estas dos últimas semanas, con los Duques de Windsor, en comidas y recepciones ofrecidas en su honor. Hoy han marchado a Madrid.
Conozco al Duque desde 1931 y tanto él como su esposa nos distinguen con buena amistad y han acudido, como en años anteriores, a mi casa.
Anteanoche, en casa de los Duques de Alba, me cogió S.A.R. del brazo llevándome a una terraza apartada diciendo que quería hablar confidencialmente en mi calidad de diplomático español experimentado y amigo.
Me honro reproduciendo a continuación un resumen del diálogo:
S.A.R. «Hace tres días, como la duquesa se lo refirió durante la comida de los Coca, no pude acudir a otra recepción porque me visitó el Diputado conservador por Windsor, rogándome —en vista de mi predilección por España y de las buenas amistades que tengo en este país— averiguara y le comunicara confidencialmente el punto de vista español respecto a la cuestión de Gibraltar. Considero, mi querido Embajador, que nadie me puede informar mejor que usted».
S.A.R. «¿Ese sentimiento que me describe ha existido siempre, incluso en tiempos de la Monarquía?».
S.A.R. «¿Cree que se agudizó este problema con la visita oficial de mi sobrina la Reina Isabel?».
S.A.R. «Hubiera sido una lección (se rió francamente). Gibraltar ya no tiene valor estratégico alguno para la Gran Bretaña. ¿Qué solución práctica haría Vd. al problema que salvaguardara hasta cierto punto el amor propio inglés?».
S.A.R. «¿Pero admitirían Vds. la presencia por ejemplo de un batallón?».
S.A.R. «¡A mí me parece su indicación muy lógica, práctica y aceptable! Si yo mandara en mi país, la aceptaría inmediatamente…».
S.A.R. «¡Muchas gracias! Pero sepa Vd. que haré cuanto pueda en este sentido».
En eso vino la Duquesa a buscarle para que acudiese al salón con objeto de presentarle unas personalidades inglesas, pero contestó:
S.A.R. «Déjanos todavía porque tenemos una conversación sumamente interesante, iré dentro de unos minutos».
Volví a hablarle del discurso del Ministro de Asuntos Exteriores en la ONU y lanzó contra ésta una diatriba feroz, diciendo que el 65% de las Naciones Unidas eran gente de color.
Después habló de la política interior inglesa, mostrándose preocupado por las consecuencias de un eventual triunfo electoral laborista. Atacó duramente a éstos, por su actitud contraria a España y a V.E., prosiguiendo:
S.A.R. «No comprenden que la victoria del Generalísimo Franco salvó no sólo a la Península Ibérica, sino a Europa Occidental del comunismo. Admiro y respeto muchísimo a Franco, tanto como militar y singularmente como sagaz e inteligente estadista. Me hizo el honor de invitarme, hace tres años, a una cacería en Santa Cruz de Mudela y fue para mí un privilegio tratarle personalmente. Aunque marchamos pasado mañana, domingo, mantengamos este contacto».
S.A.R. «Le ruego muy encarecidamente guarde absoluta reserva sobre esta conversación estrictamente confidencial. Crea Vd., le repito, que informaré de ella al diputado que vino especialmente a visitarme y que además emplearé mis fuerzas para llegar a una solución satisfactoria para España».
Pese a la promesa de total reserva sobre esta conversación con el que fue Eduardo VIII, considero como un deber elevar su contenido al superior conocimiento de V.E. porque considero de gran interés la gestión del Diputado cerca de su antiguo soberano y abrigo la esperanza de que mis respuestas, aunque hechas a título personal y forzosamente improvisadas, merecerán su superior aprobación.
Aprovecho la oportunidad para reiterarme con todo respeto e incondicionalmente a las órdenes de Vuestra Excelencia.
Su más atento y seguro servidor,
MARQUÉS DE PRAT DE NANTOUILLET
Embajador de España