CASTRO Y FRANCO. CUBA Y ESPAÑA. Por Juan Chicharro Ortega

Fue hace ya unos cuantos años cuando acompañando a una personalidad norteamericana de origen cubano que visitaba Cartagena  me sucedió algo digno de relatar. Le enseñaba el monumento que dentro del Arsenal recuerda y homenajea a los marinos españoles caídos en la batalla de Santiago de Cuba. Observábamos detenidamente dicho monumento y la autoridad estadounidense recalcaba : “que pena, que desgracia …..hay que ver”, más de repente calla y me dice : ¡caramba si yo soy el representante de los EEUU !  Y es que por un momento se había olvidado de su nacionalidad y de su cargo y su subconsciente le había devuelto a su origen español, cubano. 

Creo que todos los españoles y sobre todo los amantes de nuestra historia sentimos una herida abierta cuando se nos habla de Cuba pues, aún lejana en el tiempo, la fecha en la que se perdió esta provincia ultramarina aún sangra la herida.

Cuba, España y los EEUU son los referentes de cuanto escribo hoy aquí.

Durante mucho tiempo fue visitante asidua de los archivos de la Fundación Franco una investigadora japonesa llamada Haruko Hosoda buscando documentación para una tesis que estaba desarrollando para la universidad de Nihon en Tokio sobre las relaciones de las  tres naciones antes citadas en el siglo pasado. Antigua diplomática no pudo por menos que acabar ensimismada de cuanto fue descubriendo respecto a las personalidades de Francisco Franco y Fidel Castro en lo concerniente al devenir de Cuba y España con los EEUU en la sombra.

El fruto de ese estudio es un magnifico libro que se titula como este artículo :

“CASTRO Y FRANCO” y ahora siquiera de forma muy somera y resumida hago una síntesis del mismo por lo interesante de lo que en él se expone.

Lo primero que llama la atención es el hecho en sí de lo que no muchos conocen : el 20 de noviembre de 1975 falleció Francisco Franco e inmediatamente Castro envió al Embajador de España , Enrique Suarez de Puga, un decreto firmado por el Presidente Osvaldo Dorticós fijando tres días de luto en Cuba.

Franco, ferviente anticomunista, es honrado a su muerte por Fidel , líder de la revolución comunista cubana.

No hay duda de que entre ambos líderes existió una especie de rara empatía  no conocida por el profano en la reciente historia de Cuba y España,.

Hosoda nos apunta cuatro razones de  esta :

El origen gallego de ambos líderes que establece entre ellos un vínculo materializado en el patriotismo y simpatía  que ambos sienten por la madre tierra gallega.

Su pasado guerrero es otro vínculo que les une en la forma de visionar el futuro de ambas naciones.

La Influencia de la Iglesia Católica en la forja de sus personalidades.

Y en cierta manera también una suerte de antiamericanismo. Franco sintió como nadie en Ferrol las heridas físicas y sociológicas que sufrieron los oficiales navales tras la guerra hispano americana de 1898. Es notorio leer a Castro decir que la Revolución Cubana iba a servir para restaurar el honor español tras la derrota en aquella guerra. 

Haruko Hosoda desarrolla en su libro detenidamente cada una de las razones apuntadas y ahonda en tratar de explicar de como a pesar de múltiples incidentes como por ejemplo, la declaración de persona “non grata” del Embajador Lojendio tras su irrupción en TV cuando se criticaba a Franco, la condena de un Agregado cultural como un espía de la CIA, el ataque a buques españoles o la negativa en 1996 del placet al Embajador , jamás se rompieron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Y eso que las presiones norteamericanas fueron siempre muy fuertes.

De la educación católica de Fidel Castro se ha escrito mucho. La influencia que los jesuitas ejercieron en su personalidad es un hecho reconocido por él mismo y su paso por los colegios elitistas de esta Orden en La Habana como el de Belén o el de Dolores fueron determinantes. No tienen desperdicio las declaraciones del Padre jesuita Amando Llorente, un español llegado a Cuba después de la guerra de España y que fuera mentor de Castro en Belén cuando dice que en su época de estudiante Castro era más franquista que él mismo.

Nos describe Hosoda la corrupción del régimen de Batista , un gobernante títere al servicio de los intereses de los EEUU ( en aquellos días el 90% de la telefonía y eléctricas eran de capital norteamericano, así como el 50% de las azucareras …etc) y también de la propia Mafia. La semilla para la revolución estaba sembrada y su derrocamiento fue apoyado en gran medida por la mayoría de la población en sus comienzos. Otra cosa fue cuando esta devino en una revolución comunista. Una revolución que en su vertiente militar fue apoyada por numerosos españoles que habían combatido en la guerra civil española en el bando “ republicano” como Bayo, Carlos Rafael Rodriguez, Francisco Ciutat de Miguel o el mismísimo Gutierrez Menoyo. No obstante resulta asombroso conocer de la propia boca de Castro “ que Franco se había negado proporcionar al Gobierno de Batista la posición de las guerrillas revolucionarias que conocía perfectamente” y más aún leer lo que según el embajador en España José Miró Cardona le dijo Franco en 1960 en el momento de la invasión de la bahía de cochinos : “ Dígale a Fidel que mande al infierno a los americanos” .

¿Hasta qué punto estaba Franco influido por los informes del Embajador Lojendio respecto al régimen de Batista y sobre Fidel Castro? Sí, el diplomático que irrumpió violentamente en la TV estatal cuando se denigraba la figura de Franco .

Y es que Hasoda nos habla y cita numerosos informes de dicho Embajador en los que aseguraba que Castro no era comunista y que el estado de corrupción del régimen de Batista era escalofriante hasta el punto de ver con inicial simpatía la figura de Castro.

 

Sería prolijo explicar aquí la evolución de Castro hacia el comunismo si bien es opinión de la autora que fueron los EEUU en su defensa del régimen corrupto y el aislamiento al que sometió a Cuba posteriormente quienes le echaron en los brazos de la Unión Soviética.

 

En ciertos momentos de la lectura del libro del que hablo uno puede sentir  que se hace un cierto blanqueo de la figura de Fidel Castro. Documentos y declaraciones privadas y públicas de tanto Fidel como de Franco lo fundamentan también. Puede ser más por desgracia lo que sucedió cuando la Revolución se implantó y se adueñó del Gobierno de Cuba echa al traste con todo lo que de bueno pudo haber en los comienzos de las acciones revolucionarias para derribar a Batista.

 

Lo cierto es que uno extrae – al menos yo –  una historia apasionante de dos hombres ligados por unos factores de los que poco se habla. Este libro escrito desde la equidistancia que puede tener una japonesa le incitan a  uno a profundizar de cuanto se sabe y nada mejor que acudir a los documentos originarios, muchos de ellos en el archivo de la FNFF.

Por supuesto también el escuchar los argumentos contradictorios de tantos cubanos instalados en Miami o en España si bien lo cierto es que en gran medida subjetivos como es lógico.

 

Al final tendré que ir a Cuba – un sueño anhelado y quien sabe si posible ??? – y palpar “ in situ” mucho de lo que Haruko Hosoda escribió desde la fría sede de la FNFF.

 


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