1944. Franco recibe en Santa Eugenia de Ribeira el homenaje de las gentes del Mar, por Carlos Fdez. Barallobre

Carlos Fernández Barallobre

 

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1944 El Caudillo de España Francisco Franco visita Santa Eugenia de Ribeira.

 

En la tarde del miércoles nueve de agosto de 1944  el Jefe del Estado, acompañado por su esposa, Carmen Polo, ministro secretario general del Movimiento, José Luis de Arrese, vicesecretario de servicios, Manuel Valdés Larrañaga, el vicesecretario de Educación Popular, Gabriel Arias Salgado. y los jefes de sus Casas militar y civil, Teniente General Muñoz Grandes y señor Muñoz Aguilar,  salía del Pazo de Meirás  para dirigirse la población de Santa Eugenia de Ribeira, situada en la provincia de La, Coruña en la margen derecha de la incomparable ría de Arosa, con objeto de presidir una magna concentración de productores del mar.

El Caudillo pasó por Santiago de Compostela sin detenerse y continuó el viaje en automóvil directamente hasta Ribeira.

Desde la Puebla del Caramiñal, la carretera estaba profusamente engalanada con banderas Nacionales, del Movimiento,  guirnaldas y letreros en los que aparecían frases de exaltación patriótica, y de expresión de lealtad a Franco. Ante tal aglomeración de vecinos al paso de la comitiva en la que viajaba el Jefe del Estado, esta tuvo que aminorar la marcha, pues el público  rodeó el automóvil para expresar su entusiasmo y su adhesión al Caudillo que brazo en alto correspondió a las aclamaciones de que era objeto por parte de la multitud que exteriorizaba su adhesión con vítores y gritos ¡Franco, Franco, Franco!

A las siete menos cinco de la tarde, el Caudillo de España hizo su entrada en Santa Eugenia de Ribeira. El recibimiento que le tributó la población fue apoteósico. Con volteo de campanas y disparo de bombas de palenque se anunció la llegada del Jefe del Estado.

En Santa Eugenia, recibieron a su llegada al Caudillo el gobernador de La Coruña, señor Aspe; el jefe provincial del Movimiento de La Coruña, Diego Salas Pombo;  alcalde accidental de La Coruña, Luis Vázquez Pena; jefe comarcal del Movimiento de Santiago, Ángel  Porto Anido, así como el comandante de Marina que tenía  jurisdicción sobre el puerto de Ribeira y otras autoridades,  

En Ribeira se encontraban concentradas varias centurias del Frente de Juventudes de La Coruña, Santiago de Compostela, Boiro, Padrón, Noya, Puebla del Caramiñal y Ribeira, así como representaciones de la Sección Femenina de La Coruña, Santiago de Compostela, La Puebla y otras poblaciones, y miembros de las Falanges comarcales de Santiago, Negreira, Outes, Noya, Santa Eugenia de Ribeira, que se encargaron de cubrir la carrera por todos los puntos que recorrió el Caudillo.

Las calles de Santa Eugenia de Ribeira presentaban un magnifico aspecto, engalanadas con banderas, colgaduras, guirnaldas y arcos de triunfo, así como numerosos rótulos con frases de salutación al Jefe del Estado y de homenaje de gratitud y cariño al invicto Caudillo, Jefe Nacional de la Falange.

El Jefe del Estado se dirigió a la Plaza de Calvo Sotelo, donde, al descender del coche con su esposa, fue objeto de una prolongada manifestación de bienvenida y entusiasmo. Los aplausos, los gritos de ¡Franco, Franco, Franco!, los vítores y los ¡Arriba España!, se prolongaron durante varios minutos, entre el estampido de cohetes y. volteo de campanas, que señalaban con alegría una  fecha histórica en los anales de la villa Ribeirense.

 

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1944 El Jefe del Estado Francisco Franco saluda a  una  multitud que el aclama en su visita a Santa Eugenia de Ribeira

Al descender  del coche ante el Ayuntamiento, la Corporación municipal, con el alcalde al frente, le expresó al Caudillo su bienvenida. Jóvenes de la Sección Femenina entregaron ramos de flores a la esposa del Caudillo. El Generalísimo vestía uniforme de la Falange de verano de color blanco con boina roja y camisa azul.

Acompañado del alcalde de la villa, Miguel Rodríguez, subió el Caudillo con su esposa al salón de actos del Ayuntamiento, seguido del ministro secretario general el Movimiento y demás autoridades.

Ante las grandes aclamaciones y vítores, el Caudillo se asomó al balcón principal de la  casa consistorial, desde donde saludó brazo en alto  a los ribeireses, que en ese instante arreciaron en sus manifestaciones de adhesión con gritos de ¡Franco! ¡Franco!.

El alcalde pronunció unas palabras de saludo en nombre de la villa, a las que correspondió el Caudillo con muestras de gratitud, estrechándole la mano y saludándole posteriormente brazo en alto.

Después de este acto de bienvenida el Generalísimo descendió del Ayuntamiento y, entre constantes aclamaciones del público, que rompió el cordón formado para expresar desde más cerca todo su entusiasmo ante el Caudillo, el Caudillo Franco se dirigió a pie a la Policlínica de la Obra del”18 de Julio”, de la que era jefe provincial el alcalde de La Coruña. Franco recorrió las instalaciones, en las que se prestaba ya  asistencia a miles de productores.

Terminada esta visita, el Jefe del Estado se dirigió a la iglesia parroquial, donde se celebró un Tedeum cantado por un coro de Ribeira. Después del oficio religioso, el Caudillo, se dirigió con su esposa a la Plaza de José Antonio Primo de Rivera, situada frente a la zona del muelle, donde había sido instalada una tribuna, en la que se situaron el Generalísimo y su esposa Carmen Polo, así como él ministro secretario general del Movimiento y otras jerarquías.

Desde la tribuna el Caudillo recibió la ofrenda de los productores del mar. Frente a la tribuna, en primer término, se habían colocado los productores de elaboración conservera, y detrás cinco dornas llenas de pescado, todo ello en un marco sencillo y teniendo como fondo el soberbio panorama de la bahía, en la que estaban fondeadas numerosas dornas y pequeñas embarcaciones de vapor engalanadas, que hicieron sonar sus sirenas cuando el Caudillo de España se situó en la tribuna, ante un agitar constante de Boinas rojas, pañuelos y manos, junto al estampido de numerosos cohetes, aclamaciones y vítores de la multitud con gritos de ¡Franco, Franco, Franco! y vivas y arribas  al Caudillo y a España.

El jefe provincial del Movimiento, Diego Salas Pombo; el alcalde de Ribeira y el  Comandante de Marina fueron detallando al Jefe del Estado el contenido de las dornas y cuanto constituía la ofrenda de las riquezas del mar.

Un grupo de viejos marinos se acercó al Caudillo de España y le ofreció la reproducción de una dorna en miniatura, como símbolo de la embarcación en que los productores del mar obtenían sus medios de vida. Esa miniatura constituyó un regalo que la gente de mar de Santa Eugenia de Ribeira ofreció a la hija del Jefe del Estado llevando el nombre de “Carmiña”, obra de la artesanía de Santiago de Compostela, realizada en madera de caoba por un productor de la villa marinera. Llevaba colocados  los escudos del Caudillo y de la Ribeira y una alegoría del mar y se guarda en un elegante estuche.

 

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1944 Militantes de la Sección Femenina concentradas en Santa Eugenia de Ribeira, aclaman a Franco.

Tras la ofrenda, un viejo productor del mar leyó ante el Caudillo unas cuartillas, como manifestación de leal homenaje. Decían así: “Excelentísimo señor: En representación honrosa de las gentes del mar de este Municipio, cábeme en esta fecha memorable para Ribeira ofreceros, señor, el testimonio ferviente de la más firme adhesión a vuestra persona y al Estado nacionalsindicalista que encarnáis y el reconocimiento a la inmensa labor que, después de haber expulsado al comunismo de nuestra Patria, habéis llevado a cabo en estos ocho años de pleno resurgir español.

Mientras que en el ámbito nacional se lograban el subsidio familiar, de vejez, el seguro de enfermedad y tantos beneficios que bajo vuestra égida se han llevado a cabo, también en este apartado rincón de la Patria se han cumplido, entre otras mejoras de tipo local, dos grandes, aspiraciones, a través de nuestros Sindicatos, con la colaboración del Municipio: la parcelación de los terrenos de Couso y el establecimiento del dispensario de la Obra Sindical “18 de Julio”.

Os ofrecemos, señor, en este día una muestra del cariño que inspiráis a estos rudos marineros. Aceptad también, Excelencia, esta reproducción de la dorna, que es el instrumento de trabajo que desde tiempo de los celtas viene conservándose sin variación, constituyendo un verdadero y múltiple buque-escuela, en el que las generaciones de pescadores, desde su más tierna infancia, se lanzan a la lucha contra el mar. Que ella os recuerde siempre el afecto de un pueblo, que no ha de olvidar nunca el inmerecido honor que le habéis concedido dignándoos visitarle, y que entusiásticamente grita: ¡Viva Franco! ¡Arriba España!»

También le fue ofrecido a la esposa del Generalísimo un artístico tríptico de talla que representaba la Anunciación, obsequio del Ayuntamiento de Ribeira.

El Jefe del Estado, a continuación pronunció las siguientes palabras: “Pueblo de Santa Eugenia de Ribeiro: Es para mí una alegría y una satisfacción estar entre vosotros y recibir el calor de este pueblo marinero que desde este espolón de España labora por “la Patria, enfrentándose con las duras tareas de la mar, arrancándole su riqueza, que es vuestra pesca, la cual el Estado tiene obligación de revalorar y sostener, dándole medios para que salga y pueda llegar a los últimos rincones de la península. Pero es muy difícil hacer las cosas de repente, pues lo mismo que vosotros hay millares de pueblos. Pueblos que unos esperan el ferrocarril, otros la carretera, muchos el puerto de abrigo a sus barcos, otros los medios sanitarios para atender sus hombres, y esto sólo puede hacerse con el esfuerzo y la unidad de todos, no haciendo política pequeña, de cacique, sino haciendo política de realizaciones de grandeza, de unidad y de imperio, uniendo o todos los hombres, a todas las clases y a todos ¡os pueblos en un sentimiento único, que es la grandeza de la Patria y el bienestar y la elevación de sus clases sociales.

Mantened vivo ese entusiasmo, mantened viva esa fe, mantened viva esta unión entre los hombres y yo os aseguro que España será grande y que a todos los hogares les llegará el sol.

“Y nada más. He de deciros que me llevo en el corazón prendido vuestro afecto y vuestro recuerdo. ¡Arriba España! “

Durante la breve intervención del Caudillo, una voz entre el gentío exclamó: “Dios te bendiga” algo que fue aprovechado por la multitud par arreciar en gritos de ¡Franco! ¡Franco! como homenaje al hombre que había salvado a España de las garras del comunismo internacional 

Después del acto de la ofrenda de productos del mar, el Caudillo, acompañado de su esposa, autoridades jerarquías, se trasladó al lugar conocido por Conlleira, a kilómetro y medio de Ribeira,  cuyo lugar se hallaba rodeado de pinos que constituían un magnífico e incomparable mirador desde el que se divisaba perfectamente  la hermosa ría de Ribeira, y donde permaneció entre las gentes marineras desde las siete y media de la tarde hasta las nueve en punto de la noche que celebraron una romería típica gallega.

A las nueve y media, el Caudillo tras despedirse de las autoridades emprendió viaje de regreso a su residencia veraniega del Pazo de Meirás, tributándole el pueblo de Santa Eugenia de Ribeira  una entusiasta  despedida, acompañándole a pie por las calles, entre gritos de ¡Franco, Franco, Franco! y nuevas aclamaciones que se prolongaron durante largo rato, hasta que el coche en que viajaba  el Caudillo Franco, acompañado de su esposa, abandonó Santa Eugenia en un día inolvidable para el precioso pueblo coruñés. 

 

 

 


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