De vencidos a vencedores, por el Col. José Luis Isabel

Col. José Luis Isabel

 

 

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El general Varela impone al Generalísimo la Gran Cruz de San Fernando.

 

España ha sufrido otras guerras civiles además de la de 1936, algo que parecen ignorar los ministros del Gobierno, además de otras muchas cosas. Ahí tenemos las tres guerras carlistas, en las que parte del Ejército se opuso a la otra. Fueron luchas internas, de ideas enfrentadas, pero en ellas se fue fiel a la historia del Ejército. Ambos contendientes conservaron todo aquello que hasta entonces les había unido: uniformidad, saludo, distintivos, recompensas… únicamente se diferenciaron en aquellos signos que permitían identificar al contrario, para alertar de que se trataba de un enemigo.

Durante las tres guerras, las dos facciones recibieron como máxima recompensa al valor la Cruz de San Fernando. Luego, como siempre, hubo un bando vencedor que impuso sus normas, como es lógico, pero que permitió mediante un simple trámite “convalidar” las Cruces y ascensos que se habían concedido en el bando contrario. Todo así de sencillo, tratándose de gente con principios y valores.

En la Guerra de 1936-1939 nada de esto sucedió. Por lo pronto, aquellos que, según la actual memoria impuesta, fueron “fieles a la República”, renegaron de todas las tradiciones del Ejército, rechazando uniformidad, saludos, distintivos y recompensas, algo que era lógico hubiesen hecho los contrarios si de verdad se trataba de una sedición. Evidente- mente, se hace un uso equivocado de la frase “fieles a la República”, que parece destinada en exclusiva al Frente Popular, pues los dos contendientes lo fueron, como lo prueba que al entrar en combate diesen vivas a la República y se cobijasen en un principio bajo la misma Bandera tricolor. Los que se tildaban de “fieles a la República” lo eran en realidad al destructor Gobierno del Frente Popular, pero eso parece no convenirles, ya que entonces el Levantamiento habría sido dirigido contra el Gobierno y no contra la República, que es lo que quieren hacer creer. En definitiva, fue un levantamiento contra el Gobierno del Frente Popular, harta media España de soportar sus iniquidades.

Enemigos totales de la religión, el Frente Popular rechazó las recompensas hasta entonces vigentes. ¿Cómo iban a admitir una condecoración que ostentaba el nombre de San Fernando? Pero no fueron capaces de sustituirla por otra, como sí habían hecho con los saludos y distintivos, copiados descaradamente de la Unión Soviética, como primer paso del régimen que pretendían imponer por la fuerza en España.

Una vez repudiada la Cruz de San Fernando, a la vista de los escasos éxitos que obtenían aquellas tropas dirigidas en numerosas ocasiones por comisarios políticos en lugar de por militares, pasó cerca de un año desde el inicio de la guerra hasta que se creó la Placa Laureada de Madrid, que, en realidad, no fue otra cosa que un remedo de la Cruz Laureada de San Fernando.

El resultado sería un total fracaso, pues solo hay constancia de que se concediese en dos ocasiones, la primera al general Miaja, quizá por permitir los asesinatos de Paracuellos, y la segunda al general Rojo, bien merecida por el interés que puso en dirigir una guerra, de antemano perdida, que por los escasos éxitos que consiguió. El resto de los condecorados que a veces aparecen mencionados, no lo son, pues en cada uno de estos casos la Gaceta de la República solamente publicó el anuncio de la apertura del “expediente de concesión” y la recogida de datos favorables o en contra de ella de testigos presenciales del hecho por el que se concedía, no la concesión en sí, que tenía que haber sido publicada tras el término del proceso, pero que nunca se produjo. Es decir, tan solo dos condecoraciones concedidas en los tres años de guerra, por más de 70 del bando nacional.

En el Frente Popular, más pragmáticos ellos, prefirieron otro tipo de premios más satisfactorios, como los vales por “porvos” (sic), muy apreciados por los camaradas socialistas y comunistas, de los que se han conservado algunos ejemplos. Los tres que se muestran fueron concedidos con ocasión del asedio del Alcázar de Toledo. Cuando no les bastaba a los frentepopulistas con los camiones de prostitutas que les acompañaban desde Madrid, no tenían inconveniente en ofrecer a una “fascista” de entre las que previamente habían encerrado en prisión.

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Es muy posible que alguno de estos vales fuese concedido como premio a la valerosa actuación de los milicianos en la profanación de sepulturas en los conventos de la ciudad, afición que parecen no haber perdido con el paso del tiempo.

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A la vista de las concesiones, parecería que la Placa hubiese estado dirigida exclusivamente a la clase de generales en lugar de a los empleos más bajos del Ejército, como hubiera correspondido a un régimen de carácter popular, mientras que en las tropas nacionales fueron premiados nada menos que once individuos de tropa.

No cabe duda de que el reconocimiento del valor y el sacrificio mostrado por los componentes del Ejército Nacional tuvo su recompensa con la victoria. Aquellos soldados combatían por unos ideales y mostraban en el combate los valores espirituales que habían acumulado durante su vida, y que a sus enemigos les faltaban.

Y llegó el momento actual, en que el moderno Frente Popular continúa odiando a la Cruz de San Fernando y se propone ejecutar unos maquiavélicos planes para desposeer de ella a quien mereció la Gran Cruz por haber ganado una guerra: Francisco Franco. No han bastado sus estúpidas denuncias de que Franco se concedió la Cruz a sí mismo. En la concesión se cumplieron cuantas exigencias contenía el Reglamento de la Orden: La Gran Cruz solamente se concederá a los generales en jefe de los Ejércitos de mar y tierra a propuesta del Consejo de Ministros previo informe favorable de la Asamblea de la Orden. Franco había sido general en jefe de los Ejércitos Nacionales y la Cruz le había sido concedida por el Consejo de Ministros -formado por tres militares y once civiles- e informada favorablemente por la Asamblea, siéndole prendida en el pecho por el general Varela, único militar que lució en vida dos Cruces Laureadas.

Los asaltatumbas lograron desalojar a Franco del lugar donde reposaban sus restos, pero no tuvieron bastante con ello. Luego llegaría la anulación de los títulos nobiliarios por el concedidos, y, como tampoco tuvieron bastante, un Gobierno formado por incompetentes sin escrúpulos se propone eliminar la Bandera de La Legión que lleva su nombre y privarle de la Cruz que ganó merecidamente, lo cual conseguirán ante el silencio de los borregos que callan sumisamente.


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