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Carlos Fernández Barallobre
Ultima presencia del Caudillo de España y su esposa en la plaza de toros de La Coruña.
Con la llegada del mes de agosto de 1967, La Coruña volvió a lucir de nuevo de forma esplendorosa. Calles engalanadas con banderas españolas, que delataban, como venía siendo habitual desde 1940, la presencia veraniega del Jefe del Estado Francisco Franco en su finca del Pazo de Meirás. La ciudad en fiesta con atracciones de feria por doquier, jardines profusamente iluminados. El sol, reflejado en las inigualables galerías de la Marina, elemento de la arquitectura urbana sin precedentes ni parangón en ninguna otra ciudad. La ciudad de cristal, la de la eterna alegría y la luz permanente, el barco inmóvil, como le había titulado Wenceslao Fernández Flórez, saludaba un año más al visitante, que extasiado quedaba admirado de tanta belleza.
Con un lleno total en los tendidos, palcos y andanadas se celebró el jueves tres la primera corrida de la feria de agosto, que iba a ser la última de la dilatada historia de la plaza de toros coruñesa. Con las cámaras de televisión como testigos hicieron el paseíllo Antonio Chenel “Antoñete”, Manuel Benítez “El Cordobés” y José Manuel Inchausti “Tinín”.
En el palco presidencial su Excelencia el Jefe del Estado Generalísimo Franco acompañado por su esposa Carmen Polo, que habían iniciado, unos días antes, su periodo vacacional en la torres de Meirás. Su llegada acompañada por las notas del Himno Nacional, interpelado por la banda de música municipal, fue saludada por el público presente con una larga ovación y gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco! a los que el Jefe del Estado y su esposa correspondieron con saludos.
Sería la última vez que Francisco Franco presenciase una corrida de toros en el coso de la avenida de Finisterre, algo que venía siendo habitual desde 1940. Aquella tarde, antes del inicio del festejo, la Reina de las fiestas coruñesas, María Mariñas Lage, hija del recordado periodista deportivo, Enrique Mariñas Romero, paseó su belleza en calesa por el redondel de la plaza de toros coruñesa. Desde una barrera, presenciaron la corrida los marqueses de Villaverde y algunas de sus hijas.
Los tres espadas actuantes brindaron, uno de sus toros, al Jefe del Estado. Antoñete en su brindis dijo: “Tengo el honor de brindar la muerte de este toro a S.E., con mis mejores deseos para el Caudillo de España”. Tinín, que sería el gran triunfador del festejo, brindó al Caudillo de España de esta manera: “Es la primera vez que S.E. me ve torear y no tengo más que mi juventud, que la pongo a disposición de España para todo lo que sea preciso”. Por su parte Manuel Benítez “El Cordobés”, dijo esa tarde: “Excelencia: Voy a brindarle la muerte de este toro”, -en ese instante el toro le apretó y tuvo interrumpir el brindis, que lo retomó, añadiendo: “Me ha cortado el hilo y la palabra. Le decía a S. E que ojalá viva ciento cincuenta años para bien de España y de nosotros”.
Manuel Benítez “el Cordobés”, en presencia de Tinin, saluda y cumplimenta al Jefe del Estado, Generalísimo Franco, en el palco presidencial de la plaza de toros de La Coruña.
El Caudillo de España, Francisco Franco, sentía verdadera predilección por el torero de Palma del Río, compartida tan sólo por el afecto hacia Carmen Sevilla y el boxeador cubano-español, Pepe Legrá. Prueba del cariño y confianza que tenía Manuel Benítez “El Cordobés” con el Jefe del Estado, Francisco Franco, fue aquella insólita conversación que mantuvo un día, durante una cacería, con el estadista. Sin rodeos ni miramientos dijo Manolo al Jefe del Estado: “No hay duda Excelencia que los dos mejores de España somos usted y yo, lo único que pasa es que nos fallan las cuadrillas”. El Caudillo rio abiertamente. Verdaderamente antológico. Genio y figura del Cordobés.
Los toros de Fermín Bohórquez, que se lidiaron esa tarde, bien presentados, resultaron desiguales de juego, unos nobles y otros mansurrones. De la mano de Antoñete corrió lo mejor de la tarde. Con su primero dio una verdadera lección de cómo se toreaba de muleta, realizando una labor llena de belleza y armonía, suavidad y temple. Logró una estocada atravesada hasta la empuñadura y fue premiado merecidamente con una oreja. En su segundo también anduvo con ganas de agradar pero se topó con “Gavilán”, un astado noble pero muy manso, que no le permitió lucirse. Recibió muchos aplausos.
Había mucha expectación por ver de nuevo a Manuel Benítez “El Cordobés”. Pero esta vez los aficionados se quedaron con las ganas. Manuel tuvo que lidiar con un lote blando, soso y sin bravura. El de nombre “Orejón”, castaño listón, no hizo nada destacable y “Marinero”, que se hizo daño contra las tablas del tendido cuatro y allí se recostó, entre el escándalo del público, para que el puntillero acabase con su vida, por lo que “El Cordobés” quedó prácticamente inédito, lo que hizo que Rubén San Julián apuntase desde las páginas de La Voz de Galicia lo que sigue sobre el diestro de Palma del Río:” Dicen que “El Cordobés” es un torero que está más cerca del toro que del toreo. Puede que sea verdad. Lo que es evidente es que sigue siendo punto y aparte. Tiene una indudable personalidad que se refleja en el público que lo silba o se pone en trance ante la entrega sui generis que suele desembocar en el delirio o en la bronca”.
José Manuel Inchausti “Tinín”, se llevó las dos orejas del último de la corrida, un manso y noble animal de nombre “Tinajero”, que permitió que Tinín lo torease con un gusto exquisito, donde sobresalieron varios naturales, afarolados, manoletinas y tres largos y muy buenos redondos. Cobró una magnífica estocada y paseó el anillo triunfalmente, saliendo a hombros. Ya en su primero había logrado dar la vuelta al ruedo.
En esos primeros días del mes de agosto los coruñeses pudieron admirar a Antonio y su ballet: el ballet de Montecarlo; el Gallego de Rey de Viana; una gran antología de la zarzuela dirigida por el inolvidable José Tamayo y las zarzuelas “La Chulapona”, “El Cantar del Arriero” y “El Huésped del Sevillano”, puestas en escena por la compañía del teatro de la Zarzuela de Madrid, que tuvieron como marco las famosas “tetas de María Pita”, es decir el Auditorio Nacional de Festivales de España, que se había inaugurado por el ministro de información y Turismo, Manuel Fraga, el verano del año anterior en la plaza de María Pita, trasladado aquel año a la explanada de Riazor. De igual forma, en el teatro Rosalía de Castro, los inigualables Zori, Santos y Codeso hacían reír al público con la revista “Metidos en harina”. También Conchita Velasco, acompañada por Guillermo Marín presentó en el Teatro Colón “Una chica en mi sopa”. El ídolo de multitudes Raphael, actuaba en la sala de fiestas “El Seijal”. Mientras en el estadio de Riazor, los más jóvenes disfrutaban con la inconfundible voz de Bruno Lomas y la gran calidad artística de Los Relámpagos.
El “Berlín Zirkus” instalado en la Palloza, presentaba un magnífico programa de atracciones circenses, donde destacaba un jovencísimo domador de leones llamado Ángel Cristo. El cine Riazor colgaba, un día sí y otro también, el cartel de completo en su aforo para presenciar la película “Doctor Zhivago”. Igualmente en el cine Equitativa de la plaza de Vigo, dominios del inefable acomodador, antiguo combatiente de la División Azul, Ramón Chousa, se pasaba aquellos días en sesión continua la cinta “El valle de los Hombres de piedra”.
El primer edil, Demetrio Salorio, asistía en el templo de San Jorge, junto a la corporación municipal y primeras autoridades de la ciudad a la solemne Función del Voto. Ofició la Santa Misa el Arzobispo de Santiago, cardenal Fernando María Quiroga y Palacios, que una vez terminado el oficio religioso fue objeto en el palacio municipal de un sencillo homenaje. El alcalde coruñés le entregó una placa por la que se le nombraba hijo adoptivo de La Coruña. Visiblemente emocionado el cardenal Quiroga dijo “sentirse muy coruñés pues la atracción que siento por esta noble ciudad me obliga a entregarme a ella totalmente”.
El cardenal, arzobispo de Santiago de Compostela, doctor Fernando María Quiroga y Palacios, homenajeado por la corporación municipal de la Coruña, que presidía el alcalde Demetrio Salorio.
El Leirón del Casino, era, un año más, el centro de inolvidables verbenas, con la actuación en una de ellas, del grupo malgache Les Surfs, que harían con sus canciones sobre todos sus éxitos “Tú serás mi Baby”. Ahora te puedes marchar”, “Su forma de Besar”, “Por una Rosa” “Que familia tan original” o “Concierto para enamorados”, las delicias de miles de socios.
Iniciaba sus entrenamientos el Deportivo de La Coruña, que brillantemente, con Pedro Eguiluz como entrenador, había regresado a primera división. Ese año, a finales del mes de junio, el Racing de Ferrol se había llevado a sus vitrinas el Trofeo Teresa Herrera al derrotar en la gran final al Real Club Celta de Vigo por tres tantos a cero. Deportivo y Pontevedra quedaron apeados en semifinales.
El Jefe del Estado inauguraba, unos días después de finalizada la feria taurina, el barrio de las Flores. El nuevo barrio, que comprendía 2000 viviendas, veía la luz gracias al decidido empeño de un inolvidable coruñés, Enrique Salgado Torres, desde su puesto de director general de la vivienda. Se llamaría Barrio de las Flores pues sus calles llevarían los nombres de muchas de ellas: Nardo, Jazmín, Rosa, Clavel. Destacaban sus largos porches y sus espacios verdes con amplias zonas de aparcamiento y una avenida que lo circunvalaba en toda su totalidad.
Hoteles, pensiones y fondas al completo. Las calles de la Estrella y Olmos fueron un constante ir y venir de un público heterogéneo, deseoso de divertirse, bebiendo tazas de ribeiro o degustando los magníficos productos de nuestras rías.
A las noches las gentes se concentraban en el elegante salón de Té “Gales”, con su curiosa fachada de espejos, en la calle de Durán Loriga o en la zona de la Marina, en aquella inolvidable “Coruña ye-yé”, donde sobresalían como bandera las cafeterías “Los Porches”, “Saloón”, “Triana”,“Capri” y “Lumar”. O la famosa taberna Bohemia, a ciento un metros del cementerio, propiedad de Carlos Moyá “El Barbas”, en la calle de Orillamar.
Otro lugar emblemático local de aquella Coruña sin igual, fue el recordado “Whisky club”, propiedad de Enrique Martí, donde tantos y tantos coruñeses se divirtieron, ligaron, se besaron e hicieron honor a la canción “Vivir na Coruña que bonito e”. Y para ambientes subidos de tono con exuberantes vedettes, ligerísimas de ropa, y mujerío, el recordado Marux, en la calle de Vizcaya.
La Coruña engalanada de Banderas de España con motivo de la estadía veraniega en el pazo de Meirás del Caudillo de España Francisco Franco.
Era una Coruña única y sorprendente, en una España que caminaba con paso firme, bajo el mando del irrepetible Caudillo Francisco Franco, a convertirse en la octava potencia industrial de mundo. Donde imperaba la ley, el orden, el trabajo, la tranquilidad, sin apenas impuestos abusivos y asfixiantes y donde los españoles derramaban por doquier sus muchas ganas de vivir, de prosperar, eso sí con salero, alegría, sol y fiesta.
P/D: Escribo este artículo, al amparo de la infecta, criminal, malvada, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia, manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia, un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor y estulto y que incluso ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de él que emanó la actual Jefatura del Estado, -no lo olvide Majestad-, llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.
ESTA ES MI MEMORIA Y A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SIN MIEDO A NADA NI A NADIE. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL, ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE CON MULTAS Y ATOSIGUE CON EL TEMOR- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, EN ABSOLUTO, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.