IN MEMORIAM: JUAN ECHEVARRIA PUIG

Jaime Alonso

¿Qué habrán contemplado esas pupilas que hoy se cierran, después de un escrutinio vital de ciento un años? ¿Cuántas dificultades, zozobras, sufrimientos y gozos habrá soportado el latido vital de un corazón tan longevo? ¿Qué testamento vital legas a tus coetáneos entre dos siglos, a tu amada esposa e hijos, a la legión de amigos que te trataron con el mismo afecto que prodigabas? Cuando se vive tanto y la existencia viene acompañada, en partes iguales, por el éxito y el prestigio, nadie osará preguntarte, ni en la eternidad donde ya habitas, por las razones de tu larga existencia.

En el tránsito de esta larga vida, esa prodigiosa vitalidad, amable y sonriente que brotaba espontánea al tratarte, será el mejor recuerdo de una existencia vertical, coherente, de principios enraizados, de valores eternos, de exigencias inmanentes. Te conocí como al buen árbol al que acudes para cobijarte, que busca la luz de cada mañana para crecer, que extiende su tronco en ramas que intentan mejorarte, siendo distintas. Las distintas ramas familiares con que regaste la tierra hispana hablaran, mejor que nadie, de tu legado, del ejemplo que transmitiste, de la plenitud a la que siempre aspiraste.

No quiero, en esta hora póstuma del halago, explicitar los logros personales cosechados en la distintas empresas en que participaste, ni del éxito indudable de la gestión, ni de los títulos que adornan la existencia; quiero reconocerte las esencias que antepusiste a una mejor existencia en tu ideal José Antoniano, innegociable; la fidelidad a la obra realizada en España por el Caudillo de la paz, Francisco Franco; la transcendente y rocosa espiritualidad católica con que transitaste; y la defensa de la unidad histórica, de convivencia y de destino con que abrazaste a la nación de todos, España, frente al egoísmo disolvente.

Si nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, como señala Jorge Manrique. En tu caso, Juan, la vida ha sido un rompeolas de todos los mares que trasladaban tormenta. Por el afecto que te cogí a través de tu hijo Alejandro, dedico estas sencillas y sinceras palabras en Memoria de un catalán, doblemente español, por ello, y muy singular en todos los aspectos. Que Dios te conceda el descanso eterno y a nosotros nos lo niegue si no seguimos tu ejemplo.