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Todo comenzó cuando Piñar Pinedo tuiteaba con un seguidor sobre algunos de los males de la democracia española que ya fueron anunciados por su abuelo hace la friolera de 35 años. “No des lecciones, tu abuelo defendía un Régimen, yo me juego la vida por la Constitución”, terció Basagoiti en la discusión.
“No deja de ser una pena, puesto que por lo que merece la pena jugarse la vida es por España”, replicó a continuación un seguidor de Piñar. Éste aprovechó la ocasión para recordar a Basagoiti que “hace poco le saludé en el aeropuerto de Bilbao y le animé para que defendiera la nación; no entiendo que sea usted más amable con Amaiur que conmigo”.
Numerosos tuiteros criticaron la actitud de Basagoiti en numerosos mensajes, recordándole, entre otras cosas, la traición a San Gil y los acuerdos con el lehendakari que tanto defiende a Otegui. No debería sorprendernos que esta camada oportunista que parasita a la sombra del PP, en su afán por aparentar ser más progres que los propios socialistas, lleguen a atacar de forma inmisericorde la figura de Blas Piñar, todo un monumento a la lealtad, el compromiso con España y la fidelidad a sus acrisolados valores morales; principios que no encontraríamos ni aún juntando a todos los dirigentes del partido de Rajoy.
Sorprende asimismo la apasionada defensa que hace Basagoiti de la Constitución de 1978. Como si defender esa Constitución, base de todos nuestros males actuales, fuese algo honorable.
La torpeza de los populares les lleva al mismo tiempo a ignorar que muchos militantes de aquella Fuerza Nueva votan hoy al PP con la nariz tapada, al no tener un partido que aglutine con eficacia sus principios. Claro que como se ha visto en Andalucía, esos votantes están ya hartos de la semejanza de Rajoy con ZP. Mientras el ascediente moral de esos enanos liberales mengua cada día, el del fundador de Fuerza Nueva se agiganta.
Por todo ello es evidente el nerviosismo de un PP a la deriva por los errores de dirigentes como Basagoiti, lo que les ha llevado a perder 440.000 votantes en las elecciones andaluzas del domingo, antesala de lo que previsiblemente perderá en próximos comicios. Malos tiempos para España. Pero al menos este tipo de incidentes sirven para que los españoles sepan quiénes son los enemigos de la nación: entre ellos los que prefieren a ETA antes que a la derecha tradicional española.