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El Instituto CEU de Estudios Históricos tiene el gusto de invitarle a la presentación del documental El franquismo en mi memoria de Alfonso Arteseros
Además del autor intervendrán Alfonso Bullón de Mendoza, Director del Instituto CEU de Estudios Históricos, Javier Quero, periodista y autor de Encuentros de la certera frase en Intereconomía Televisión, Carlos Peñaloza, periodista y Economista de Radio Intereconomía
Miércoles, 30 de mayo de 2012 a las 19.30 horas en el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo. C/ Julián Romea 23. Madrid
EL FRANQUISMO EN MI MEMORIA
La historia de España bajo el franquismo como jamás se ha contado
treinta DVD con imágenes y testimonios inéditos del archivo audiovisual de Alfonso Arteseros
Treinta episodios con imágenes y testimonios inéditos de los protagonistas de nuestro pasado reciente. El archivo audiovisual de Alfonso Arteseros, con más de nueve mil entrevistas e infinidad de horas de valiosas imágenes de aquellos años, es la base de esta narración televisiva de lo que realmente ocurrió entre el 1 de abril de 1939 y el 20 de noviembre de 1975.
En cada episodio, se hace una selección de los temas que marcaron el rumbo del país en la época y que sirven de hilo conductor de la narración (el encuentro de Hendaya, «Rusia es culpable», el incidente de Begoña, la caída de Serrano Suñer, la invasión del Valle de Arán, la marcha de los embajadores, el fin de la autarquía, la llegada de los tecnócratas) , y también de todo lo que se grabó en el recuerdo y el corazón de los que vivieron aquellos tiempos. El hambre, el estraperlo, la picaresca, la muerte de Manolete, el gol de Zarra, la visita de Eisenhower, el asesinato de Carrero, las costumbres, las canciones, las modas, la repercusión en España de la Segunda Guerra Mundial, la de la muerte de Marilyn o Kennedy, el impacto de la llegada del hombre a la Luna…
Historia total: política, economía, costumbres, música, cine, deportes, toros, ídolos, escándalos, ilusiones colectivas
No son documentales al uso. Más que la voz en off la palabra la tienen los protagonistas con sus imágenes y sus testimonios, y los espectadores con sus recuerdos, activados por este autentico repaso a su banda sonora sentimental y a su álbum de fotos guardadas en el recuerdo.
No sólo se ve y se oye lo sucedido en el ámbito político, sino también lo que vivían y sentían los españoles en general. Todos los españoles, vencedores y vencidos, triunfadores y perdedores, españoles del interior y del exilio. Lo que pasaba el El Pardo y en el último rincón del más pequeño pueblecito.
El franquismo en mi memoria parte de una premisa esencial: hay una historia escrita en los libros y otra en los corazones, y sin perder de vista la primera bucea en la segunda, la de los recuerdos, la de los sentimientos. Casi cuatro décadas dieron para muchas sensaciones, muchas esperanzas, muchas amarguras, ilusiones y frustraciones. Gracias a un impresionante patrimonio audiovisual volvemos a la época en que el mayor tesoro era una cartilla de racionamiento y avanzamos hacia los años de las primeras lavadoras, del Seat 600, el tiempo en que tantos españoles dijeron adiós a los corrales y dieron la bienvenida a los cuartos de baño.
Protagonistas y testigos, en primera persona
En primer plano y en primera persona, los testimonios de Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo, Enrique Líster, el implacable jefe de la XI división republicana. El micrófono y la cámara de Alfonso Arteseros recogen el testimonio torrencial de un simpático gallego que fue durante treinta años chofer del Caudillo. Recordamos los días en que llegó Eva Perón con su aureola de populismo y lujo y un cargamento de carne y trigo. Miguel Gila hace una emotiva evocación de su amigo del alma Peliche, José Luis Ozores. Hablan el maquinista del tren de Endaya; la mujer que, al servicio de Mussolini, ayudaba a volar buques británicos en Gibraltar; José Prat; Rafael Alberti; la hija del almirante Carrero; José Utrera Molina; el cardenal Amigo…
Alfonso Arteseros
Así como Jardiel se preguntaba si hubo una vez once mil vírgenes, metidos ya en la segunda década del siglo XXI tenemos que empezar a preguntarnos si hubo alguna vez franquismo. Leídos once mil libros, repasados once mil artículos y vistas once mil películas, los que nacimos cuando mandaba Franco nos quedamos perplejos. ¿No hubo nada en nuestras vidas? ¿Todo fue un agujero negro? ¿Todos nacimos, en realidad, el 21 de noviembre del 75? Es una pregunta retórica, claro, una broma. Ma non troppo, porque, aunque parezca asombroso, yo, que llevo años y años trabajando en la recuperación de la memoria visual y sonora de España, puedo dar fe de que las últimas décadas de la historia de España son unas perfectas desconocidas.
He corroborado la certeza de que esto ocurre con la puesta en marcha de mi nuevo proyecto audiovisual El franquismo en mi memoria, una obra de treinta DVD con una ingente cantidad de testimonios e imágenes de archivo que pretende reconstruir treinta y seis años, siete meses y veinte días de la vida de los españoles. De nuestra propia existencia, de los afanes de nuestros padres, del día a día de tiempos muchas veces duros, pero también salpicados de momentos de ilusión y felicidad. Nada es totalmente blanco ni totalmente negro, qué sencillo es comprender esto, y qué difícil hacérselo entender a los historiadores y propagandistas oficiales.
Lo cierto es que en los ocho meses que llevo trabajando en el proyecto de El franquismo en mi memoria he corroborado una impresión que ya tenía desde años antes. Para el pensamiento políticamente correcto, el que ha pretendido que la historia de España en lugar de ser cosa de los historiadores y de la mente y el corazón de los españoles sea materia que se decide en el BOE, nuestro país tiene una especie de agujero temporal, por así decirlo. Leyendo ciertos textos escolares, viendo algunos documentales, determinadas películas, oyendo estos u otros discursos, se diría que en España pasamos directamente del año 39 al 76. Todo lo ocurrido entre medias es poco menos que tabú. Pasamos directamente del parte de guerra del 39 al lloroso comunicado de Arias Navarro en el 75. Nunca fuimos del gasógeno al utilitario, del hambre a la explosión de la clase media, de Juanito Valderrama a Los Bravos.
Y sin embargo, los años cuarenta, cincuenta, sesenta, es decir, lo que se conoce como los tiempos del franquismo, existieron. En realidad fueron importantísimos. Nada de lo que pasa hoy se puede entender sin saber lo que pasó entonces. Ciertamente fueron años, sobre todo los primeros, de penuria, represión y dictadura; pero también de reconstrucción. Partiendo casi de cero, fueran o no adictos al régimen nacido de la Guerra Civil, nuestros padres reconstruyeron un país casi totalmente devastado. Tan grande era la ruina, que si Franco hizo esperar a Hitler en Hendaya no fue, como se ha dicho, por cálculo astuto, sino porque usó para llegar a la cita una red de ferrocarril mucho peor que precaria. No hablo por hablar: me lo contó el maquinista, como se verá en El franquismo en mi memoria.
Precisamente por las extremas dificultades que se vivieron, aquellos tiempos que algunos quieren borrar tienen una fuerte carga sentimental. Racionamiento, copla, emigración, hazañas taurinas… y luego el primer utilitario, el deseado pisito, el descubrimiento del veraneo, la tele… Repaso lo que llamamos franquismo y veo periodos muy diferentes y al final un enorme salto cualitativo del país. Los testimonios, los documentos, nos dicen cosas que a algunos les dejarán pasmados. Resulta que la Seguridad Social no la inventó Felipe González, sino que fue cosa de Eduardo Dato impulsada por José Antonio Girón de Velasco, junto a una legislación laboral que hacía dificilísimo el despido. Y si escarbamos un poco más en el recuerdo, junto a despotismos y corrupciones veremos cooperativas agrarias, viviendas populares, escuelas públicas, nuevas carreteras. Y el INI. En los años del franquismo tuvimos un sector público que sería la peor pesadilla de los liberales y la envidia de los socialdemócratas de hoy. Paradojas de la historia.
Somos lo que somos por lo que fueron nuestros padres. Vivimos bajo una monarquía parlamentaria porque así lo decidió el dictador. No somos el país subdesarrollado de los años treinta y cuarenta porque nuestros mayores se sacrificaron y trabajaron como fieras en los cincuenta y los sesenta. Mi padre soportó la guerra y el hambre. Yo crecí bien alimentado jugando a las chapas sobre las ruinas del Cuartel de la Montaña. Mi hijo tuvo videojuegos y nunca le faltó de nada. ¿Hay que olvidarlo porque todo ello ocurría bajo uno u otro régimen político?