In memoriam de Jordi Cartañá Miró

 
 
Agustín Castejón Roy 
 
   Hoy, 18 de enero de 2.013, regreso apesadumbrado a mi hogar, después de haber dado el último adiós a un excepcional ser humano depositando encima del féretro, las cinco rosas simbólicas lazadas con cinta roja y gualda de nuestra común bandera.              
 
   Hacer una objetiva cronología de Jordi es un empeño que obliga y exige no abandonar la realidad de una vida quemada al servicio de lo sublime, evitando la loa vacía y petulante que siempre se aplica al que se va, deformando o exagerando hechos cuya grandeza fue siempre la humildad con que anduvo por el valle de lágrimas.            
 
   Una fina lluvia hermanada con un día invernal, nos acompañó en la exequia. Lugar, el pueblo que le vio nacer – La Riba- (Tarragona), en la Iglesia parroquial donde recibió las aguas bautismales. Llena de vecinos, amigos y camaradas afanados en despedirle. Allí estábamos todos, nuestro ejemplar camarada, de entre todos el mejor, merecía ser acompañado por las devotas y sentidas preces elevadas al Santísimo por quienes deseamos sentirle en el Paraíso. En gracia de Dios entregó su alma al Señor y en pago de tanta grandeza voló directo al lucero donde gozan los elegidos. Seguro que allí se habrá encontrado con alguno de sus seres queridos –hidalguía Cartaña-, así como camaradas entrañables, estilo Félix Morales, con quienes ya comparte el Don de Dios en Eternidad Santa.            
 
   Frecuenté con él sencillos y familiares encuentros pergeñando proyectos, asistiendo a plurales actividades reivindicativas de anhelos patrios, en el sendero de fortalecer la presencia de esta irrenunciable provincia española.            
 
   Visitamos las comarcas tarraconenses: Terra Alta, Baig Ebre, Baig Camp… hablamos con sus gentes, convocándolas a participar en la hermosa tarea de engrandecer Tarragona, Cataluña y como no, España. Dedicó gran parte de su actividad en la incansable tarea de promocionar la Fundación Nacional Francisco Franco de la que ostentaba la Delegación, a ello le dediqué mis mejores ayudas, presentándole a veteranos luchadores de valor y prestigio ganado en la etapa de mi gestión como Jefe Provincial del Movimiento.            
 
   Alternamos el ilusionado trabajo con la lúdica actividad típica y propia de la Provincia: La Calçotada. A la convocatoria acudían un centenar de personas a quienes, una a una, el bueno de Jordi daba la bienvenida con hermosas palabras de generosa hospitalidad.            
 
   Desde el sosiego que aporta la Eternidad merecida, intercederá por todos nosotros, por su madre y hermanos, sus camaradas y amigos, por la España de sus amores y los nuestros, por Tarragona y el entrañable rincón de La Riba fundiéndose en fraterno abrazo con su predecesor en el Cielo, Cardenal Gomá.            
 
   Debo destacar antes del ¡Hasta Siempre! El comportamiento ejemplar de sus hermanos María Teresa y Jaime, serenos ante el trance pero en su sitio, sin quiebra de una emocionada compostura.            
 
   Jordi, que Dios te otorgue el eterno descanso; para nosotros no has muerto, por cuanto sigues alojado, inmerso en el corazón de los que tuvimos la dicha de convivir a tu lado.            
 
   Ya en posesión de la Luz Eterna, envíanosla para que ilumine nuestra andadura. Amén.     

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