UNA VICTORIA HEREDADA Y ENTREGADA
La Fundación Nacional Francisco Franco nace en 1976 con el objetivo de difundir el legado de la obra de Francisco Franco, perpetuar el recuerdo de sus logros sociales y mantener vivos los principios que informaron su acción de gobierno a lo largo de 39 años de absoluto y ejemplar servicio a la Patria.
La situación a la que se encaminó España desde su fallecimiento ha desembocado en la actual crisis de valores, que ha devenido en las crisis social y económica, y ha sumido a la nación entera en el pozo en el que nos hallamos. Este proceso, lento pero constante, reviste hoy proporciones de auténtico escándalo.
Los instrumentos, personas e instituciones que han posibilitado tal decadencia están, a nuestro juicio, muy claros y advertidos desde el principio de la llamada Transición, en realidad traición, pues solo puede recibir tal calificativo el proceso de desmontaje del Estado social y de derecho que se logró con la participación de todos los españoles, puesto al servicio del pueblo español.
La Constitución de 1978 se halla en el origen de los problemas actuales. Dicha norma se elaboró, no con el objetivo de asegurar la unidad y el progreso de España, sino con el de dar cabida a los nacionalismos excluyentes y separatistas, y de permitir a unos partidos políticos, insolidarios con los españoles, parciales en sus intereses y egoístas en sus objetivos, asegurarse el control de los tres poderes independientes que la democracia establece: el Ejecutivo o gobierno, el Legislativo o cámaras de representación de la soberanía popular y el Judicial, que, independiente, debe velar por el cumplimiento de que la ley sea aplicada e igual para todos, garantizando la correcta aplicación de las leyes. Sin olvidar la importancia del llamado “cuarto poder”, la prensa, al servicio de la sociedad en su información y en la verdad, no de los partidos políticos y del Sistema del que se sirve y a los que sirve. Tampoco se puede olvidar el papel clave de la banca, como instrumento capitalista al servicio de los partidos políticos, a los que financia permanentemente en una simbiosis de intereses compartidos. El objetivo de los instigadores de este régimen es claro: acabar con la España Unida, Grande y Libre, calificados hoy como conceptos y valores contrarios a la democracia, cuando realmente son y deben ser la base y fundamento de la misma.
El secuestro de la democracia a manos de políticos antisociales, antinacionales y separatistas, lacayos de intereses económicos extranjeros, ha arrastrado a España hasta el momento crítico actual:
Socialmente dividida y enfrentada, merced al revanchismo trasnochado de unos y a la cobardía patológica de otros, los españoles de hoy; o bien desconocen su historia, en el mejor de los casos; o bien la desprecian, porque se la han tergiversado y deformado sectariamente, en el peor. La corrupción moral se ha extendido a todos los estamentos sociales. Se ataca a la familia tradicional y se desprecia la Ley Natural. Se pretende expulsar de la vida civil a la mayoritaria religión Católica, y se conculca el derecho a vivir de los no nacidos y de los enfermos y ancianos, ante la nula reacción de gran parte de una sociedad aletargada. La diversidad cultural española, fuente de la riqueza y de la fortaleza de nuestra unidad, se utiliza hoy para enfrentarnos y dividirnos, presentándola falsamente como una lucha entre antagonismos insalvables, cuando la realidad es que esas diferencias son cualidades complementarias y necesarias entre sí. La ruptura de la unidad nacional es una amenaza real y, en apariencia, irreversible. Hoy pocos sienten el orgullo y el privilegio de ser español y por ahí se desarma moralmente a una nación. ¡Los españoles! ¿aceptaremos que deje de ser UNA?.
Económicamente en quiebra. La corrupción política y económica se ha instalado en las instituciones, desde el inicio del Sistema. Se está proletarizando a la clase media que tanto esfuerzo costó crear. Se ha destruido el tejido productivo y empresarial. El empleo y los salarios son precarios y generan inseguridad en la vida de los españoles, tanto de los jóvenes, que no pueden independizarse ni emprender negocios, como de los mayores, que deben seguir sosteniendo a sus hijos en paro, incluso, despojados de sus viviendas por los embargos bancarios, no pueden disfrutar de una jubilación merecida y de una pensión decente. La Función Pública, desprestigiada y empobrecida, los sindicatos dedicados a mantener su estatus particular y la Justicia, politizada, están apartadas del servicio imparcial a la colectividad. Nuestras industrias dejan de ser competitivas y nuestras infraestructuras, deterioradas porque no hay dinero para mantenerlas en buen uso, son vendidas a capitales privados, en su mayoría extranjeros. La creciente e injusta presión fiscal ahoga a los particulares, a los autónomos y a las empresas, mientras se despilfarra el dinero público. Se ha sustituido la cultura de las obligaciones, es decir, la “del esfuerzo, el mérito y la capacidad” por la de los derechos, es decir, la “del gratis total y la subvención”. La cultura y las tradiciones se desprecian y pervierten, la educación pública es de ínfima calidad y la privada es inaccesible para la mayoría, lo que motiva que nuestros jóvenes cada vez salgan peor preparados para el futuro, un futuro que nada les puede ofrecer dentro de nuestras fronteras y les obliga a emigrar al extranjero, mientras tenemos España llena de inmigrantes, la mayoría no cualificados y muchos de ellos ilegales, que han venido engañados por culpa de irresponsables políticas buenistas y falsamente solidarias, que hoy absorben gran parte de las prestaciones sociales. La sanidad cada día es menos universal y gratuita, dejando de ser un servicio público para convertirse en un negocio privado. Somos incapaces de defender nuestra unidad nacional, el orden y la paz internas ante las amenazas crecientes de las organizaciones criminales, de la corrupción, del secesionismo y del terrorismo, rindiéndonos ante ellos por el convencimiento de que se disolverán mediante el apaciguamiento y de que es el precio a pagar para recuperar la paz y a la tranquilidad social perdidas. El pueblo español ¿aceptara que deje su patria de ser GRANDE?.
Internacionalmente somos hoy un país irrelevante, prisionero de acuerdos inasumibles y deudas impagables, carente de independencia y soberanía reales, por culpa de una gestión equivocada y desleal. Desde Europa nos dictan la política fiscal y nos imponen la monetaria. Somos incapaces de hacernos respetar en el exterior, donde cualquier país insignificante nos desafía y humilla con exigencias sobre nuestra soberanía o con amenazas permanentes sobre la “recuperación” de territorios peninsulares, incluso se expropian nuestras empresas de manera ilegal. Hemos desertado de nuestros compromisos supranacionales para mayor escarnio y dejamos de ser fiables para mantener nuestros compromisos. Nuestros Ejércitos han sido puestos en entredicho y sometidos al incumplimiento de su misión, insuficientemente armados y desmoralizados, cada día se parecen más a una ONG, al servicio del poder político de turno, en lugar de estar al servicio de la independencia e integridad territorial de España. Nuestros soldados, con material obsoleto y falto de mantenimiento, mueren en el extranjero y se ocultan las verdaderas razones al pueblo español, degradando su sacrificio y mancillando el espíritu de entrega a su misión y Patria. Los españoles ¿aceptaremos que deje de ser LIBRE e independiente nuestra Nación?.
El resultado de que España deje de ser Una, Grande y Libre, y todo apunta en esta dirección, es el conocido Reino de Taifas o el experimento de la I República Cantonal y Federal, donde cualquier despropósito adquiría carta de naturaleza y certificado de viabilidad. La Nación, de persistir sus dirigentes en las actuales circunstancias, sin un radical cambio de rumbo, se no irá por el sumidero de la corrupción, del enfrentamiento estéril entre españoles y de la ruina, por su culpa. Esta clase política se acredita en cada mandato legislativo, como indigna e inoperante para solucionar los problemas de un pueblo conducido por la indolencia, desunido y enfrentado, desmoralizado y arruinado, incapaz de recuperar su motivación y necesitado de un verdadero liderazgo que los una y los guíe por el camino de la regeneración.
Quienes han tenido esa responsabilidad durante treinta y ocho años, la han traicionado, abdicando y desertando de sus obligaciones y de la palabra dada y el compromiso adquirido, presa de los más bajos instintos primarios de codicia, deslealtad y cobardía. Ellos y solamente ellos, son los responsables ante el pueblo español y ante la historia, del actual “estado de cosas” existente, pues todos ellos han ido por acción u omisión faltando a los supremos deberes exigibles a todo gobernante. La democracia sería falsa si permite la sistemática vulneración de la Constitución, de la Ley; no puede ser impunidad e inmunidad, irresponsabilidad y carta de naturaleza para tamaña felonía a España y al pueblo español.
Ante ello, la Fundación Nacional Francisco Franco, en tan señalada fecha, principio de la acreditada regeneración histórica del pueblo español, denuncia y se pone al frente de esta gran tarea de todos los españoles de bien, los que aún sienten el orgullo de ser españoles, el privilegio de haber nacido o haberse criado en esta bendita tierra, los que asumen su historia y todos los aconteceres como enseñanza, luz y camino, los que no están dispuestos a que “por cobardes se nos muera España”, los que saben que el tiempo del ¡basta ya! se aproxima; quienes despiertos, en la oscuridad de la noche, desean despertar a los demás con el ¡Aleluya! de la inacabada y eterna obra de reconstruir España pero no saben ni cómo, ni por dónde empezar. El futuro hay que merecerlo y ganarlo, con la ayuda de Dios y el buen hacer y sacrificio de lo mejor del pueblo español, tan rico en virtudes y tan generoso, cuando se supo bien mandado.