La tragedia española

 
 
Gerard Bellalta i Germán
Presidente del Partit Espanyol de Catalunya (PEC)
 
 
   Mientras los nacionalistas catalanes exhiben estrafalarias pinturas de guerra, la comunidad musulmana residente en Cataluña calla y espera. Mientras hablan de expolio fiscal los representantes de un partido que lleva más de 30 años robando a los catalanes, el emir de Qatar sonríe. Mientras los nacionalistas catalanes hablan de un Estado propio, la comunidad islámica sigue adelante con su plan de utilizar las leyes vigentes en Cataluña para algún día imponer las suyas propias.
 
   Mientras los españoles discutimos sobre esto y sobre aquello, se descubre que algunos separatistas catalanes están a sueldo de los petrodólares. El resto se lo pueden ustedes imaginar. Cataluña, y por extensión el resto de España, ha entrado en una fase de paroxismo de difícil sanación con los analgésicos que nos receta la casta depredadora. Tanto hablar del hecho histórico catalán, de los agravios históricos a Cataluña, y hasta el propio Artur Mas reconoce que, desde 1975 hasta nuestros días, el independentismo no ha hecho sino brotar de la nada a alcanzar casi el 50 por ciento de devotos en la actualidad. Lo cual nos permite preguntar algo de pura lógica: si tan mal les fue con el anterior régimen de Franco, ¿cómo es que tuvo que morirse Franco para que surgiera la llaga purulenta del independentismo?…
 
   ¿Por qué no había independentistas cuando Cataluña carecía de las prerrogativas concedidas por la Constitución y el Estatuto de Autonomía? ¿Guardará relación el ciclón separatista que se cierne sobre nuestras cabezas con el cúmulo de negros nubarrones surgidos de las procelosas aguas de la educación que se ha estado impartiendo a los niños y de los contenidos informativos con los que se ha estado anestesiando a los mayores?
 
   Entre tanto, alguien me hace llegar una descripción bastante exacta de algunos acontecimientos que gravitan sobre la vida española. Algo para que reflexionemos muy en serio:
 
-ETA presente en las instituciones (controlan ya totalmente Guipúzcoa y San Sebastián) y los peores asesinos de la banda fugados o liberados por la justicia sin haber cumplido sus condenas.
 
-Cierre en falso del ‘caso Faisán’ acaso para que no sepamos qué políticos españoles colaboraron con una banda armada. -Instituciones catalanas protagonizando actos de sedición sin ninguna consecuencia legal.
 
-Un jefe del Estado y un jefe del Gobierno que ni están ni se les espera.
 
-Comunidades autónomas españolas con distintas fiscalidades.
 
-Un sistema de reparto electoral que hace posible que el voto de un vasco y de un catalán valgan hasta tres veces más que el del resto de los españoles.
 
-Casi 6 millones de parados.
 
-Un 25% de los españoles en el umbral de la pobreza.
 
-Una población juvenil con el 50% de sus miembros en paro.
 
-El sector más cualificado de la población juvenil buscando y hallando acomodo en otros mercados laborales europeos.
 
-Una tasa de inmigración ilegal inasumible y unas políticas de inmigración que han convertido las fronteras españolas por tierra, mar y aire en el pito del sereno.
 
-Cientos de comedores de caridad sin poder dar abasto.
 
-Miles de españoles echados de sus casas por no poder hacer frente a las imposiciones de las entidades financieras que durante años han estado sufragando y avalando la corrupción de las instituciones, el robo de los políticos y el despilfarro de los partidos.
 
-Las clases medias españolas abrasadas a impuestos y en trance de pasar a peor vida.
 
-Miles de millones de euros saqueados a los españoles para hacer frente a los desmanes de los políticos en las cajas de ahorros durante años. Ninguno de ellos ha pisado la cárcel.
 
-Una nación que pretende vivir de la caridad pidiendo dinero prestado a otros países.
 
-Una deuda pública española que crece en 2012 a más de 300 millones de euros diarios.
 
-450.000 políticos sobrantes e inútiles a los que, sin embargo, nadie toca.
 
-Un millón de enchufados en las administraciones públicas que son intocables.
 
-Cuatro mil ruinosas empresas públicas que nadie cierra.
 
-Veinte mil coches oficiales que nadie elimina.
 
   Hasta aquí algunos ejemplos de lo que nos ha traído la casta política en poco más de 30 años de la llamada democracia. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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