Editorial de Enero de 2014

 
 
   Mas allá de los buenos deseos reflejados de modo voluntarista y arrojados como fetiches sobre familiares, amigos, compañeros de oficio, ocasionales visitas y hasta transeúntes a los que formulamos los mejores deseos de futuro; el año recién nacido en España viene cargado de zozobra, temor, llanto e inseguridad.
 
   El año recién nacido, como al niño machadiano, la España frente-populista-separatista ya en gestación  y pendiente de renacer: rencorosa, vengativa, iconoclasta, radical y de catacumba, ha de helarle el corazón.   Hiela el corazón el comprobar la impunidad con que se vulnera sistemáticamente la aplicación de distintos artículos básicos de la Constitución, esenciales a la Comunidad Española, al Estado de derecho y a la convivencia. Que el Estado que nos representa y esquilma a impuestos, no sea capaz de imponer que no se hurte a una parte del territorio español, dejando al arbitrio de la voluntad individual su visualización o no, el discurso/decurso navideño del Jefe del Estado, denota, como pocos,  la descomposición irreversible del Sistema vigente.  
 
   Hiela el corazón que una serie de criminales, autores de los delitos mas horrendos que imaginarse pueda, amnistiados por la inacción del Gobierno, se exhiban y convoquen públicamente a los medios de comunicación para escenificar su triunfo, presentando el proyecto político por el que han matado a tantos españoles como viable, legitimo, decente y legal. El Gobierno cobarde y errático, interesadamente autista, se limita a dejar a un fiscal y a un juez de turno la defensa de una legalidad, previamente subvertida. ¿Tan enferma esta la sociedad española que no reacciona? ¿ningún resorte de vitalidad nacional?, ¿ninguna institución de las llamadas a defender la Ley y la unidad de la Nación se sienten compelidas a manifestarse y obrar, siguiendo su mandato legal, en consecuencia?.  
 
   Hiela el corazón que bajo la mitologizada democracia y la soberanía del pueblo, se haya instalado una casta política parasitaria y corrompida que vive, en la opulencia, del disparatado presupuesto Estatal, Autonómico y Municipal de las subvenciones concedidas con total discrecionalidad del dinero obtenido, vía impuestos, de todo el sistema productivo  español. Los casos de UGT, Bárcenas y Urdangarin  son el paradigma de la gravedad y profundidad de nuestros males y de la dificultad de encontrar remedio. Nadie suele ir en contra de sus propios actos y de su estatus.  
 
   Hiela el corazón que a nuestro alrededor cada vez haya mas familias, amigos, vecinos, conocidos, sufriendo el paro, la perdida de poder adquisitivo, la quiebra empresarial y hasta la penuria económica. Ya hay tres millones de españoles en el umbral de la pobreza, un millón comiendo de la caridad y el 30% en el paro del cual el 45% es de jóvenes que buscan su primer empleo. Mientras, se despilfarra el dinero publico en financiar el secesionismo, los gastos suntuarios, la economía improductiva y el sostenimiento de la casta política mas numerosa de Europa. De todo ello nadie se hace responsable. Parece que es debido al sistema métrico decimal o a una suerte de cataclismo cíclico que se hubiera fijado en nosotros. Basta que se compare cómo estaba España cuando se hizo cargo Franco de la Jefatura del Estado y cómo la dejó en 1975; y cómo nos encontramos hoy, en los mismos años, tanto en el orden político, como en el económico y social.  
 
   Hiela el corazón  ver que cualquiera de los que han  detentado el poder desde la instauración de este Sistema, en evitación de comparaciones tan necesarias como odiosas, se han dedicado sistemáticamente a falsear y ocultar el pasado, deformando hechos, conductas y logros hasta hacer irreconocible nuestra historia. Ello provoca un resultado perverso: que todos los menores de cuarenta y cinco años, en España, han sido manipulados  para que no acierten dónde está la herida y cual seria el diagnóstico y tratamiento de los males que nos aquejan.  
 
   Hiela el corazón que todos los Gobiernos de España, desde 1978, hayan favorecido o no sabido impedir el pertinaz intento de destrucción de la Nación mas antigua de Europa. Hayan consentido o fomentado que no se aplique la Constitución, ni las resoluciones judiciales  en todo el territorio español, que se discrimine o prohíba el idioma común, que la enseñanza, los medios de comunicación y las fuerzas y cuerpos de seguridad no sean competencia únicamente estatal. El resultando de tanto error, de tanta ignominia, nos estallará en el año que comienza, dada la suicida tolerancia de quienes nos gobiernan, aunque el mandato del pueblo, mayoritariamente expresado, fuera para una actuación contraria.  
 
   Hiela el corazón el que las personas que nos representan en cumplimiento de un mandato constitucional, no acaten la norma que juraron o prometieron defender al tomar posesión de sus cargos. Tanto Rajoy como  Mas y todos los Presidentes Autonómicos, diputados, senadores y alcaldes, tienen la obligación de cumplir y hacer cumplir la Ley y con mayor motivo la Constitución como norma suprema del ordenamiento jurídico. El incumplimiento de los gobernantes en el ejercicio de su función política nos exime como ciudadanos de la obediencia a la autoridad que ellos representan, pues el interés común y nacional, ante la impostura, debe hacerse prevalecer con todos los medios que se tenga a su alcance. La defensa de la unidad de España es innegociable, como debe serlo para la mayoría de los españoles y es preciso luchar por ello con todos los medios necesarios.
 
   Hiela el corazón que la única certeza del año nuevo sea que la deuda seguirá creciendo de forma imparable. El año pasado el incremento de la deuda del Estado alcanzó la aberrante cifra de 128.000 millones. Deuda inasumible e impagable en varias generaciones. El gasto público improductivo seguirá fuera de control y el 90% de los españoles perderá renta y riqueza cada año. Bajarán las pensiones, los salarios y las prestaciones por desempleo y, además, el precio de los pisos, el principal activo de las familias españolas, seguirá cayendo inexorablemente por la conjunción de falta de liquidez (poder adquisitivo) y burbuja inmobiliaria (oferta masiva de pisos nuevos).
 
   No sé en qué momento decidirá el pueblo español enterrar este régimen, aunque sabemos del cada vez menor afecto que se le profesa. Pero es urgente e imprescindible un golpe liberador de la democracia que restituya las leyes y nos dotemos de gobernantes cuya voluntad y determinación consista en aplicarlas. Es preciso el restablecimiento del respeto por el estado de derecho y la nación. Hay que acabar con la impunidad del separatismo, con quienes legitiman sus crímenes y humillan a sus víctimas. Con la justicia al servicio del poder político. Todo ello es incompatible con cualquier forma democrática.
 
   La redacción de la editorial refunda el deseo de una España que alborea, hecha del pasado macizo de la raza. La España de la rabia y de la idea para este difícil año que enfrentamos. Que 2014 os sea propicio y se cumplan vuestros nobles deseos.  
 
 
 
 
 
 

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