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El próximo 9 de abril se cumplen 15 años del estallido de la bomba que el G.R.A.P.O colocó en la Basílica del Valle de los Caídos.
La bomba, que hizo explosión a las 04:30 horas de la madrugada mediante un dispositivo temporizador causó importantes daños materiales en el interior de la Basílica e incluso en la sacristía.
Los terroristas, detenidos poco después y juzgados en la Audiencia Nacional fueron condenados a 7 años de prisión por un delito de daños con finalidad terrorista en conjunto monumental, y a un pago al estado en concepto de indemnización por un total de 724.501€, que fue la cantidad que los peritos tasaron como daños en la Basílica.
Años más tarde, concretamente el 27 de mayo de 2005, la banda terrorista ETA, colocó otro artefacto, esta vez de escasa potencia, bajo un puente de madera en los jardines de uno de los aparcamientos del Valle.
Tan sólo la presencia de un destacamento permanente de la Guardia Civil en el Valle de los Caídos ha logrado garantizar que un monumento tan amenazado por actos de terrorismo y vandalismo como es el Valle, no haya sido repetidamente objetivo de los terroristas.
El artículo 104 de la Constitución establece que es misión de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, “proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”.
Esta imprescindible misión, la Guardia Civil la desarrolla mediante el desempeño de las siguientes funciones o misiones genéricas (entre otras):
-Prevenir la comisión de actos delictivos.
-Mantener y restablecer en su caso el orden y la seguridad ciudadana.
-Auxiliar y proteger a las personas y asegurar la conservación y custodia de los bienes que se encuentran en situación de peligro por cualquier causa.