Artículo de Sigfredo Hillers sobre el discurso del Rey el 15 de junio

Prof.
Dr. Sigfredo Hillers de Luque

Facultad
de Derecho

Univ.Complutense
de Madrid (Jubilado)

Con motivo de la
conmemoración -a bombo y platillo- por parte de todos los m.c.s. oficiales y
privados de las primeras elecciones “libres y democráticas” en la
España partitocrática del 15 junio 1977 se deslizó una falsedad histórica muy
intencionada que, convenientemente repetida y no discutida, se ha pretendido -y
“casi” conseguido- convertir en verdadera.

Desde el punto
de vista de la “opinión popular” así ha sido, porque una mentira; una
falsedad, repetida machaconamente, sin discusión o controversia, se
convierte en “verdadera”, i.e. en una “verdad histórica”.


Sin embargo
examinados detenidamente los hechos históricos se descubre la falsedad
intencionada. No. No hubo convocatoria a elecciones constituyentes. Es uno de
los engaños patentes de este sistema partitocrático.

Este requisito
decidió saltárselo a la garrocha la “troika” (Juan Carlos I +
Torcuato Fdez. Miranda + Adolfo Suárez). Es un requisito indispensable para que
las Cortes (Parlamento) sean consideradas “constituyentes”. Requisito
a su vez indispensable para que puedan redactar el texto de una futura
Constitución que se someta luego a referéndum. Para ayudar a mejor memorizar a
los alumnos, en mis clases de la Facultad de Derecho yo solía explicar: “Se convocan elecciones constituyentes para
que las Cortes constituyan una Constitución
“. Es evidente que el
paso por la Facultad de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid, no sirvió
de mucho a Felipe VI. No podemos culpar al profesorado porque, según
noticias, faltó mucho a clase.

A título de
ejemplo: La tan admirada República de 1931 por parte de izquierdas (incluyendo
a los masones) y derechas así lo hizo en su época: convocatoria a Cortes
constituyentes, porque al ocupar el poder político, no tenían nada
que ocultar. Por el contrario la “troika” formada por Juan Carlos I o
Campechano I (copyright de Federico Jiménez Losantos); Torcuato Fdez. Miranda y
Adolfo Suárez, sí tenían mucho que ocultar. Nada menos que el propósito de
“la voladura controlada del Régimen de Franco”, según sabemos en
detalle por el libro de Joaquín Bardavío, Jefe de Prensa y Comunicación, hoy
diríamos “portavoz” de Presidencia del Gobierno en la época de
Adolfo Suárez, escrito en tono elogioso y no en tono acusador. ¡Faltaría más!
(N.B. Por mi parte y disculpen la auto-propaganda, lo tengo recogido en
uno de mis libros, vol. IV de mi obra Derecho-Estado-Sociedad- 1.400 págs.
publicado hace 25 años (Editorial Aranzadi).

Esta precisión
en los términos se lo debemos al ya fallecido Prof. Galán Gutiérrez,
catedrático de Derecho Natural y Filosofía del Derecho de la Univ. Complutense
de Madrid, quien lo recordó “urbi et orbi” en un magnífico artículo a
toda página en el ya desaparecido diario “El Alcázar”. Antes se
lo había expuesto personalmente al nuevo Presidente de las Cortes (1977)
Antonio Hernández Gil, ya que eran compañeros en dicha Universidad. Hdez. Gil
era catedrático de Derecho Civil, quien tras largo debate no tuvo más
remedio que reconocerlo. Y así lo expuso Galán Gutiérrez en “El
Alcázar”.


N.B, Hdez.
Gil fue el que mandó retirar el crucifijo de la mesa presidencial en las Cortes
y de paso mandó también tapar, solo “tapar” no retirar, el escudo
nacional todavía plenamente vigente que presidía el salón de las Cortes, para
no herir la sensibilidad de los nuevos diputados, entre ellos La Pasionaria,
Rafael Alberti, Santiago Carrillo, etc…


Otra precisión
por mi cuenta que invalida la toma de posesión de las fraudulentas Cortes
pretendidamente constituyentes. Los nuevos diputados no juraron ley alguna. Sin
embargo era requisito indispensable. Recordemos el art. 2 de la Ley de
Principios del Movimiento Nacional del 17 mayo 1958, con rango de Ley
Fundamental o Ley Constitucional, aprobada en referéndum de la Nación, que
estaba plenamente vigente en junio 1977: “El juramento que se exige para ser investido de cargos públicos habrá
de referirse al texto de estos Principios Fundamentales


Equivalente a
hacernos creer que en la España de junio 1977 no existía legislación
alguna. Era una Nación sin leyes… Otra paradoja: La “troika”
antedicha compuesta por Juan Carlos I; Torcuato Fdez. Miranda (Presidente de
las Cortes) y Adolfo Suárez (Presidente del Gobierno), al ocupar sus
importantes y respectivos cargos, sí habían jurado previamente fidelidad a
dichas Leyes Fundamentales, Juan Carlos I incluso por dos veces, una en vida de
Franco (1969) y otra de nuevo al fallecer Franco (novbre.1975) para ser
coronado como Rey de España. Y eso porque Franco no le obligó a jurar las
Leyes fundamentales 7 veces que si no, 7 veces las hubiera jurado con tal de
acceder al trono como sucesor de Franco y hubiera sido entonces 7 veces
perjuro. De este modo, Juan Carlos I fue tan “solo” perjuro por
dos veces.


Ni que decir
tiene que cuando se estableció la República en 1931 y se celebraron las
elecciones a Cortes constituyentes, tal problema no existió. Era un nuevo
régimen político y tales Cortes constituyentes no tenían que guardar
fidelidad a ningún sistema legislativo anterior. Todo lo contrario.
Posteriormente (26.11.1931, i.e. cuando todavía no está promulgada la
Constitución de la República), las Cortes constituyentes “declaran culpable de alta traición,
como fórmula jurídica que resume todos los delitos del acta acusatoria, a quien
fue Rey de España don Alfonso de Borbón y Hagsburgo-Lorena
” (N.B. Evitan
citarle como Alfonso XIII). Se le considera culpable de alta traición por haber
cometido la más criminal violación del orden jurídico de su país.


Más todavía…
Las Cortes constituyentes de la República se auto-proclaman “el Tribunal soberano de la Nación
y al declararle (a Alfonso XIII, añadimos nosotros) solemnemente fuera de
la Ley, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en
territorio nacional. Por si fuera poco, al despojarle de todos sus dignidades,
títulos y derechos añaden de forma inequívoca: “…sin que pueda reivindicarlos jamás ni para él ni para sus sucesores
(sic). Ni que decir tiene que todas sus riquezas y propiedades en España
fueron incautadas. No en el
extranjero, ya que en 1931 no existía el modo de llevarlo a cabo.

Decíamos más
arriba que el actual Rey de España Felipe VI no conoce la Historia de España ni
siquiera la historia de su familia más directa, al hablar de la
“dictadura” y de la “Guerra civil”, en términos peyorativos
y/o despectivos porque todo lo antedicho fue expresamente derogado por Ley
del 15 de diciembre de 1938 en plena “guerra civil” y con validez
entonces únicamente en el territorio de la España Nacional, hasta llegar al 1º
Abril 1939, el Día de la Victoria del Ejército Nacional. Una Ley
redactada por un tal Serrano Suñer y firmada por un tal Francisco Franco, por
la cual además se devolvían a Alfonso XIII, residente entonces en Italia, precisamente bajo
el Régimen de Mussolini, todas sus riquezas y propiedades en España. Un
“leve dato” que durante los 39 años del reinado de Campechano I nunca
se publicó en los m.c.s. españoles, razón por la cual el actual Rey Felipe VI
nunca se enteró.

La muy admirada
“Transición”, siempre escrita con inicial mayúscula, fue todo un
proceso fraudulento hasta llegar a la Constitución española de 1978. La famosa
frase, acuñada por el maquiavélico Torcuato Fdez. Miranda, hasta su
defenestración en 1977, a petición del PSOE de Felipe González. (N.B. y que de Derecho Político/Derecho Constitucional
no tenía la menor idea, a pesar de ser catedrático de esa asignatura. Ni falta
que le hacía, cfr. sus libros publicados a lo largo de su dilatada carrera):
De la Ley a la Ley”, a la que
yo suelo replicar. No. Más bien fue: ” de oca a oca y tiro porque me toca,
o mejor dicho, cuando me da la real gana, porque para eso el parchís es mío
“.

Analicemos con
algún detalle el discurso en el Congreso el 28.6. 2017 del actual Rey Felipe VI
que incurre reiteradamente en la misma falsedad. No sabemos si añadir, a
pesar de estar asesorado por un equipo o más bien un ejército de asesores
políticos, o precisamente por estar asesorado por un nutrido equipo de asesores
políticos:

1) Permítanme
comenzar mi intervención recordando las palabras que S. M. el Rey Juan Carlos I
pronunció en la apertura de la legislatura constituyente (sic), el 22 de julio
de 1977: “La democracia —dijo
entonces ante estas Cámaras— ha
comenzado. Ahora hemos de tratar de consolidarla
“.

2) Una
sociedad, cuando reconoce la valía y la ejemplaridad de quienes merecen la
gratitud de sus compatriotas, se honra a sí misma. Y son muchas las personas a
las que les debemos esa gratitud. Están en la mente y en el recuerdo de todos. Los
diputados y senadores elegidos en las elecciones del 15 de Junio tenían ante sí
una responsabilidad histórica: dar la respuesta política a nuestros errores del
pasado y superar las diferencias entre los españoles, convencidos de que la
Guerra Civil y la dictadura eran, como se afirmó entonces en estas Cámaras, una
inmensa tragedia sobre la que no cabía fundar el porvenir de España.

Como vemos, el
actual Rey no conoce la Historia de España, ni siquiera la historia de su
padre. Precisamente gracias a esa “dictadura” pudo su padre acceder
al trono, por obra y gracia (N.B. maldita la “gracia”) de un tal Francisco
Franco, ante cuya decisión una Centuria de Montañeros, mandada por el ya
fallecido falangista Manuel Cepeda, se volvió de espaldas, cuando él (Franco)
les pasaba revista militar en la lonja del Monasterio de El Escorial, el 20 noviembre
de 1957, rompiendo así, parafraseando a José Antonio, el “sagrado vínculo de disciplina“.

No obstante,
bueno es recordar la diferencia entre padre e hijo en su planteamiento respecto
a la Guerra Civil y al régimen de “dictadura” de Francisco
Franco y que, posteriormente (1978), fue mantenido en la Constitución (tanto en
la figura del Rey como Jefe del Estado así como en cuanto al orden de
sucesión).

Recordemos las
palabras del padre, Juan Carlos I, el 22 julio 1969, pronunciadas (leídas más
bien (*)) solemnemente ante las Cortes “franquistas”, presididas por
Franco y ante las cámaras de TVE, después de su público juramento, ante un
histórico crucifijo. dicho sea de paso de fidelidad a las Leyes
Fundamentales, por lo que se refiere a esa “inmensa tragedia” sobre
la que no cabía “fundar el porvenir de España” (su hijo Felipe
VI dixit):

“Mi General, señores Ministros, señores
Procuradores. Plenamente consciente de la responsabilidad que asumo, acabo de
jurar, como sucesor a título de Rey, lealtad a su Excelencia el Jefe del Estado
y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes
Fundamentales del Reino…”

“… Recibo de su Excelencia el Jefe del
Estado y Generalísimo Franco la legitimidad política surgida el 18 de Julio de
1936, en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, tristes pero
necesarios para que nuestra Patria encontrara de nuevo su destino…”

(*) Tenemos el testimonio de su padre
(D. Juan de Borbón) que en aquellas fechas no se hablaba con su hijo, al
haberse prestado a jurar las Leyes Fundamentales, a pesar de saber que él, su
padre y sucesor legítimo de Alfonso XIII, se había negado… Residía,
auto-exiliado en Estoril/Portugal, y al no poder sintonizar TVE se desplazó a
otra localidad portuguesa… Muy emocionado, su comentario, al terminar la
ceremonia: “¡Qué bien ha leído
Juanito!”.
De ahí le viene uno de los motes que la guasa hispánica le
colocó: “Juan Carlos el león” porque todo lo leía incapaz de
memorizar.

Por su parte
Franco en aquella solemne e histórica sesión de las Cortes españolas el 22 de
julio 1969, deja bien en claro algo que jamás se ha reproducido
oficialmente durante los 39 años del reinado de Juan Carlos I y
mucho menos en el de su hijo y sucesor, Felipe VI: “…En este orden creo necesario recordaros que el Reino que
nosotros, con el asentimiento de la Nación, hemos establecido, nada debe al
pasado. Nace de aquel acto decisivo del 18 de Julio, que constituye un hecho
histórico trascendente, que no admite pactos ni condiciones…”

Y en otro pasaje
de su discurso, Franco añade: “…Se
trata pues de una instauración y no de una restauración. Ha de quedar bien en
claro y bien entendido ante los españoles de hoy y ante las generaciones
futuras (sic) que esta Monarquía es la que fue instaurada por la Ley de
Sucesión del 7 julio 1947, perfeccionada por la Ley Orgánica del Estado del 10
enero 1967: Monarquía del Movimiento Nacional continuadora perenne de sus
principios e instituciones y de la gloriosa tradición española…


Sigamos analizando el discurso de Felipe VI en el Congreso
el 28.6.2017:

3) “Porque el verdadero protagonista de esos
años fue sin duda el pueblo español; lo fue con su participación y voto en
el referéndum para la aprobación de la Ley para la Reforma política; lo
fue con su participación en las Elecciones del 15 de Junio; y lo fue en el
Referéndum de 6 de diciembre de 1978 por el que se aprobó la Constitución
.”

En primer lugar,
en la del gran proyecto de reconciliación nacional, el gran propósito
nacional de unir a las dos Españas que helaban el corazón de Antonio Machado.
Ciudadanos de distinta procedencia, ideas, origen y condición social se reencontraron,
se tendieron la mano, y se fundieron en un gran abrazo, sin rencor y sin odio,
para mirar al futuro y no al pasado.

Hace muy bien en
citar expresamente la “Ley para la Reforma política”, piedra
clave en la pavimentación del camino hacia la “sagrada Transición” y
obra personal del citado maquiavélico Torcuato Fdez. Miranda, una Ley con rango
fundamental que rompe con toda la tradición jurídica española (incluyendo a la
“oprobiosa dictadura”). No lleva ni la obligada “Exposición de
motivos” ni la obligada “cláusula derogatoria”. Mejor dicho, inicialmente el proyecto de Ley
sí llevó “exposición de motivos”, pero el antedicho astuto y
maquiavélico Torcuato, que ocupaba entonces el cargo de Presidente de las
Cortes, al comprobar que en las discusiones parlamentarias (“cortes
franquistas”) se empezaba a traslucir el verdadero objetivo de tal
ley-trampa… la “voladura
controlada del Régimen jurídico de Franco
“, decidió suprimirla,
aplicando el sabio refranero español: “muerto
el perro… se acabó la rabia
“.

En cuanto a la
cláusula derogatoria, algo normal en todo proyecto de ley, máxime si era de
rango fundamental, lo mismo. Allí se vería claramente qué artículos de las demás
Leyes Fundamentales, firmadas por un tal Francisco Franco, y juradas
solemnemente por el jefe de la “troika” Juan Carlos I y además por
dos veces quedarían derogados. Se verían entonces claramente las
intenciones de la “troika”.

Ni que decir
tiene que en la Constitución de 1978 sí figuró finalmente está obligada
cláusula derogatoria. Ya no importaba que todos nos enterásemos de cuáles eran
las Leyes del Régimen de Franco que quedaban derogadas. Era el “consummatum
est”. Se había consumado, i.e. “la voladura controlada del régimen jurídico-político de Franco“.

El párrafo que
añade a continuación Felipe VI refleja su ignorancia y/o la de su equipo
de asesores políticos respecto a la Historia de España. Ignoran que el
“copyright” del término “reconciliación nacional” pertenece
a Santiago Carrillo desde 1948. Era entonces el Secretario General del Partido
Comunista español en el exilio, afincado en Paris, bajo la tutela del
omnipresente Stalin, jefe supremo de la Unión Soviética (uno de los 3 grandes
vencedores de la II Guerra Mundial). Gracias a la poderosa máquina de
propaganda de la URSS, se propagó “urbi et orbi” a través de su
órgano oficial “Mundo Obrero”.

El añadido que
hace luego Felipe VI de que las dos Españas “se tendieron la mano, y se fundieron en un
gran abrazo, sin rencor y sin odio, para mirar al futuro y no al pasado
“, es
el clásico latiguillo que suelen emplear los políticos profesionales para
arrancar aplausos y luego los votos del auditorio… incluyendo al ya fallecido
Manuel Fraga, cuando era el “mandamás” del Partido Popular y más
recientemente a su paisano Mariano Rajoy. Lo de “sin rencor y sin
odio”, mejor sería preguntárselo al catastrófico Presidente del Gobierno,
Rdez. Zapatero (PSOE) con su “beatífica” Ley de Memoria
Histórica.

4) Decía Emilio
Castelar en esta misma tribuna que “el
menosprecio a las leyes nos conduce a una decadencia sin remedio. Es el más
terrible y el más incurable de nuestros defectos
“.

Aquí el equipo
de asesores de Felipe VI le juega una mala pasada, aprovechando la coyuntura
del bajo nivel cultural del “asesorado” (más o menos el mismo
nivel que el de su padre, el “rey emérito”), y entresacan con pinzas
una frase anodina y “polivalente” de Castelar, silenciando por el
contrario su razonado y contundente repudio de la dinastía de los Borbones.
Veamos algunos de los párrafos de su discurso en las Cortes constituyentes de
1870 (N.B. aquí si eran efectivamente “Cortes constituyentes”) o,
como diría Felipe VI, “desde
esta misma tribuna
“:

“…La Revolución de septiembre se preparó; la
Revolución de septiembre se condensó; la Revolución de septiembre se consumó al
grito universal, que en realidad era
afirmativo de todas nuestras libertades, al grito de: ¡Abajo los Borbones!…”

… Pues bien, señores diputados, decía
Castelar en aquellas fechas
(N.B. Advertimos al atento lector que Castelar
literalmente decía, y no leía papel alguno)
¿Qué ha pasado, qué ha sucedido entre nosotros? ¿Qué ha pasado con los Borbones
en España? Yo os pido sobre este punto un instante de atención, pues
procuraré ser breve…”

Señores, no me propongo, absolutamente no me
propongo proferir ninguna ofensa. Yo combatí a los Borbones cuando eran
poderosos; yo los respeto hoy que son desgraciados (sic 1870). Yo, señores
diputados, hablaré de las grandes catástrofes que han traído su política; y al
hablar de estas catástrofes tendré toda la inflexible justicia, pero también
toda la severa imparcialidad de la Historia
.”

¡Fenómeno digno
de estudio! La familia de los Borbones ha sido desde fines del s. XVI hasta
fines del s. XVIII una familia esencialmente revolucionaria. Ella, más que
ninguna otra de las familias reinantes contribuyó a la secularización de
Europa…

“…Cinco hechos capitales secularizaron Europa:
El edicto de Nantes, que introdujo en una nación católica la tolerancia
religiosa. Fue obra de un Borbón, de Enrique IV. La Paz de Westfalia, que elevó
la tolerancia a Derecho Internacional, fue obra principal de dos ministros de
la casa de Borbón. La Enciclopedia, que armó con grandes ideas a los
“ejércitos de la libertad”, fue debida a la tolerancia de dos
Borbones. La expulsión de los jesuitas, que desorganizó los ejércitos de
la autoridad, fue debida a la iniciativa de un Borbón…”

Felipe V fue en
el primer periodo de su reinado en España un chambelán de Luis XIV.

Ya sabía Carlos
III que él no era español, a pesar de haber nacido aquí; que él era Borbón, es
decir, que él era extranjero, que él era francés. Ya sabía Carlos IV que él no
era español, que él era extranjero, que él era francés, cuando por socorrer a
su primo pierde San Sebastián y Bilbao, Figueras y Rosas, cuando por complacer
al Directorio se jacta de pudrir en los puertos sus naves.

Ya sabía
Fernando VII que él no era español, que él era extranjero, que él era francés,
cuando pone su reciente cetro a la sombra de Napoleón y se dirige a
Bayona a postrarse ante Napoleón. Y le sigue como pálido satélite y se postra a
sus pies para lamerle las espuelas y le cede la tierra de Pelayo y del Cid, y
le felicita cuando sus bárbaras legiones incendian nuestras ciudades y
degüellan a nuestros padres, con el nombre de Fernando VII en los labios.

Señores diputados, ¿creéis que no tenemos
razón, que no tenemos derecho los españoles para expulsar definitivamente a
todos los Borbones?¿Creéis que ha habido en el mundo ningún pueblo que hubiera
sido con ellos tan complaciente, y que por lo mismo tenga hoy más derecho para
destronarlos a todos
?

El odio a los Borbones, señores diputados, es
popular, es universal. Los habéis podido sostener por mucho tiempo por razones
de conveniencia. No los habéis sostenido nunca por un sentimiento de amor y de
justicia…”

Todos, absolutamente todos sabían que si el
pueblo se enteraba de que el pretendiente al trono Duque de Montpensier llevaba
el nombre de su familia (Borbón) jamás podría acceder al trono.

Yo, señores diputados, refería en otra ocasión la
genealogía y el mayorazgo de ese candidato y yo lo repetiré aquí cien veces…
Luis XIII, Rey de Francia, tuvo dos hijos, Luis XIV y Felipe de Borbón, Duque
de Orleans… De suerte que los hijos de este último son Borbón, Borbón, Borbón
y Borbón, cuatro veces Borbón, quiero decir, cuatro veces enemigos de la
libertad y de la Patria…”

“… Yo recuerdo todavía que el Sr.
Presidente del Consejo de Ministros, en la primera sesión que aquí celebramos,
se levantó y hablando de la restauración de los Borbones, dijo: Jamás,
jamás, jamás… Y yo me preguntaba ¿Cómo es que S.S. de ordinario tan sobrio y
conciso, usó tres veces el adverbio “jamás”?”

“… Vuestra conciencia os diría, habiendo
abierto la puerta al Príncipe Alfonso: “liberales, aquí ya no hay
libertad”. Y también vuestra conciencia os diría, habiendo abierto
la puerta a un francés, al Duque de Montpensier: “Españoles, en la nación
de Zaragoza y de Gerona, en la cuna de Pelayo y del Cid, en la tierra de
Covadonga y de Bailén… Españoles, aquí ya no hay Patria
” (ruidosos
y prolongados aplausos).

N.B. Este verdadero hallazgo
histórico del “Diario de Sesiones” del Congreso, se lo debemos
al Jefe del cuerpo de taquígrafos del Congreso en los años 60 y 70 de las
“Cortes franquistas” -cuyo nombre desgraciadamente no lo tengo
anotado- que preparaba a un grupo de aspirantes a taquígrafos del Congreso en
próximas convocatorias. Este discurso de Castelar figuraba entre los
textos seleccionados por él para dictárselo a sus alumnos como ejercicios
preparatorios. ¡Lástima que en su día no llegó a conocimiento de un tal
Francisco Franco! ¡De haberlo leído, y con la ayuda de Dios, cuánto hubiera
cambiado la Historia de España! ¿No os parece?


5) En tercer lugar, sigue diciendo Felipe VI, o mejor
dicho sigue leyendo Felipe VI, hace la afirmación de nuestra unidad nacional
asumiendo la diversidad territorial de España con orgullo y coherencia;
reconociendo, como señalé en mi discurso de proclamación, que la diversidad
está en nuestra historia y define nuestra propia identidad nacional; y que los
sentimientos se deben respetar y comprender, nunca ignorar, enfrentar o
dividir. De esa manera, la Constitución del 78 proclamó su voluntad de proteger
a todos los pueblos de España en el ejercicio de sus culturas y tradiciones, de
sus lenguas y de sus instituciones; y reconoció
el autogobierno de sus nacionalidades y regiones, que son
también patrimonio de todos los españoles.

Tres decisiones
tomadas por el pueblo español que devolvieron a España la confianza en sí
misma, la autoestima y el orgullo de ser, en primer lugar, un ejemplo
para nosotros mismos y en segundo lugar, una referencia para las democracias en
todo el mundo.

Parece
increíble. Transforma los vicios en virtudes, barriendo para adentro (“pro
domo sua” que dicen los cultos) ¡Valiente desfachatez! Presenta a la
“España de las autonomías” como base sobre la que se sustenta
“nuestra unidad nacional” ¡Así nos luce el pelo! ¡Pero si es
cabalmente al revés! Pero si una persona tan insertada en el sistema
partitocrático actual, como Esperanza Aguirre, en unas declaraciones hechas
públicas, poco antes de su auto-defenestración, reconocía que la “España
de las autonomías” había sido un grave error de “nuestra
democracia”.

De manera que
asumiendo la diversidad territorial
de España
“, “la
Constitución del 78, protegiendo a todos los pueblos de España, en el ejercicio
de sus culturas y tradiciones, de sus lenguas y reconociendo el autogobierno de
sus nacionalidades y regiones…”
es la base sobre la cual se
sustenta “nuestra unidad nacional
¿seguro? Entre las pretendidas
“virtudes” descritas por Felipe VI, hay una que se le olvida
mencionar: el separatismo (hoy eufemísticamente denominado en los
m.c.s. “soberanismo” y/o “independentismo”). Solo
con la cultura que proporcionan los telediarios de t.v. podríamos saber si con
la Constitución del 78 y con este sistema partitocrático, el separatismo ha
aumentado o ha disminuido en España.

¿Hemos entendido
bien? Pero si es cabalmente al contrario. Vayamos por partes:

a) Va a resultar
que la transferencia a las “autonomías” de un área tan importante
como la Educación para la unidad de España, que ha dado lugar a las
“ikastolas” en el País Vasco, antiguas Provincias Vascongadas, y a la
“inmersión lingüística” en Cataluña (Barcelona, Tarragona, Lérida y
Gerona), inculcando a los escolares desde la más tierna infancia el odio a
España… ha ido formando la “unidad nacional” actual. Y Felipe VI
está tan orgulloso de dicha “unidad nacional” que la elogia y la
inciensa y le dedica un párrafo especial de su discurso conmemorativo de…,
etc.

b) La diversidad
territorial de España….. Vayamos al caso concreto de Madrid, que nos pilla
más cerca… Resulta que por “arte de birli- birloque” como decíamos
en mi barrio… pasa a ser una “república independiente”, con 6,5
mill. de habitantes, se la desgaja, se la separa de Castilla. ¿Con qué derecho?
¿Por decisión de quién? Por la “troika” antedicha, presidida por el
padre de Felipe VI, i.e. Campechano I, Torcuato Fdez. Miranda y Adolfo Suárez.
Dígaseme ¿cuándo ha habido esas pretendidas masas de madrileños manifestándose
en las calles, reivindicando ese pretendido “derecho de independencia y/o
de autonomía” para Madrid?

Sigamos con el
tema de Madrid y con el tema de la “diversidad territorial de España”
que Felipe VI, queriéndolo o sin querer inserta en su “magistral
alocución” que leyó a todos… ¿Por qué y por quienes se ha decidido
el troceamiento de Castilla? Antes y durante “la oprobiosa dictadura”
existía una mera división territorial -casi meramente semántica- Castilla la
Nueva y Castilla la Vieja. Ahora, con Campechano I en el trono tenemos:
Castilla y León, aquí el antiguo Reino de León unido por la fuerza a Castilla.
Nunca lo habían pedido los leoneses; Castilla-La Mancha. Ni en los libros
de Cervantes se encuentra tal disparate, Albacete y Ciudad Real unidos a
Toledo, etc.; Madrid, separada de Castilla como “república independiente”,
recibe el nombre de “Comunidad de Madrid”; Santander, siempre
orgullosa de ser el “puerto de Castilla” también se la declara
“república independiente” y recibe el nombre de Cantabria; Logroño,
lo mismo. Se la rebautiza con el nombre de Comunidad autonomía de La Rioja. Y
todo esto, sin consenso, sin tener en cuenta a las “masas populares”
que hipotéticamente se manifestaban en las calles.

¿Y a qué viene
este desmembramiento, esta sub-división de Castilla? ¿Por recomendación
de la Real Academia de la Historia, que hubiese redactado un detallado informe?
En absoluto. La verdadera razón estriba en “animar” a Josep
Tarradellas, innegable catalanista de la II República llegado del exilio,
a aceptar sin reservas la figura de Juan Carlos I, sucesor de Franco,
como guinda de la nueva tarta: la España de las Autonomías.

Sin embargo, antes
hay que tener en cuenta que Cataluña no puede aceptar una Castilla unida;
una Castilla que la eclipse, ni siquiera que le proyecte su densa sombra. Hay
que reducir, trocear Castilla (N.B. Posteriormente, como premio,
Campechano I le concede a Tarradellas el título de “Marqués de
Tarradellas”).

Es evidente que
ni su padre J.C. I ni ninguno de su equipo o ejército de asesores han sabido
instruir a Felipe VI. Siguiendo el sabio refranero español, “como muestra
vale un botón”. De un lado, tenemos una entrevista radiofónica de José Mª
Gironella. No recuerdo la fecha. Debió ser en la década de los 90. Nacido
y criado en el Ampurdán, solo hablaba catalán hasta abril 1939.

Contrariamente a
los elogios e incienso quemado por Felipe VI en favor de la Constitución del
78, Gironella en su entrevista, declara abiertamente que gracias a la enseñanza
obligatoria en español (él no decía “castellano” como los
separatistas catalanes), pudo entrar en el amplio mundo del idioma hispano y
empezar a escribir en español. “Pero
Vd. siempre podría haber escrito en catalán, como buen ampurdanés”,
le
interrumpió el entrevistador. “Hombre,
no compare. Querer comparar el catalán con el español, es como comparar una
hormiga con un elefante…”
Final de la transmisión. Diríamos
nosotros. Eso no se lo podían perdonar ni Jordi Pujol (sucesor de Tarradellas)
ni su familia. Se le declaró el boicot total en todo lo largo y ancho de
Cataluña.

De otro lado,
tenemos a Albert Boadella. En sus múltiples entrevistas en los medios de
comunicación se declara totalmente contrario a la política lingüista del
Gobierno Rajoy y Gobiernos anteriores, permitiendo la famosa “inmersión
lingüista” en Cataluña. No solo lo manifestaba abiertamente, sino que
además, y eso es lo peor, lo expone razonadamente, con argumentos de profundo
calado. No creo que haya nadie capaz de superar a Boadella en esta área de las
consecuencias políticas y anímicas que ha tenido la sorprendente interpretación
a nivel nacional de la Constitución 1978 que ha tenido en los m.c.s., y que
Felipe VI tan encendidamente elogia.

6) Los
parlamentarios del 15 de Junio no estuvieron solos. Les acompañaron los líderes
intelectuales, culturales, empresariales y sociales de la España de aquel
tiempo, en el que también los Medios de Comunicación desempeñaron
una función muy relevante y necesaria. España entera se movilizó,
unida y con el voto de sus ciudadanos, a favor de la libertad en paz, la
convivencia y la democracia.

Hace muy bien
Felipe VI en dedicar un párrafo de agradecimiento a los medios de comunicación
social (m.c.s.). Hubo un pacto secreto no escrito entre la Corona (Juan Carlos
I) y los m.c.s. por el papel desempeñado entre novbre. 1975 y la abdicación
“forzada” de Campechano I en junio 2014.

Por poner un
ejemplo, en la Facultad de Derecho, curso por curso, yo ofrecía a mis alumnos
una subida de nota a quien me trajese una referencia impresa criticando, aunque
fuese levemente, a J,C. I. Hasta el año en que apareció un libro de Jesús Cacho,
no recuerdo ahora su título, que rompió con el “tabú” o pacto no
escrito. Era la época en que Jesús Cacho formaba parte de la tertulia de
Jiménez Losantos en la COPE. También otra referencia impresa: cuando
David Jiménez se hizo cargo de la dirección de “El Mundo” en mayo
2015, en su primer editorial, a toda página, reconoció que los m.c.s.
españoles habían sido demasiado “benévolos” con Campechano I, en la
medida que se iban ocultando al público, al “ciudadano medio”,
por consenso, sus “trapisondas”, el sabio refranero español nos
advertía que “de aquellos polvos, vinieron estos lodos”.

N.B. Prohibido hacer dobles lecturas
barriobajeras y chistes fáciles de este conocido refrán español. En el barrio
golfo de Madrid en el que yo me crié, jamás utilizábamos este refrán. Era como
colocar el balón en el fatídico punto de penalti, invitando al contrario a
chutar. También me viene a la memoria el comentario jocoso que utilizábamos en
voz alta en nuestros campamentos, cuando alguien se extralimitaba
“procazmente”: “Vaya… Ya
salió el clásico camarada con su pincelada soez y grosera…”.

7) Una
sociedad con altos índices de analfabetismo dio paso a otra en la que
se universalizó la educación; de una cultura cerrada pasamos a una de las más
tolerantes, abiertas y plurales; comenzó el reconocimiento de la dignidad de la
mujer y su plena incorporación, en igualdad, a todos los ámbitos de nuestra
sociedad; se construyó el Estado de Bienestar y una sanidad pública, gratuita y
universal….

Aquí Felipe VI
debió señalar cifras de esos “altos índices de analfabetismo”, entre
1939 y 1975 que es la sociedad que su padre (J.C. I) recibió de un tal
Francisco Franco. Incluso también los “altos índices de
analfabetismo” de la España recibida el 1º de Abril 1939. Día de la
Victoria del Ejército Nacional, acaudillado por un tal Francisco Franco.
De otro modo, tal y como está redactado el texto que Felipe VI leyó, parece
como si la situación cultural de la España de hoy fuese obra de la Constitución
del 78.

Mientras la Casa
real nos facilita estos datos esclarecedores porque nunca recibiremos
disculpas por tamaño “lapsus”, quisiéramos
referirnos a dos entidades muy significativas que Felipe VI no ha llegado a
conocer, y nadie le ha ilustrado sobre su existencia, en la meritoria labor de
reducir el analfabetismo en España:

1) Durante el
Servicio Militar Obligatorio, año tras año, las Fuerzas Armadas (Tierra, Mar y
Aire) impartían clases de alfabetización.

2) La Sección
Femenina, cuya Delegada Nacional fue Pilar Primo de Rivera, en el ámbito rural
desarrolló una magistral labor de alfabetización y algo más.

Con la
Constitución de 1978, “sabiamente” administrada por este régimen
partitocrático, se pudo hacer desaparecer estos dos magníficos canales de
alfabetización.

Para acabarla de
arreglar, Felipe VI, añade luego en este punto de la
“alfabetización”, nada menos que el tema de la “Sanidad pública,
gratuita y universal” en España ¿No hay nadie que asesore a este
pobre ignorante? (su padre, desde luego, no). Alguien que le ilustre de que no
fue obra derivada de la Constitución de 1978, sino mucho antes de nacer él
(Felipe VI) durante el régimen de un tal Francisco Franco. Un dato añadido en
el “curso de ilustración” a impartir a Felipe VI. Deben explicarle
también quién fue José Antonio Girón de Velasco, ex-combatiente en la Guerra de
Liberación Nacional, Medalla Militar individual ganada en el Alto de los
Leones, que siempre se declaró abiertamente falangista, durante casi 16
años Ministro de Trabajo con Franco, donde entonces se insertaba la “Sanidad
pública, gratuita y universal” elogiada ahora por Felipe VI.

Podríamos seguir
analizando y criticando el discurso leído en el Congreso el 28 junio 2017 por
Felipe VI, pero optamos por dejarlo aquí. Como nota anecdótica, añadir aquí la
referencia al artículo del “anarquista visceral” Sánchez Dragó
publicado en “El Mundo” el 18.6.2017. De entrada, califica al actual
“régimen español de libertades y democrático” como “cacocracia”.
Una coincidencia. Tampoco votó a favor de la afamada Constitución de 1978 y no
cree en el sufragio universal. Otra coincidencia, no participa en las
periódicas elecciones libres y democráticas. Él, yo y millones de españoles
formamos parte del partido que cosecha más votos en España: la abstención. Y
sin embargo nuestros votos no suben al marcador. Los beneficiarios directos de
esta partitocracia (i.e. los partidos políticos) no tienen en cuenta nuestra
opinión. Y Sánchez Dragó la tiene, yo también, igual que millones de
españoles…

Por el
contrario, Felipe VI cita en diversas ocasiones en su discurso leído, lo
que para él es prueba de apoyo popular y consolidación del régimen actual: el
número de votos. Sin embargo, hay un dato que se le olvida mencionar: el
número de abstenciones, somos el partido mayoritario en España.


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