Franco y el “Espanya ens roba”

 Juan Chicharro Ortega

General de División de Infantería de Marina (R) 
 
Fueron
muchas las ocasiones, allá por los años 70 del siglo pasado, en las que al
mando de una pequeña unidad de buceadores de combate tuve la oportunidad de
acudir a Cataluña para llevar a cabo diversas misiones: principalmente
reconocimientos hidrográficos y escolta naval/subacuática de diferentes
autoridades. Aún recuerdo la extraordinaria acogida con las que nos recibían
sus habitantes; de hecho, aunque vivaqueábamos las más de las veces, no fueron
pocas las ocasiones en las que amables “payeses” – que hablaban el castellano
con dificultad – nos alojaban en sus viviendas al tiempo que mis soldados y
marineros alternaban con las bonitas lugareñas. Nuestro gran autobús – con el
emblema de nuestra unidad y nuestra bandera española pintada al costado – era
objeto de innumerables visitas curiosas por ver de cerca nuestros equipos y
hacerse fotos. La playa de Es Estartit frente a las Islas Medas fue una de las
muchas que reconocimos y a duras penas lográbamos apartar de nosotros a los
paisanos del lugar que querían participar con nosotros.

Años
más tarde participé al mando de una Compañía en el desfile que con motivo del
día de las FAS tuvo lugar en Barcelona. La calle Diagonal repleta de banderas
españolas acogió a cientos de miles de barceloneses que desde tempranas horas
de la mañana nos aplaudían sin cesar dando ánimos y vítores con fervor al paso
de nuestras tropas.

Otrosí
podría decir respecto la boda de la Infanta Cristina; de nuevo Barcelona
adornada hasta el último lugar con la bandera roja y gualda en todos los
rincones.

Realicé
mis prácticas de Estado Mayor en las cercanías de Figueras y de nuevo las
mismas sensaciones de cariño que años antes había experimentado aparecieron en
todos los pequeños pueblos por donde transitábamos. Indescriptible.

 
Esta
es la Cataluña que yo conocí a finales del pasado siglo: probablemente, y no exagero, el lugar de España donde mejor
éramos acogidos y respetados.

Hoy,
cuando vemos la situación en esa querida región española uno no puede por menos
que preguntarse qué es lo que ha pasado para que todo sea diferente y el por
qué se ha instalado el odio hacia todo lo que representa España. La respuesta
no es complicada de contestar pues simplemente lo que ha sucedido es que desde
hace más de dos décadas Cataluña ha sido objeto de un plan
revolucionario/subversivo de libro, o de manual, en el que una fracción
minoritaria de la población se ha esforzado en perturbar la estructura social y
política para derrumbarla y sustituirla por otra ante la indiferencia y
pasividad del Gobierno de la nación ajeno a lo que estaba pasando y sigue
pasando ¡ Caramba, si acabamos de ver la toma de posesión del Sr. Torra con
absoluto desprecio a España, al Rey, a la Constitución y a la legalidad ante la
pasividad, pasmo e inoperancia de nuestro Gobierno!

 

No
voy aquí a introducirme en como se ha desarrollado este proceso revolucionario;
tan sólo decir que en todo movimiento subversivo es imprescindible una causa
justificativa y la principal de ellas, entre otras, ha sido la implantación en
el sentir popular de una idea-fuerza como la de “España nos roba” mediante la
manipulación y la mentira continuada, a través principalmente de los medios de
comunicación y de la educación. Y por supuesto el ataque directo a todo cuanto
significó la figura del Generalísimo Franco, y lo que representó en Cataluña,
ha sido y es objeto presente. Y por descontado, también, esta propia Fundación
desde la que escribo; basta entrar en redes sociales y observar como una gran
mayoría de mensajes contra la misma proceden de la propia Cataluña.

“España
ens roba” gritan por doquier propagando la mentira en el mejor estilo
estalinista.

 
Combatir esta mentira requiere un esfuerzo contrario que aún está
por ver por parte del Gobierno y sus socios en la aventura política; tan sólo
alguna formación política y algunas sociedades civiles hacen frente a tanta
falacia.

Hoy
desde esta columna la FNFF quiere aportar siquiera someramente algunas verdades
históricas irrebatibles por estar basados en datos meramente estadísticos
(anuarios de Hacienda y Economía) fácilmente comprobables por todo aquel que quiera conocer la verdad de
lo que supuso para Cataluña la labor de gobierno del Generalísimo Franco.

 

Recuperada
Cataluña para la unidad nacional en 1939 la situación era simplemente caótica
en todos los aspectos. La guerra fue cruel en todas partes y Cataluña no se
libró de la inquina marxista y anarquista que dejó esta región devastada en
todos los aspectos.

 

Nos
decía Manuel Aznar a propósito de Franco que al final de sus días este tenía un
gran dolor por la actitud de los universitarios y por la del clero.

 
No
comprendía el porqué de esa inquina de aquellos estudiantes contra su persona y
el régimen cuando era precisamente gracias a ambos el que hubieran tenido la
posibilidad de acceder a la enseñanza universitaria. Tiraban piedras contra el
sistema que había roto con el clasismo imperante en España hasta esos momentos
en la universidad y había posibilitado su acceso a la misma.
 

Los
datos, en Cataluña, lo dicen todo sin
mayor explicación : destacaremos que en 1936 el número de estudiantes de
enseñanza media era de 120000 y ya en 1950 ese número era de 221000. Y si en
1940 al acabar la guerra el número de universitarios era de 37286 al morir el
Generalísimo en 1975 era de 260847. La creación de la Universidad Autónoma y de
la Politécnica de Bellaterra así como la ampliación y modernización de la
Universidad Central fueron hitos importantes.

 

Más
incomprensible le resultaba al Generalísimo la actitud de la Iglesia católica
en general y desde luego la de Cataluña en particular sobre todo si la
contemplamos desde la perspectiva de que sólo en Barcelona durante la guerra
fueron destrozadas 286 iglesias ( prácticamente todas) y que fueron 4 los
obispos y 6700 religiosos asesinados de la forma más cruel en muchos casos.

 

Creo
que a las dos preocupaciones que afectaban a Franco, y que señaló Aznar, habría
que añadir la que no tuvo entonces por inimaginable: la de la desafección, hoy,
de la región española a la que se dedicó con más ahínco. Y es que esto fue así
en detrimento de otras regiones durante los 39 años en los que ejerció el
mandato supremo de la nación.

 

Así,
en 1975, Cataluña disponía de una inmensa red de energía hidráulica creada en
los cauces del Segre, Llobregat, Noguera Pallaresa y Noguera Ribargozana; de la
red de autopistas más extensa de España ( la primera autopista española es la
de Barcelona- Mataró); la red de ferrocarriles con mayor grado de
electrificación de España; la mayor inversión en empresas tales como la SEAT,
ENASA o Motor Ibérica, entre otras, ( el 40% del presupuesto del INI fue en
esos años invertidos en Cataluña) y, además, Barcelona merced a la Estación
Marítima creada era ya uno de los puertos más importantes del Mediterráneo e importante
fue, también, la ampliación notable del de Tarragona.

 

Sí,
las políticas de desarrollo en España tuvieron en Cataluña su niña mimada al
igual que sucediera en el campo agrícola como se puede comprobar con la gran
labor del Instituto de Colonización en el Delta del Ebro.

 
Y
desde la óptica social como no destacar que en 1975 la red asistencial y
hospitalaria de Cataluña constituía no sólo el 61% de la de toda España sino
sin duda la más importante.

Mas
de 1.5 millones de viviendas sociales entregadas dan idea de la inmensa obra
del Ministerio de la Vivienda y que hoy pese a que les hayan quitado los signos
externos siguen ahí presentes.

 

No,
no leerán en estos tiempos nada de estos logros que transformaron Cataluña de
una forma espectacular pero aún menos si hablamos del esfuerzo por preservar la
personalidad propia del gentilicio y cultura catalana.

 

En
ninguna parte leerán que fue Franco quien propició la Compilación del Derecho
civil especifico de Cataluña o que fue el impulsor de la Carta Municipal de
Barcelona y de su ensanche metropolitano, ni habrán oído hablar de su
implicación directa en la conmemoración de los centenarios de Jaume Balmes,
Mosén Jacinto Verdaguer o Maragall.

 

No,
no leerán que cuando el 1 de octubre de 1962 sucedió la gran desgracia de las
riadas en el Vallés, que ocasionaron casi mil muertos y centenares de
desaparecidos, ese día, precisamente el día del Caudillo, Franco no estaba en
Palacio sino enfangado en ese cauce junto a su Vicepresidente Muñoz-Grandes
organizando el apoyo y la reconstrucción de forma inmediata.

 

Si
alguna vez en su historia Cataluña como región ha sido puntera en la cultura
española lo ha sido precisamente bajo la égida de Franco. En 1975 más del 50%
de toda la producción literaria española se producía en Cataluña y premios
literarios como el Nadal o el Planeta reinaban en el mundo de habla española;
más si alguno piensa – muchos así lo creen injustamente – que la lengua
catalana estaba postergada no saben cuan errados están. En Cataluña se hablaba
el catalán de forma habitual tal como hoy sin ningún reparo y la protección de
la lengua catalana tiene su reflejo en los premios literarios como los de “honor de las letras catalanas”, los
de “Joseph Pla” o “verdaguer” sólo por
citar algunos. ¿ Acaso no fue entonces cuando se llevó a cabo la inmensa obra
del “ Cataleg de libres en catalá”? ¿ y los juegos florales?

 

¿España
ens roba? ¡Cuanta mentira, cuanta injusticia, y cuanto desagradecimiento con el
hombre que dedicó a Cataluña lo mejor de si mismo !

 

Para
comprobar la verdad de cuanto digo basta con acercarse a las hemerotecas y
comprobar cual era el grado de entusiasmo del pueblo catalán con el
Generalísimo. Pasen y vean que diría un castizo. Sí, sí, vean videos y
periódicos de la época. Luego me cuentan. A lo mejor hasta encuentran al FC
Barcelona entregando al Generalísimo la medalla de oro del club.

 

De
1939 a 1975 Cataluña experimentó la mayor transformación social y económica de
su historia – al igual que el pueblo español – y hoy se encuentra sumida en una
gravísima crisis de la que son responsables determinados grupos políticos y
desde luego aquellos Partidos Nacionales que buscando sólo su interés
particular no han dudado ni dudan en anteponer estos a los del común de la
nación.

 

El
gran esfuerzo económico y social del régimen político que surgió el 18 de julio
de 1936 para llevar a Cataluña a ser la región más próspera de España ocasionó
también la gran oportunidad para cientos de miles de españoles de otras
regiones que emigraron a Cataluña y alcanzaron el bienestar que no podían
encontrar en sus regiones de origen. Hoy, los nietos de aquellos esforzados
trabajadores han caído inexplicablemente en las mentiras de la subversión y
bien manejados por quienes les desprecian (lean las declaraciones del Sr.
Torra) son marionetas del independentismo más rancio, un independentismo
liderado en muchos aspectos por una clase elitista burguesa que se ha olvidado
ya de aquellas horribles checas que poblaron Barcelona en 1936 y cuyos abuelos
conocieron bien (miles de asesinados y torturados).

 

La
mentira y tergiversación de la historia son armas en manos de independentistas
( en 1975 cabían en un autobús) y de una izquierda revolucionaria heredera
directa de comunistas y anarquistas.

 

Estamos
en el año 2018 y soy consciente de que no es posible la resurrección hoy en
España de aquel sistema político que fue providencial para Cataluña y sus
habitantes pero la historia es la que es y ahí están los datos. Comparen la
Cataluña de 1975 con la de hoy y a lo mejor alguno hasta recapacita. Lo dudo.

 

¿
España ens roba? Desde luego no durante la época franquista que convirtió a
Cataluña en el corazón industrial de España y cuna de las empresas de servicios
financieros y de alta tecnología así como por su potencia portuaria y por el
comercio de bienes por no hablar de infraestructuras…..etc.

 

Otro gallo cantaría si
habláramos de la situación a la que la ha llevado en los últimos años un sistema político manejado por políticos corruptos en la propia Autonomía y
otros desde Madrid sólo prestos a su interés partidista. Ese sería sin duda otro cantar y bien
aprovechado por el movimiento revolucionario en ciernes.

 

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