Qué mal se os da matar a Franco, por Salvador Sostres

 

Salvador Sostres

ABC 

 

 

Hay que ver qué mal se os da matar a Franco. Primero perdisteis la Guerra que vosotros mismos provocasteis y estuvisteis 40 años enfadados y protestando. Causó dolor pero lo peor de aquel tiempo no fueron sus atrocidades. Os dio la clase media, las mayores protecciones sociales, y dentro de unos límites, una convivencia asegurada. Lo quisisteis despreciar y lo intentasteis asesinar, pero el desprecio cambió de bando y solo Dios pudo llevarlo. Desde entonces le habéis culpado de todas vuestras mediocridades, de todas vuestras derrotas, para no tener que reconoceros en el espejo de los propios fracasos. En Cataluña hemos tenido el victimismo por quintuplicado y el nacionalismo está convencido de que la Guerra Civil fue un levantamiento “contra los catalanes”, cuando el mejor concierto económico que jamás tendremos –mucho mejor que el que ahora tanto reclamamos- es el que nos procuró Franco. A veces pienso que mereceríais que hubiera ganado Pasionaria. Luego la piedad me calma y dejo de pensarlo.

Hay que ver lo mal que se os da atravesar a Franco, con la cantidad de canciones, poemas, novelas y otros atentados le habéis dedicado. Y hay que ver lo que le odiáis, cuando tuvo la ternura de regalaros la censura  para ayudaros con vuestra vulgaridad lacerante, y vuestros textos crecieron al vent entre bellísimas metáforas. Eso por no hablar del juego que os dio mientras le dejasteis mandar; ni de la generosa democracia que os ha procurado, porque la única idea que la izquierda española habéis tenido en todos estos años es implorarle a Franco una revancha.

Hicimos Transición, con paciencia, con audacia, con perseverancia. Enterramos a Franco y por primera vez pusimos los cimientos para construir una España sin vencedores ni vencidos, próspera, sólida, moderna en todas sus libertades. Y Así hemos vivido estos 44 años, los mejores de nuestra Historia, y en lugar de celebrar el logro, le llamáis “cerrojo del 78”, cegados por vuestro odio a Franco y obsesionados aún por querer matarlo.

Y aunque yace sin querer mal a nadie, retirado de la capital, sin alardes ni provocaciones de ninguna clase, queríais absurdamente desenterrarlo y encima el lunes, el día de mi cumpleaños. Y otra vez como en el 36, como en el 39, como durante su caudillaje y como cuando se os murió pobre y en la cama, no habéis ni podido rozarlo.

 

 


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