11-09-1936: Joan Roig, Mártir: “Nada temo, llevo conmigo al Amo”

Tal día como hoy, pero en 1936, Juan Roig Diggle será apresado por una patrulla de las juventudes libertarias de Badalona, para ser asesinado por la noche, en el cementerio nuevo de Santa Coloma de Gramanet. Esa víspera del 12 de septiembre, festividad del Dulce Nombre de Marí, Juan recibió cinco tiros dirigidos a su corazón y uno de gracia en la nuca, únicamente por ser católico y pertenecer a la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña .
 
De padre catalán y madre inglesa, Juan Roig Diggle era un ejemplo de joven trabajador. Desde muy jovencito entró a trabajar como dependiente en un almacén de tejidos, para ayudar a su familia, y luego en una fábrica en Barcelona. No abandonó los estudios. Al llegar al Masnou ingresó en la mencionada Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. Juan Meseguer, Presidente en 1936 de los “avanguardistas” de Masnou, escribe de él:
 
   “Cuando vino a Masnou nadie lo conocía, pero muy pronto se hizo notoria su piedad y ardiente amor a la Eucaristía. Se pasaba horas ante el Santísimo sin darse cuenta. Su ejemplo convertía más que sus palabras. Quería ser misionero. En un Círculo de estudios celebrado pocos días antes del 18 de julio nos dijo que veríamos a Cataluña roja, pero no sólo de comunismo, sino de la sangre de sus mártires, y que nos preparásemos todos, porque si Dios nos había elegido para ser uno de éstos, debíamos estar dispuestos a recibir el martirio con gracia y valentía como corresponde a todo buen cristiano, y así lo hacían los primeros en las catacumbas.”
 
   “Yo no moriré sin sacramentos, -había dicho muchas veces a sus amigos en momentos de peligro-, porque he hecho los nueve primeros viernes, y la promesa del Corazón de Jesús no falla.” Y así fue, el día que le apresaron, su director espiritual le había confiado el gran tesoro de la reserva eucarística ambulante. Dijo a la familia Rosés a la que visitó aquella tarde del 11 de septiembre de 1936: “Nada temo, llevo conmigo al Amo”. Les dejó el Santísimo y, a la vuelta del trabajo, lo recogió y se lo llevó a su casa. Cuando horas después los milicianos golpeaban su puerta, Juan se apresuró a consumir las Sagradas Formas como viático. Consiguió despedirse de su madre, diciéndole en su lengua nativa: “God is with me”, (“Dios está conmigo”). El Sagrado Corazón de Jesús, efectivamente, no le falló.
 
   
Los detalles de la muerte de Juan Roig se pudieron saber por su tío Jaime Marés, que cuando se enteró de su detención, temiéndose lo peor, pidió ayuda a un amigo policía, a quien uno de los verdugos le confesó: “¡Ah! Aquel chico rubio era un valiente, murió predicando. Moría diciendo que nos perdonaba y que pedía a Dios que nos perdonará. Casi nos conmovió”.
 
La benemérita Asociación de Amigos de Joan Roig promovió su causa de beatificación y el traslado de los restos mortales del Siervo de Dios del Cementerio de Santa Coloma de Gramanet al sepulcro preparado en la capilla de la parroquia de San Pedro de Masnou, donde actualmente reposan, en espera de su beatificación.
 
 

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