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El New York World Telegram y todos los periódicos de la cadena Scripps-Howard, publican hoy, pero en 1953, en forma destacada, las declaraciones hechas por el Jefe del Estado español, Generalísimo Franco, al presidente de la Prensa Scripps-Howard y vicepresidente de la United Press, Roy Howard, que recientemente le visitó en el Palacio de El Pardo.
La Agencia United Press distribuyó ayer, a las tres de la tarde, hora española, el texto de las declaraciones del Generalísimo Franco en su servicio de información mundial.
El Generalísimo Franco, en una conversación privada con el que esto escribe, abogó hoy por una reorganización radical de las tácticas empleadas por las naciones alineadas contra el comunismo internacional. El Jefe del Estado español, el único soldado acreditado con una indiscutible victoria sobre un ejército dirigido por los comunistas, cree que las tácticas de guerra fría de la coalición anticomunista están fracasando, porque no se concentran sobre el punto más débil de Rusia, que es, en la actualidad, una necesidad de importaciones no estratégicas que provengan del mundo no comunista.
El General Franco cree que toda nación anticomunista, interesada en detener la expansión de la amenaza roja, debería inmediatamente embargar el comercio de todas clases con Rusia y sus satélites. Por medio de esta acción, el Generalísimo cree que el mundo libre asestaría un golpe al talón de Aquiles del comunismo.
El General Franco expuso las bases de su razonamiento en el curso de una conversación dilatada y totalmente periodística sobre la situación del mundo, sostenida en su residencia de El Pardo, que fué en tiempos finca de caza de los reyes. Durante la charla, el Generalísimo puso de manifiesto una admiración muy cierta por el presidente Eisenhower, y, con frases relativas a las nuevas relaciones hispanonorte-americanas, reflejó los cálidos sentimientos tan evidentes en toda España, hacia América y los americanos, en sorprendente contraste con la actitud que se advierte en otros muchos centros turísticos europeos.
El General Franco explicó su razonamiento básico para este llamamiento a una reorganización del mundo libre alineado contra el comunismo, con la fuerza y la claridad de un soldado, a pesar del hecho de que sus planes piden, por lo menos temporalmente, la subordinación de las actividades militares en favor del esfuerzo civil.
Fué al pedirle una apreciación de la efectividad de la coalición anticomunista cuando el aliado militar más reciente de América expuso su opinión con sinceridad y con una consoladora ausencia de doblez diplomática.
«El éxito de la coalición occidental ha sido considerable», dijo el General Franco. «Pero podría ser mayor aún con una organización mejor. El Occidente posee un equipo unido para un trabajo efectivo en el aspecto militar. No está igualmente bien organizado para la acción política. La coalición necesita un estado mayor civil unificado, coordinado con el militar, pero con poderes para tratar directamente de todas las cuestiones políticas y económicas de interés mutuo. La unidad de acción sobre los problemas políticos es tan necesaria en la guerra fría como lo es la unidad sobre los problemas militares en la guerra caliente.
La fuerza militar de Rusia es muy verdadera, pero no es lo suficientemente dominante para que Moscú la ponga ahora a prueba. Como consecuencia, los problemas económicos de la guerra fría son hoy, por lo menos, de importancia igual a la de los problemas militares. Si las naciones anticomunistas de Occidente se unieran con las del Extremo Oriente en un programa económico conjunto, podrían ganar la guerra fría en todos los frentes. Si ganan la guerra fría, podrían evitar una caliente. Desgraciadamente, en la actualidad no están ganando la guerra fría. No la ganarán hasta que pongan el deseo de paz por encima del deseo de beneficios en el comercio con Rusia.
Quizá los americanos no se dan cuenta de la intensa necesidad que tiene Gran Bretaña y otras naciones industriales de Europa Occidental de restablecer su prosperidad. El deseo es tan natural como peligroso, aunque en algunos casos motiva una tendencia a traicionar el futuro en aras del presente. Sin embargo, si la coalición de naciones pudiera reunirse alrededor de una mesa de conferencias se podría demostrar que la necesidad de un embargo de todo comercio con Rusia y que incluso algunos de los artículos esenciales, al parecer más inocentes, tienen valor estratégico en cuanto pasan al otro lado de la «cortina de hielo.»
El General Franco expuso con gran detalle sus argumentos en favor de un embargo absoluto contra todas las exportaciones a zonas comunistas. Señaló la duración y la severidad del programa de austeridad bajo el que el pueblo ruso ha existido desde 1917 y que ha soportado bajo el puño de hierro del terror ruso. A raíz de la segunda guerra mundial y de las agresiones a Europa Oriental, el pueblo de Rusia propia, se ha beneficiado ligera y temporalmente gracias a la sangría de los recursos de los Estados satélites.
Empero, como los pueblos de los Estados satélites han sido desangrados por completo, son aún muy difíciles de controlar. Ha habido continuas quejas y murmuraciones y creciente descontento en las áreas recién «comunistizadas», como lo han revelado los recientes levantamientos en Alemania Oriental.
Precisamente por medio de importaciones es como Rusia espera resolver este problema de intranquilidad y descontento. Su preocupación del momento no es la de importaciones estratégicas con fines de guerra, sino la de importaciones para promover la paz, en opinión del General Franco. Si ella pudiese asegurar esta paz durante unos cuantos años entre los satélites cautivos, Moscú sabe que podría aplastar los últimos vestigios de nacionalismo opuestos a ella, mientras se desarrolla una nueva generación, adoctrinada completamente en la ideología comunista y el fanatismo rojo.
«Es engañarse uno mismo creer que el embargo de materiales estratégicos, por sí solo, constituye una garantía contra la agresión rusa, continuó el General Franco. Moscú sabe que un extenso intercambio de artículos con el mundo libre aliviará las tensiones dentro de la «cortina de hierro» y las aumentará en el exterior cuando comience la disputa por hacer negocios con ella. Alemania, que en otros tiempos logró tantos beneficios con su comercio ruso, contribuirá grandemente a la disensión, y Moscú cuenta con ello.
Al parecer, a los americanos les es difícil darse cuenta de las dimensiones del desastre sufrido por las naciones industriales de la Europa Occidental por causas de la pérdida de sus anteriores mercados, situados ahora tras el «telón de acero». No es realista achacar sus deseos de reanudar el comercio a simple codicia. En muchos casos está en juego la auténtica supervivencia, y continuará estándolo hasta que se desarrolle una salida económica alternativa.
A la vista de estas condiciones, la única alternativa a una disputa loca por el comercio con el área comunista está en el desenvolvimiento de los mercados mundiales fuera de la órbita roja. Esta necesidad de nuevos mercados es lo que hace apremiante la creación inmediata por la coalición anticomunista de un Consejo Conjunto Político y Económico para complementar la autoridad suprema militar conjunta y coordinarse con ella.
Tal organismo político podría organizar y dirigir un embargo comercial puesto en vigor contra todas las naciones comunistas. Aseguraría un trato idéntico para todas las naciones participantes. Más importante aún: este Consejo Civil organizaría y dirigiría la nueva economía del mundo libre que debe ser creada para compensar la pérdida de los mercados comunistas. Esta tarea requeriría extensos estudios para localizar mercados nuevos y potenciales y para reanimar los viejos o poco desarrollados.
Sería necesaria una extensa financiación comercial y gubernamental, pero todo se haría sobre la base de préstamos a largo plazo, liquidables por si mismos. Como la nueva economía debe ser planteada con ambición de permanencia, deberá operar sobre una base estrictamente comercial, divorciada de toda política de donativos.
No seria suficiente una organización provisional o improvisada. Las tácticas comunistas cambian de día en día, pero la estrategia comunista es de largo alcance y no se desvía de sus fines. La estrategia del mundo anticomunista debe ser también firme y a largo plazo. Repito y recalco que para hacer frente a esta situación, una autoridad suprema civil unida se ha hecho inmediatamente necesaria.»