¿Qué queda de Franco?, por Juan Chicharro

Juan Chicharro Ortega

Presidente Ejecutivo de la FNFF

La Razón

El pasado día 24 de octubre acudí al cementerio de Mingorrubio a rezar ante la tumba de Francisco Franco. Un año antes, El 24 de octubre de 2019, se exhumaron sus restos de la basílica del Valle de los Caídos y se inhumaron en el cementerio citado. Fue una decisión del Gobierno socialista/comunista tras una dura batalla legal.

Allí, ese día, coincidimos apenas unas 30 o 40 personas, cifra ciertamente exigua.

Lejos, muy lejos , quedan los cientos de miles de españoles que hasta días antes de su fallecimiento le homenajeaban y enaltecían en la plaza de Oriente de Madrid y en cualquier sitio allá donde fuera. Lejos quedan también las más de diez mil personas que en julio de 2018 acudieron al Valle de los Caídos tras el anuncio del Sr. Sanchez de que iba a proceder a su exhumación de la Basílica y a su traslado a Mingorrubio.

Han pasado ya dos años desde aquella fecha y la impresión que tengo del sentir de muchos españoles es la de la resignación que se produce siempre tras la derrota. Resignación cuando no indiferencia. No es mi caso ni la de los que estuvimos en la primera línea de la batalla legal y mediática, pero sí la que observo en quienes un día le idolatraron y una vez muerto le dieron la espalda, si bien hay que matizar aquí que muchos de aquellos ya no están y sería mejor referirse a sus hijos y nietos.

Francisco Franco murió el 20 de noviembre de 1975. Ha pasado ya casi medio siglo desde entonces. En el devenir de la historia 45 años es una cantidad de tiempo notable. Es ya el pasado. Y si eso ha sido siempre así, hoy, en la época presente, la de la revolución tecnológica y digital , se puede decir que medio siglo es una eternidad. En este periodo de tiempo el mundo ha evolucionado a una velocidad asombrosa como nunca antes lo había hecho. Se han sucedido varias generaciones y se ha acentuado la brecha entre ellas hasta el punto de que incluso desde la perspectiva de la sociología no alcanzamos todavía a ver los efectos de esta. La España de hoy, el mundo en general, aunque no lo percibamos, apenas tiene nada que ver con la de 1975 y aún menos si la comparamos con la de 1936 o 1940.

Yo, desde luego , así lo contemplo y desde esta FNFF así afrontamos nuestra tarea. No me sorprende , entonces, ese desapego que nuestra sociedad -especialmente las jóvenes generaciones- tiene hoy hacia la figura de Franco, una actitud por otra parte aún más comprensible toda vez que la tergiversación y manipulación que se ha hecho a lo largo de los últimos 40 años, de quien ya es un personaje histórico, no tiene apenas parangón en ninguna parte.

Sorprende sobremanera la inquina que en los últimos años se ha desatado contra su figura. Una explosión de rabia que sería inexplicable en una sociedad que pensara en su futuro, más no es este el caso en España. Nos encontramos hoy en el poder con fuerzas que han encontrado en Francisco Franco, medio siglo después de su muerte, el objetivo de sus iras y están desarrollando políticas guerracivilistas que nos retrotraen a la España gris de principios del siglo pasado.

La pregunta es ¿por qué?

Fue el Gobierno socialista quien en 1986 al cumplirse el cinquentenario de la Guerra Civil hizo una impecable declaración institucional : “Un Gobierno ecuánime no puede renunciar a la historia de su pueblo, aunque no le guste, ni mucho menos asumirla de forma mezquina y rencorosa. Este Gobierno, por tanto, recuerda, asimismo, con respeto a quienes , desde posiciones distintas a la de la España democrática, lucharon por una sociedad diferente a la que también muchos sacrificaron su existencia para que nunca más, por ninguna razon, por ninguna causa, vuelva el espectro de la guerra civil y el odio a recorrer nuestro país, a ensombrecer nuestra conciencia y a destruir nuestra libertad”.

Lejos, muy lejos, quedan estas palabras de aquel PSOE que poco o nada tienen que ver con el Sr. Sanchez o la Sra Calvo. Reconozco que muchas veces tras oír a la Sra Vicepresidenta hablar del proyecto de Ley de Memoria Democrática acabó confundido sin saber si estoy en el año 2020 o en 1936.

Mi opinión es que las fuerzas socialistas/comunistas que gobiernan España en connivencia con las secesionistas necesitan encontrar una idea fuerza que, mediante una manipulación continua de la realidad de los problemas reales del pueblo, materialice un objetivo que aglutine ideológicamente a la parte societaria que les apoya ideológica y sentimentalmente.

Asistimos estos días a unas políticas tendentes no solo a la desintegración de la España unida, convertida hoy en un conglomerado de 17 taifas, en la que reina la confusión y la descoordinación de las acciones de Gobierno. Lo estamos viendo con nitidez en la lucha diaria contra la pandemia del Covid-19 y desde luego en el hecho real de que no todos los españoles somos iguales en derechos y deberes según la Comunidad Autónoma en la que uno viva; vemos igualmente que se atacan las creencias y costumbres en las que se ha forjado nuestro pueblo, esencialmente las derivadas de la tradición católica que tan importante papel ha jugado en nuestra historia; constatamos cómo se imponen doctrinas políticas ya superadas en casi todas partes, ideologías derivadas del viejo y caduco marxismo hoy presentadas bajo distintos aspectos y confirmamos cómo se ha impuesto un sistema partitocrático donde los partidos políticos solo responden a los intereses particulares y específicos de los mismos con claro desprecio al bien común de los españoles.

Decía antes que Franco es historia pasada. Claro que lo es, pero no es menos cierto que representó para España precisamente todos los valores que se oponen a todo cuanto he expuesto en el párrafo anterior. Admito por supuesto las discrepancias que cada uno pueda tener respecto a su persona y al régimen político que rigió España entre 1940 y 1975, más es irrefutable que personificó la pervivencia de valores y principios que son inmutables: la unidad de España, una Patria común forjada a lo largo de mil años, el respeto a nuestras raíces cristianas y el anhelo siempre deseado del bienestar social de nuestro pueblo.

¿Qué queda de Franco ? Es el título de este artículo y la respuesta es sencilla: más allá de lo que supuso la mayor transformación social de toda nuestra historia, y que sería prolijo detallar aquí exponiendo las innumerables obras civiles y sociales que se llevaron a cabo durante esa época, lo que queda son las ideas fijadas y que, lo quieran reconocer o no, son las aspiraciones de una gran mayoría de españoles.

Muchos de ellos, jóvenes y no tan jóvenes, no saben quién fue Franco pero añoran esos valores que he citado. No saben ni quién fue y en caso contrario ni se atreven a reconocerlo así.

España se deconstruye en estos momentos críticos de nuestra historia. La única esperanza de evitar ese desastre es la pervivencia de su legado : lo que queda de Franco, de lo que representó. Nadie en su sano juicio aspira hoy a instaurar un régimen autoritario, fruto de las circunstancias de una guerra fratricida y de un momento histórico determinado. Yo desde luego no, pero sí a la defensa de muchos de los valores y políticas sociales que hoy están siendo pisoteados y anulados.

Sí, ya sé que, quienes, aún admitiendo esta tesis, rebaten lo que digo recurriendo a la falta de libertad de entonces tal como la entendemos hoy. Curioso argumento cuando llevamos casi nueve meses sometidos a diferentes Estados de Alarma que cercenan derechos fundamentales instaurándonos en una clara dictadura ¿constitucional?

Sí, la lucha contra la pandemia exige medidas excepcionales pero me temo que la miseria, el hambre, la ignorancia, los desequilibrios sociales de España, Hitler o Stalin eran enemigos mucho más peligrosos y graves.


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