Los idus de marzo, por Eduardo García Serrano

Eduardo García Serrano

 

Me invita el General Chicharro a escribir, que es una forma de combatir, en la página de la FNFF, en la que desde hoy siento plaza con el grado que él quiera estampillarme, porque para mí una invitación del General Chicharro es una orden, y si todas las órdenes son sagradas, las de combate son evangélicas. Así que, en primer tiempo de saludo, acudo al puesto que tengo allí, o sea aquí, para combatir en la defensa, de momento con la pluma, de la obra, el nombre y la memoria del soldado y el estadista más grande que ha habido en España desde los Reyes Católicos: el Generalísimo Francisco Franco. España, como Esparta y como Roma, le ha dado al mundo soldados colosales y muchos estadistas, empezando por los Emperadores romanos hispanos formados, ¡cómo no!, en la Milicia, no menos colosales, pero ninguno de las dimensiones castrenses, políticas,  legislativas y sociales del César Francisco Franco.

Jamás he creído en el esoterismo, pero no puede ser casual, sólo casual, que comience a escribir en la página de la FNFF en las vísperas de los Idus de Marzo, festividad internacional de los traidores a los que ni Shakespeare, ni la Ilustración, ni la Revolución Francesa, pudieron adecentar en sus esfuerzos baldíos por justificarlos, ensalzarlos o, simplemente, explicarlos. La traición no es relativizable y acaba repugnando, siempre, incluso al que la financia por muy rentable que le resulte.

Los traidores que asesinaron a Julio César en los Idus de Marzo del 44 a.C, tuvieron al menos el valor de encararse a él para asestarle veintitrés puñaladas. Sus herederos españoles, no. Esperaron a que estuviera muerto para asesinarlo in absentia, fusilándolo a salivazos todos los días durante los últimos cuarenta y cuatro años, emponzoñando su nombre, su obra y su memoria. Además de traidores, cobardes, pues al igual que los asesinos de Julio César, también ellos fueron beneficiarios de la clemencia y de la generosidad del César Francisco Franco.

Ellos son hijos de los Idus de Marzo, ¡menudo pedigrí! Nosotros, como Octavio Augusto, somos los herederos del César legionario y estadista y yo, además, lo soy también de los hermanos Graco de la Falange y de las JONS: José Antonio, Ramiro y Onésimo. Por eso he marchado siempre tras el Águila del César. Del César Francisco Franco.   

 


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