España, prioridad absoluta, por Eduardo García Serrano.

Eduardo García Serrano

 

Nuestra primordial debilidad frente al nacionalseparatismo es que no actuamos, ni siquiera reaccionamos, nos ponemos a rebufo de su inercia. Damos vueltas y dilatamos las situaciones  ante sus iniciativas a la espera de no sé qué señales, mientras ellos actúan. Ni elaboramos planes ni pergeñamos designios. No respondemos con vigor y audacia porque el lenguaje políticamente correcto conforma nuestra realidad y nos impide discernir cualquier certeza más allá de la apariencia constitucional. He ahí la trampa y la clave: todo es relativo, no hay verdades absolutas, por lo tanto España tampoco lo es, todo es perecedero… excepto la Constitución.

Los acontecimientos históricos, de los que somos hijos, herederos y testaferros, generan situaciones de las que nacen imperativos nuevos. Así, el destino engendra el destino. Y esa sensación de destino convirtiéndose en certeza a lo largo de nuestro único, heróico y ejemplar proceso histórico se llama España. Su éxtasis es demasiado grande, su anhelo demasiado antiguo y su amor demasiado abrumador.

España, no sus constituciones, es algo imborrable en todos los caminos del tiempo y de la historia de su propio pueblo, de Europa y del mundo. Por eso, la ruptura de su Unidad no nos hará ni mejores, ni más libres, ni más fuertes. Nos menguará a todos. También a los que la desean. No será una demostración de progreso histórico ni de avance social, pues retroceremos en el tiempo y en la Historia porque España ya era una realidad, y su Unidad un anhelo y una misión en la época de los Visigodos.

La invasión musulmana y la Reconquista la fragmentaron, pero España ya era reconocida como Unidad por San Isidoro en su Laus Hispaniae y en Las Etimologías. Ahí está Alfonso X el Sabio, que reconoce la existencia de España pese a su división en reinos, o los muchos reyes de Castilla que se intitularon Emperadores de España.

¿Pero qué majadería es ésa de que podemos perder la Unidad de España como perdimos Cuba, Puerto Rico, Filipinas, el Sáhara o Guinea Ecuatorial, y que aquí no va a pasar nada porque lo importante es la Constitución y dar satisfacción a los separatistas democráticos que viven en las edades oscuras de la tribu prerrománica?

¿A qué estamos esperando los patriotas para formar como una Falange griega, como una Legión romana y como un Tercio español con un único objetivo?, el que Julio César le ofrece a Casio como programa político: “Canaliza tus energías en la dirección correcta y sé útil a Roma. Yo no importo, tú no importas. Roma importa”. Dos mil años después, otro César, les ofreció el mismo objetivo a los patriotas de la España Nacional, y venció. Se llamaba Francisco Franco. Fue asesinado después de muerto.


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