Aquella España

 
 
María Valdés y Ozores
 ABC – Opinión
 
 
   Leí en ABC la noticia de que el PSOE quiere sacar los restos gel Generalísimo Franco del Valle de los Caídos. Me llena de indignación. Franco fue un gran hombre, que gobernó España durante casi cuarenta años. Había orden, seguridad ciudadana y una gran libertad personal privada. Habiendo hecho el servicio social, obteníamos el pasaporte y podíamos viajar a cualquier país del mundo, menos Rusia y países satélites. Se podía comprar, vender, pasear con toda tranquilidad. La vida era totalmente normal.
 
   Franco se hizo cargo de un país en la miseria y, a pesar de la hostilidad de las democracias occidentales, levantó España y la convirtió en un país nuevo, rico, activo, libre, como la conocemos ahora. Los jóvenes ignorantes de muchas verdades de esa época deben saber que creó la Seguridad Social en 1945, se construyeron residencias de ancianos, hospitales, pantanos, carreteras… Se hicieron leyes para los contratos de trabajo, se establecieron las pagas extraordinarias, hubo repartos de tierra a familias sin medios en zonas de poco trabajo, y huertos familiares, que a tantas personas ayudaron. Se pagaban poquísimos impuestos. El desarrollo económico experimentado desde 1959 hasta la muerte de Franco puede medirse por el aumento de la renta por habitante española respecto a la media de la Europa comunitaria: pasó de ser de solo el 60 por ciento en 1960 a alcanzar el 80 en 1975.
 
   La televisión, con sus rombos, avisaba a los padres de alguna película no apta para sus hijos, y al anochecer el «¡Vamos a la cama!». La series eran deliciosas: «La casa de la pradera», «Bonanza», «Heidi», «Crónicas de un pueblo». Comparemos con las de hoy, donde todo son cotilleos, sexo, vida y milagros de novias, exnovias, amantes, padres e hijos de famosos y seufamosos de un nulo interés para enriquecer a la sociedad.
 
   Soy una ciudadana corriente sin más ideología que desear lo mejor para España: paz, buenas costumbres, respeto a la religión católica con una moral y una ética de vida, bienestar y trabajo para todos los ciudadanos, una justicia independiente y unos gobernantes honrados, sin corrupción y con amor a la patria. Me entristece la manera tan injusta de juzgar esa época de España y la falta de verdad. El general De Gaulle, después de una entrevista con Franco, dijo a su embajador en Madrid: «La historia le rendirá justicia».
 
 
 
 
 
 
 
 

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