El Museo del Ejército: Segunda Parte

 
 
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2ª PARTE:
LA REMODELACIÓN DEL ALCÁZAR PARA INSTALAR EL MUSEO
 
 
   Para acondicionar el alcázar de Toledo con el objetivo de instalar en él el Museo del Ejército,hubo que hacer obras en el mismo.
 
   La más compleja fue la realizada en la fachada norte, la correspondiente a la entrada principal del palacio,obra de Covarrubias. Se iniciaron las excavaciones en la calle Alféreces Provisionales. Se trataba de construir un adosado semisubterráneo en el que ubicar las dependencias secundarias: Acceso y vestíbulo, cafetería, oficinas, almacenes, talleres, auditorio, exposiciones temporales… Buena parte de ese espacio no es accesible para el público.
 
   Hasta el momento, esa zona de la calle estaba ocupada por la plataforma de acceso al alcázar y un pequeño jardín.
 
   Pronto hubo que detener las tareas, al encontrar en el subsuelo abundantes restos arqueológicos. Se efectuaron entonces trabajos para poner al descubierto lo hallado,vestigios de construcciones anteriores: Hay hallazgos que se remontan a la Edad del Bronce, que indican que el lugar estuvo habitado y cumplió funciones defensivas desde el origen de su población.
 
   Hay restos romanos: una cisterna y un desagüe. Estas estructuras han tenido que ser seccionadas para alojar los pilares del nuevo edificio.
 
   Hay también restos visigodos: una dovela y dos sillares decorados (uno de ellos quizás romano reutilizado), integrados en un muro islámico.
 
   De época musulmana se ha encontrado mucha cerámica, fragmentos de relieves, restos de aljibes, un tramo de muralla que se dirige al Arco de la Sangre y sobre la que apoya el torreón noroeste del alcázar… Y dos estructuras de mayor importancia: Un jardín colgante – el más antiguo de la península – (sus bases pétreas, incluidas rocallas o roca simulada) que los árabes idearon para reaprovechar la cantera de la que extraían la piedra para el alcázar, conviertiéndola en un espacio verde dotado de un sistema de abastecimiento de agua de lluvia. Y, cerca del jardín, un pabellón de descanso que el gobernador musulmán habría mandado construir a petición de los habitantes de Toledo para contener a sus soldados y evitar los disturbios que, al parecer, provocaban con frecuencia en la ciudad.
 
   Los hallazgos más numerosos y relevantes corresponden a la etapa cristiana, de los siglos XI a XV. Del tiempo de Alfonso VI quedan vestigios del muro de una sala de recepción donde posiblemente se impartía justicia. Pero lo principal son unas estructuras defensivas de los Trastámara, ya en el siglo XIV, sobre todo una torre albarrana de la fortaleza. Esta torre, conocida como Bastión Trastámara, estaba en uso aún durante la revuelta Comunera de 1521. La entrada a él se hacía mediante un puente de madera emplazado al mismo nivel que las almenas, y en su interior había un aljibe para disponer de agua que posibilitara mantener la resistencia en caso de asedio. Se ha encontrado también un pequeño tesorillo de monedas.
 

   A un nivel superior, y por lo tanto lo primero que se halló al empezar la excavación, hay una caseta de obra sempleada a comienzos del siglo XVI por los canteros del emperador que trabajaban en la construcción del alcázar moderno. A esos años corresponden también unas covachuelas que debieron ser locales comerciales.

 
   Terminados los trabajos arqueológicos se decidió integrar los hallazgos en el nuevo edificio, dejándolos visibles en su mayor parte. Sobre ellos se levantó la ampliación. Que ha resultado ser una especie de bunker que no gusta a nadie. La fachada es fea, oficinesca, moderna, un muro de aglomerado forrado con chapas de piedra, un paredón liso y blanquecino, con una estética completamente distinta a la del alcázar y que modifica la imagen del entorno.
 
   En 1987 Toledo fue declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Extraña que se haya permitido semejante construcción. El aspecto de este adosadoha hecho que algunos se preguntaranqué pasaría si alguna desgracia destrozara de nuevo el alcázar y hubiera que reconstruirlo una vez más.
 
   La hermosa fachada de Covarrubias ha quedado convertida en techo de esta mole. Esa azotea podría ser una plaza, una explanada desde la que, al menos, se pudiera contemplar el viejo pórtico. Pero no hay acceso público a ella, así que la portada plateresca ya sólo es visible para los privilegiados.
 
   Esta fachada, que da a la plaza de Zocodover, es el acceso al nuevo Museo del Ejército o de la Historia Militar de España. Superado el muro, se penetra en una zona fría y funcional de control e información. Imbricada en ella, hay un gran espacio en el que se pueden ver las ruinas recién descubiertas. Hay también pasarelas y escaleras mecánicas. Por unos desolados pasillos se llega a una primera puerta que da acceso a “La Historia del Alcázar”.
 
 
Primera Parte
 
Tercera Parte 
 

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