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Álvaro Romero Ferreiro
En uno de los párrafos del MANIFIESTO DEL MURO se dice que “O la democracia española pone su legitimidad y su punto de partida en el Régimen de Franco, del que de hecho nació, o la democracia será imposible y se verá superada por la izquierda y el secesionismo como sucedió en la II República.” Pues con eso quiero empezar a escribir en este digital, sobre el amor que Franco profesaba a Cataluña y sobre todo lo que Cataluña le debe a Franco. A España en definitiva, pues no es muy difícil no discutir que Franco todo lo que hacía era por el bien de España y con el ánimo de unir, en la verdadera solidaridad de las regiones.
No solo demostró su amor a Cataluña por toda su obra de Gobierno en aquella tierra, sino por su presencia frecuente en tierra catalana, muy por encima del resto de gobernantes de la democracia, incluido los dos reyes, emérito y no.
12 Consejos de Ministros celebró allí incluido uno de urgencia en 1962 para tratar las inundaciones del Vallés. Siempre que Franco “aterrizaba” en Cataluña era para poner a España y a Cataluña en la vanguardia del mundo: la liberación, gestiones para que España permaneciera neutral en la II Guerra mundial, el I Congreso Eucarístico Internacional celebrado después de dicha guerra se realizó en Barcelona, cesión del Castillo de Montjuich a la ciudad, la reconstrucción de Poblet, las autopistas, la implantación de la SEAT, Las obras hidráulicas en las regiones pirenaicas…etc, etc. Sería interminable.
Lo que es un hecho más que evidente es que en todos sus viajes eran acompañados en loor de multitudes, de esos catalanes que hoy sus hijos están atentando contra la esencia misma de España. Miles y miles de personas aclamaron al Caudillo en Gerona a su vuelta de su entrevista con Mussolini para agradecerle la nueva batalla ganada.
Al tercer año de la liberación de Barcelona, no perdió la oportunidad de agradecerlo a los pies de la Virgen de Montserrat y Barcelona no perdió la oportunidad de darle la medalla de la ciudad, la cual imagino retirada en aras de la LMH.
También quiso que en la visita de Evita a España fueran los catalanes los que la despidieran y agradecieran su neutralidad ante el bloqueo criminal y democrático. Barcelona y Cataluña se volvieron a volcar con Franco y a enorgullecerse, como hace unas semanas, del sentir español.
La SEAT, los premios internacionales Ondas de Cataluña, el Palacio de Deportes, la celebración de los II Juegos olímpicos del Mediterráneo, la creación de la cátedra de Estudios Hispanoamericanos, el centro sanitario Valle de Hebrón (75º camas), referencia todavía hoy de la sanidad española, aunque bastante deteriorado por el traspaso de competencias, la entrega de 4020 viviendas a propietarios más otras 225 a los trabajadores de la nueva SEAT, imaginamos que en alguna de ellas viven todavía algún miembro de la CUP añorando la República catalana. La implantación de la Feria Internacional de muestras, la Universidad Laboral de Tarragona.
En 1960 estuvo 25 días en Cataluña en uno de los viajes más fructíferos del Caudillo a Cataluña. Se acordó en Consejos de Ministros la compilación del Derecho Civil Catalán, inauguración del Paseo Marítimo de la Barceloneta, concesión del Régimen especial para el Municipio de Barcelona, aprobación de una subvención anual para la construcción del Teatro Liceo y 300 millones de pesetas de 1960 para la construcción del dique seco en el puerto de Barcelona. Presidió la ceremonia conmemorativa del nacimiento del poeta Joan Maragall.
Por supuesto este año se celebró allí el Desfile de la Victoria y en el Nuevo Estadio del FC Barcelona la demostración Sindical en donde se rindió homenaje al deportista catalán Joaquin Blume fallecido en accidente.
Una relación de amor que sería interminable, pero que no está de más recordar hoy y estoy seguro que no habríamos llegado donde estamos hoy, pero si así fuere por mucho amor que sintiera por Cataluña, o quizá por ello, el “fuego” hubiera estado sofocado.
Seguiremos desgranando la figura de Franco y sobre todo su relación con las tierras de España.