España desamparada. Por Pedro González -Bueno Benítez

Nací en una España monárquica, en la que espero morir, he vivido la República, la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial, la Paz de Franco, la transición y estos últimos años (más de 40) en democracia. Es decir, he vivido, una trágica República, dos guerras (cruentas, como siempre), una paz sin precedentes en España -ahora se la tilda de dictadura- y un régimen de, supuestamente, idílica democracia al uso occidental.

 

Pues bien, creo poder asegurar que a lo largo de esos casi 90 años de mi vida, aun habiendo sufrido España, posiblemente, momentos más dolorosos, más trágicos e incluso con más grave riesgo de pérdida de su identidad de los que hoy afronta, nunca ha estado más desamparada que en la actualidad.

 

En la Dictadura de Primo de Rivera y la II República hasta el Alzamiento Nacional, la Iglesia mantuvo sus lealtades, sufriendo por ello el mayor martirologio conocido. La esencia del Ejército se mantuvo defensor del orden y, en lo político, diputados de determinados partidos dejaron oír sus voces en las Cortes manifestando su amor a España hasta ofrecer la vida en su defensa; voces que, con gran valor y sabiduría, se alzaban contra lo que suponía ofensa a la patria o un peligro a su identidad y/o estabilidad, manteniendo el fuego vivo de una España que no estaba dispuesta a permanecer en continua decadencia o simplemente a morir. Recordemos, entre las muchas que se produjeron, dos párrafos que resultaron premonitorios, de la intervención de Don José Calvo Sotelo, en las Cortes el 16 de Junio de 1936: “ Yo tengo, Sr. Casares Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza…

 

Lo repito, mis espaldas son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se pueden derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi patria y para gloria de mi España, las acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano ; Señor, la vida podéis quitarme pero más no podéis.” “No creo creo que exista actualmente un solo militar dispuesto a sublevarse en favor de la monarquía y en contra de la República. Si lo hubiera sería un loco, lo digo con toda claridad, aunque considero que también sería loco el que no estuviera dispuesto a sublevarse en favor de España y en contra de la anarquía, si ésta se produjera.” (El 13 de Julio el Sr. Calvo Sotelo era asesinado y el 18 de ese mismo mes se producía un alzamiento militar)

 

En la era de Franco, España prácticamente no era acosada más que por el extranjero y sus sólidas Instituciones, refrendadas por la inmensa mayoría de los españoles, muy orgullosos de serlo, fueron sobradamente suficientes para que viviera una larga etapa de estabilidad, paz, seguridad y progreso. Esa estabilidad -pese a quien pese- fue la que permitió una pacífica transición. ¿Y cuál es la situación actual? Después de cuatro décadas de un continuo y progresivo desprestigio de las instituciones, los pilares del estado; de una obsesiva y pertinaz propaganda de difamación de Franco y de su obra; de un ataque frontal a la religión católica; de un golpe de estado para la independencia de Cataluña, que a los seis meses de producirse sigue latente; de una corrupción e inmoralidad vergonzosos y de las nefastas consecuencias de la implantación de las autonomías, España disfruta hoy de un panorama no sólo entristecedor, si no de peligro. ¿O no es un peligro tener un gobierno que es incapaz de cerrar la TV3 catalana, ni de implantar un sistema educativo que no sea antiespañol, o de acabar con una inmersión lingüística que divide y enfrenta a los españoles? ¿Cuando, frente a los partidos anticonstitucionalistas empeñados en desguazar España tenemos, como todo tener, al partido del gobierno que, por citar algún ejemplo, no sólo tolera, si no que aplaude entusiasticamente, la aprobación de la Ley Histórica Balear y mantiene a 17.000 hombres armados a las órdenes del independentismo?

 

España es mucho decir. España es mucha España, y a la Historia me remito. Pero frente a quienes quieren destruirla, convendría que el español de a pie fuera consciente de que él es el bastión, que llegado el momento, puede levantar otras fuerzas para evitar su ruina. En ese aspecto nos encontramos en una situación de desamparo gubernativo, semejante a la que se produjo, hace ya más de dos siglos, con la invasión francesa. En aquel entonces el pueblo español expulsó a los invasores.

 

El pueblo español, el mismo que, en palabras del periodista Víctor de la Serna Espina, “arma las que arma cada vez que encuentra un buen señor.” ¿Encontraremos un buen señor -léase un gobierno- capaz de enderezar esta sombría e incierta, cuando no dramática situación? Esa es la esperanza que nos queda, alimentada por el reciente sentir de una profunda Semana Santa y el alegre amanecer de una España, desde hace meses, engalanada de banderas.

PUBLICADO EN AFÁN.ES

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