El Expolio del Museo del Ejército, ejemplo de política militar, por Colectivo Alborán

 
Colectivo Alborán
 
 
 
 
   La noche del 21 al 22 del pasado mes de febrero fue detenido A.G.L., español de 39 años de edad, suponemos que caucasiano (es decir, blanco, pero no queremos caer en “delito de odio”), acusado de un delito de robo con fuerza en el antiguo Museo del Ejército en Madrid. Pillado “in fraganti”, la policía municipal, alertada por un vecino ante los golpes (lo que demuestra que el edificio no tiene vigilancia humana o electrónica), halló en su poder un lienzo de grandes dimensiones y un libro  (lo que prueba que en el antiguo museo hay aún bienes “abandonados”), y varios metros de cable de cobre que estaba sustrayendo. Para introducirse en lo que en su día fue parte del Palacio Real del Buen Retiro había forzado dos puertas (http://www.abc.es/madrid/20150222/abci-robo-museo-ejercito-madrid-201502221713.html).
 
   Esta pequeña y local noticia, con la que está cayendo y la que se avecina, pensarán ustedes que no merece su atención, pero la misma apenas oculta, antes al contrario, el expolio perpetrado al Patrimonio Nacional en lo que durante siglos fue Museo de Artillería y luego del Ejército. Y no solo eso, es uno de los paradigmas de lo que ha sido y es la Política de Defensa del actual Régimen: el ataque al “alma militar”, por no decir patriótica, en sus más importantes símbolos. Para empezar, veamos, con precisión, lo que significan “expolio” y “símbolos militares”:
 
 
EXPOLIACIÓN. La Ley 16/1985 de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español,  en su artículo 4, dice así:
 
   “A los efectos de la presente Ley, se entiende por expoliación, toda acción u omisión que ponga en peligro de pérdida o destrucción todos o algunos de los valores de los bienes que integran el Patrimonio Histórico Español, o perturben el cumplimiento de su función social”.
 
 
TRADICIÓN. SÍMBOLOS: Ley 85/1978 de 28 de diciembre, Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, Arto. 16 y 17, por supuesto, ya derogada y “envuelta por la izquierda”, decía:  
 
   “Los Ejércitos de España son herederos y depositarios de una gloriosa tradición militar. El homenaje a los héroes que la forjaron es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra. El espíritu que anima a la Institución Militar se refuerza con los símbolos transmitidos por la Historia. Los símbolos fortalecen la voluntad, exaltan los sentimientos e impulsan al sacrificio”.
 
 
   Pues bien, los símbolos de la Patria y del Ejército han sido expoliados con la excusa, más bien simple “trágala”, de ceder su espacio madrileño, supuestamente, al Museo del Prado para recrear en él el borbónico Salón de Reinos y exponer algunas de las pinturas que en su día lo adornaron. Pues bien, pasados más de 10 años del aparente “traslado” al Alcázar de Toledo, acabamos de constatar que el tal “Palacio” está destartalado, abandonado y en espera de más que posible “okupación” y ruina. Coincide esta circunstancia con la aparición de un magnífico libro de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército en Madrid, en base a cuyo texto resumen podemos darles las verdaderas pautas de este atentado, o mejor, estos, pues se encadenaron otros a él.
 
 
   El Museo del Ejército, heredero del Real Museo de Artillería (desde su creación en 1803 hasta 1929), el tercero más antiguo de España y que combatió con sus cañones el 2 de Mayo de 1808 en el Parque de Monteleón,  existió en Madrid desde su nacimiento hasta el año 2005 en que fue materialmente deshecho con la excusa de su totalmente inconveniente traslado a un Alcázar de Toledo ocupado en parte importante por la Biblioteca de la Comunidad y necesitado de ingentes, costosas y difícilmente legales obras. Y decimos cuasi ilegales porque, sobre que la orden de traslado no apareció en ningún BOE, también se hizo en contra del pronunciamiento de la Real Academia de la Historia y vulnerando la ley de Patrimonio, la carta de Toledo-Washington, y las opiniones de la UNESCO, ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios); oposición debida, entre otras cosas, al daño que iba a suponer al edificio histórico del Alcázar.
 
 
   Además, en Toledo se exponen solo la mitad de los fondos que podían admirar con anterioridad al traslado, por lo que, si recordamos que uno de los pretextos aducidos para el desalojo del Museo de su sede de Madrid era que en el Alcázar se iba a cuadruplicar su superficie expositiva, resulta que, una vez más, la mentira tiene las patas cortas. En el camino se han ¿perdido?, ¿escondido?, al menos a la contemplación pública, gran cantidad de testimonios de nuestra historia antigua, moderna y contemporánea, sea en los escenarios europeos, africanos, del Imperio e incluso de casi nuestros días.
 
 

   Al expolio del Museo de Madrid y su Sección Delegada en Toledo, se ha unido la del “Museo del Asedio”, borrando prácticamente la Gesta del Alcázar. Así se ha privado al pueblo español  del testimonio de lo que ha sido su verdadera Historia. Según el diario El País (de 19-VII-2010), el costo total de la operación ha sido 101’4 millones €, mayor que la ampliación del Reina Sofía (92 M€).
 
 
   El libro El  Expolio del Museo del Ejército – En Busca de un Tesoro Histórico y Cultural Perdido es la cabal historia del Museo, o mejor, de los museos del Ejército, y en gran parte de España, con sus grandezas y sus miserias. Su autor, la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid interpuso dos recursos contencioso-administrativos y ha luchado, y lucha, por su reintegración, si quiera parcial, a Madrid. Por ello, como colofón de nuestro trabajo, hacemos un llamamiento al Gobierno, a la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, para que en la centenaria y hoy abandonada sede del Museo, se agrupe una parte significativa de sus piezas para  que puedan ser conocidas especialmente por los españoles más jóvenes. Es, también, la prueba palpable de la ignominiosa política antipatriótica y antimilitar de este Régimen.