Breve meditación (20N en Barcelona)

 
 
Jesús Flores Thies  
Coronel de Artillería-retirado
 
   Hemos asistido el día 20 de noviembre a la misa por Franco y José Antonio, dichos los nombres así, de forma breve, porque no es necesario más ampliaciones para identificarlos. La misa se celebraba en la basílica de la Merced de Barcelona, a la que hemos asistido los considerados “nostálgicos”, los que cada año nos citamos aquí; y también unos grupos de falangistas y de jóvenes de los denominados astutamente por rojos y lilas, “ultraderechistas”. Unas gotas de agua en un espeso “Mar de los Sargazos,” para denominar de forma suave a la sociedad española. 
 
   Como es conveniente desinformar a esa sociedad sobre nuestra propia Historia,  navegando por “internet” hemos leído lo que se dice en “Wikipedia”, breve enciclopedia digital a la que acudimos para orientarnos sobre algún tema y que, en lo referente a nuestra reciente Historia es asombrosamente sectaria, lo que ya es mérito en un mundo, el de los “medios”, sectario a tumba abierta. Nos relata un breve historial de la Basílica, construida en el siglo XVIII, y al llegar a zona “peligrosa”, nos dice que “la cúpula se coronó con una imagen de Nuestra Señora de la Merced, obra de Maximí Sala, derruida en 1936 y reconstruida en 1956 por los hermanos Luciano y Miguel Oslé”. No se dice la razón de haberse derruido en 1936 ni, por supuesto, de cómo se arrasó el interior del templo de forma atroz. Por cierto, estos hermanos eran falangistas, autores, entre otras obras, de la escultura en los fosos de Santa Elena, en el castillo de Montjuich, en homenaje a los patriotas fusilados; de las de la fuente de la plaza de España; o de las existentes en la Diagonal de Barcelona.
 
   Cuando vemos las fotos con los efectos de la destrucción, incendio y saqueo de Basílica en julio de 1936, valoramos más la excepcional reconstrucción. Y es que, con el templo iluminado se da uno cuenta de que todo, absolutamente todo, bancos, altares, retablos, imágenes, lámparas, cande-labros, cuadros, frescos, resaltes, rejas, púlpitos, relieves, pasarelas, confesionarios, jarrones…., y hasta el enlosado, ha sido reconstruido. Todo, absolutamente todo, sin dejar un rincón sin tocar o restaurar. Lógicamente nada hay al alcance del visitante que le informe sobre esta circunstancia, ni aquí ni en Santa María del Mar, ni en la Iglesia jesuita de Estado en quedó la nave central de la Basílica de la Merced. Belén, ni en la del Pino…, nada, en ninguna.
 
 
Estado en el que quedó la Basílica de Ntra. Sra. de la Merced 
 
   España, se ha convertido en un país de desmemoriados, de ingratos y de cobardes. Un poco duro ¿a que sí? Pero ¿cómo podemos calificar a una sociedad que traga la felonía de la “Memoria Histórica”, trágala que sirve a tirios y troyanos, derecha o izquierda, para eliminar u ocultar nuestra propia Historia?
 
   Recordamos aquella visita a la Merced del Generalísimo Franco en el año 1962, después de desembarcar en loor y olor de multitudes en el muelle de las “Golondrinas”, en visita a Barcelona para inaugurar el Museo Militar de Montjuich. 
 
   Si en alguna parte se lee algo sobre las destrucciones de iglesias y templos en Barcelona, se echa la culpa a los anarquistas que conformaban la mayor fuerza revolucionaria en Barcelona, y que campaba a sus anchas en aquel mes de julio en la martirizada ciudad. Lo que se oculta es que la miserable Generalidad tenía bajo su autoridad a la Guardia Civil, la Guardia de Asalto y a los Mozos de Escuadra, además de una serie de militares, separatistas o ferozmente comunistas, a los que mantuvo quietos, actitud habitual de los llamados poderes públicos en aquellos tiempos, pues ya teníamos el ejemplo de la “quema de conventos” en mayo de 1931, o de lo sucedido en octubre de 1934.
 
   Culpables unos u otros, lo cierto es que Barcelona sufrió la mayor destrucción, saqueo, expolio o asaltos de iglesias, basílicas, templos,…de toda España. Triste récord a la sombra de la triste mirada de un Companys al que, por piedad cristiana, nos abstenemos hoy de calificar. 
 
Estado actual de la nave central, reconstruida a raíz de la liberación de Barcelona, durante una de las épocas más duras de la postguerra ¿Quién ha dicho que ya no hay milagros?
 
   En aquella noche del 20 de noviembre del 2012, mientras rezábamos por víctimas y victimarios, meditábamos sobre la ausencia de representantes de aquellos a quienes la victoria del ejército nacional benefició al salvar sus bienes, vidas y haciendas; de militares que son herederos, lo quieran o no, del Ejército de la Victoria; de aquella jerarquía de la Iglesia, principal beneficiada de la victoria; de aquel pueblo levantado a un nivel social impensable en julio de 1936. Sólo unos pocos…
 
   Con los “13 de la Fama” Pizarro iniciaría su proyecto de conquista del Perú. A lo mejor estos otros “13 de la Fama” de la Basílica de la Merced en un 20 de noviembre somos la semilla que algún día germinará, pero esa semilla tiene la cara de la juventud, la de aquellos que junto a veteranos asistieron a una ceremonia en un maravilloso templo reconstruido por una generación que hoy parece irrepetible.
 
   Laus Deo.     

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