18 de julio, una crucial lucha de ideales, por Juan Chicharro

Juan Chicharro Ortega 

Presidente ejecutivo de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF)

General de División de la Infantería de Marina (R)

La Razón

El próximo 23 de julio los españoles decidirán si prefieren continuar bajo la seudodictadura socialista/comunista/separatista que lidera el actual presidente del Gobierno, Sr. Sánchez, o por el contrario apuestan por un cambio radical que conduzca a la regeneración de esta España que se debate entre ser o no ser de su integridad.

Cobra de nuevo actualidad Antonio Machado con su poema: «Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos España ha de helarte el corazón».

En efecto, puesto que, por extraño que a algunos nos pueda parecer, dadas las circunstancias, si nos atenemos a lo que nos muestran las encuestas, España está de nuevo dividida y enfrentada en dos bandos aparentemente irreconciliables.

Y es en esta situación cuando yo me pregunto si cobra alguna relevancia una fecha como la del 18 de julio de 1936 en la España de hoy. Una España que poco o nada tiene que ver con la de hace ya casi un siglo. Y sin embargo surgen, hoy, odios a mi modo de ver incomprensibles, cuando hasta no hace mucho –inocentemente– uno pensaba que los españoles estábamos reconciliados y habíamos superado los horrores de la guerra.

Pienso de donde habrá arrancado ese odio tan visceral que sin duda le corroe el alma a una izquierda trasnochada. Hombres y mujeres jóvenes que ni por asomo sufrieron jamás ningún tipo de privaciones por la sencilla razón de que son en su mayoría pequeños burgueses que ni siquiera habían nacido cuando murió Franco. Son personas, en muchos casos, incluso, herederos de sangre de otros que por aquellos tiempos estaban instalados cómodamente en el régimen. ¿De dónde les nace este odio? O, aún más, esta frivolidad, puesto que se puede asegurar su absoluto desconocimiento de los sufrimientos que provoca cualquier guerra. Sí, he llegado a la conclusión de que son simplemente unos frívolos poseídos de una falsa verdad que nos quieren imponer por la fuerza a los demás.

Desde una perspectiva histórica, el 18 de julio de 1936 media España se alzó en armas para defender la integridad de nuestra patria y las raíces cristianas de nuestra nación ante la inminente revolución comunista que amenazaba la propia existencia de España. Y por desgracia sobrevino una cruel guerra civil en la que sufrió toda una generación. Pero eso es ya historia y esta se debe estudiar para que no se repitan hechos similares nunca.

Hoy, cuando ya parecía que las heridas de aquella guerra estaban curadas gracias a la sabia decisión de quienes sí habían sufrido la contienda y que decidieron que nunca más se volviera a producir algo similar, aparecen en nuestro espectro político unos iluminados que nos quieren retrotraer a las mismas desgracias de aquellos aciagos días.

Alguien podrá alegar que esto no es así, que veo fantasmas donde no los hay. ¿Seguro? Pues yo aconsejo a quien dude de esto que lea y vea los recientes encuentros que han tenido Otegi, Junqueras y Rufián coordinándose para sencillamente romper España. Pese a todo, muchas son las diferencias entre la España de hoy y la de entonces y gracias en muchos aspectos a que de aquel 18 julio surgió una inmensa clase trabajadora propiciada por un régimen que transformó socialmente España. Hoy es imposible que se produzcan hechos similares salvo que estos politicastros de casta propicien situaciones nada deseables.

Yo escribo sin odio alguno; de hecho, no lo siento en absoluto, aunque, eso sí, me invade un sentimiento de pena por estos gobernantes sectarios y totalitarios. Unos gobernantes burgueses que, una vez logrado el enfrentamiento social que están propiciando, volverán a sus «dachas» de verano en sus buenos coches y disfrutando de la buena vida de la que gozan gracias al sistema que pretenden destruir y al que le deben todo. Un sistema que nació de la ley a la ley desde el franquismo que surgió un 18 de julio de 1936 y que se transformó a través de la Constitución del 78. ¿O no fue así?

La aplicación de la conocida teoría romana de la «damnatio memoriae», que con tanto acierto domina la izquierda española, me empuja a escribir estas líneas, sin acritud, pero reivindicando el recuerdo de tantos jóvenes que entonces dieron sus vidas por una España mejor en la que creían.

El próximo día 23 de julio no es el 18 de julio, ni mucho menos, pero ese día sí entrarán en liza o en disputa muchos de los mismos ideales que se confrontaron entonces. Yo reivindico esta fecha desde la perspectiva histórica, si se prefiere ver así, y si no, al menos siempre quedará el lema carlista: «Ante Dios nunca serás un héroe anónimo».

 

 


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