1939. Una tarde con el Generalísimo Franco en el pueblo marinero de Cayón (La Coruña).

                                                                                       Por Carlos Fernández Barallobre.

En la tarde del día de San Juan de 1939, el Generalísimo Franco, acompañado de su esposa, hija, cuñada, el gobernador civil Julio Muñoz de Aguilar, la esposa de Max Borrell y varios jefes de la Guardia civil, se trasladó al pequeño pueblo pesquero de Cayón, con el fin de pasar unas horas con la gente marinera y conocer de cerca sus más apremiantes necesidades. Hizo el viaje de incógnito, pero momentos antes de su llegada, circuló rápidamente la noticia, y en la plaza del pueblo esperaban al Caudillo todos los marineros y demás vecinos, con el alcalde y el párroco al frente, tributándole un apoteósico y emocionante recibimiento.

Al llegar a Cayón, el Generalísimo fue recibido por el alcalde de Laracha, Astray Hermida, ya que  Cayón pertenecía al municipio de Laracha; el párroco, Mato Tojo, y el presidente del Pósito de Pescadores, Mariano Fuentes.  Tras los saludos Franco se dirigió primeramente a la Iglesia, donde oró unos momentos ante el sagrario del templo parroquial. Luego salió a la plaza, en donde se habían congregado todos marineros. El Caudillo conversó con la gente marinera,  interesándose por la situación de los ancianos y de los jóvenes, así como por las necesidades de cada uno. Al Caudillo le fue presentado Francisco Suárez Varela, el anciano mas querido y respetado del pueblo, quien le saludó brazo en alto y le dijo: “Estábamos perdidos si por vosté non fora. ¡Viva España!”. 

Fueron unos momentos de gran sencillez, que emocionaron profundamente al Generalísimo. Al interesarse por sus necesidades, los marineros le hicieron saber que lo que precisaban con urgencia, era una grúa para poder izar las embarcaciones en los días de temporal y un camión para transportar el pescado al mercado de La Coruña para su venta.

En la plaza  y sobre mesas de madera, se sirvió al Generalísimo y a sus acompañantes una merienda que consistió en sardinas asadas, patatas cocidas (los conocidos como cachelos en Galicia), Centolla, pan moreno con harina de centeno, dulces  y filloas, regado todo ello con vino del Ribeiro, pues Franco rechazó el cup de frutas que le habían preparado diciendo: “Eu prefiro viño do ribeiro”. De seguido tomó una taza de barro y pidió que le echasen el vino de la tierra que bebió con gusto, ante una cerrada ovación de los vecinos. Como remate se sirvió chocolate con churros.

El Caudillo conversó con el alcalde, párroco, presidente  del pósito de marineros y Francisco Suárez Varela, que se sentaron a su mesa,  interesándose vivamente por todos sus problemas. Terminada la comida, el Generalísimo, desde el balcón de una de las casas de Cayón, dirigió unas sencillas y afectuosas palabras a los vecinos, donde resaltó que se mostraba encantado de su visita al pueblo de Cayón y dijo: “Yo pregunté.” “¿Cuál es el pueblo más marinero de la provincia? Y me contestaron: el pueblo más marinero de la provincia es Cayón. Y es el más marinero porque vivía de cara al mar, ya que hasta hace poco no tenía comunicación por tierra. Siento profundamente los problemas de los hombres del mar y, por eso, estoy aquí con  vosotros”. Anuncio que  la grúa y la camioneta que le habían solicitado las tendrían los marineros inmediatamente, para que así pudieran desenvolver con más facilidad sus actividades de trabajo pues era una obligación del Estado atender las justas demandas de las clases trabajadoras del mar. Franco  ensalzó la vida ejemplar de los pescadores, en su constante lucha con el mar. “Con tal motivo”, dijo el Caudillo,  “debéis mirar de frente al mar y no de espaldas, como se venía haciendo hasta ahora, intensificando la extracción de sus riquezas.” El Jefe del Estado finalizó su breve alocución, con los gritos de ¡Arriba el mar! y  ¡Arriba España!, que fueron contestados al unisonó en medio de una gran ovación por todos los vecinos presentes.

 1939 El Caudillo de España visito el pueblo marinero de Cayón.

Al conocerse la presencia del Caudillo, acudieron a Cayón los vecinos de otras parroquias próximas, uniéndose  a los marineros cayonenses en sus manifestaciones de adhesión al Generalísimo. También acudió de La Coruña el coro gallego «”Cántigas da Terra”, que interpretó canciones y bailes gallegos. El cura párroco de Cayón entonó ante el Caudillo unas regueifas, que era un canto o cantiga  muy antigua de Galicia. Una de ellas decía asi: “Na miña vida tal vin, na nosa grande nación, que un Caudillo como Franco, viniese ver a Caión”. También actuó el veterano regueifeiro  Juan Pena.

Después de las siete de la tarde, el Caudillo abandonó Cayón en medio de una clamorosa ovación.


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