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Por Carlos Fernández Barallobre
El jueves día 29 de agosto de 1946, a las cinco de la tarde, bajo la presidencia del Generalísimo Franco, se reunía por primera vez un consejo de ministros en el Pazo de Meirás, coincidiendo con la estancia en él, del jefe del Estado, que pasaba unos días de vacaciones.
El Caudillo recibió a los miembros de su gobierno en los jardines, que daban frente a la fachada principal del Pazo, conversando largamente con ellos, los cuales a su llegada cumplimentaron a la esposa del Caudillo, Carmen Polo de Franco, a la que acompañaban la condesa de Marín, esposa del ministro de Educación Nacional y la señora de Pérez González, esposa del ministro de la Gobernación.
A las cinco menos diez, el Jefe del Estado y los miembros del Gobierno pasaron a la biblioteca del Pazo, comenzando la reunión del Consejo. En el transcurso del mismo se aprobaron los siguientes asuntos. En Presidencia un acuerdo de incoación de un expediente de devolución al Ayuntamiento de La Coruña de los solares donde estaban situados los edificios de la extinguidas Sociedades “La Tabacalera” y “Federación, Local Obrera”. En Exteriores un acuerdo nombrando una Misión económica que marcharía a la República Argentina, bajo la presidencia del subsecretario de Asuntos Exteriores, ministro, plenipotenciario Tomás Suñer, y acuerdo constituyendo una Comisión especial para que, estudiase la situación creada a los españoles domiciliados en Francia al intentar aplicárseles la legislación oficial de postguerra y para que presentasen, en su caso, las medidas de reciprocidad, precedentes. En Ejército. Decretos por los que se concedían la Cruz Blanca del Mérito Militar, pensionada en su empleo, al coronel de Estado Mayor Gregorio López Muñiz; teniente coronel del mismo Cuerpo, Carmelo Medrano, y al teniente coronel de Infantería Juan Domínguez Catalán.
El ministro de Marina dio cuenta en el Consejo de la entrada en servicio de la Armada de los nuevos buques construidos y botados, en las factorías de El Ferrol del Caudillo y Cartagena, Cañonero “Pizarro”, Dragaminas “Tambre” y ” Bidasoa”. En lo referente al misterio del Aire, se aprobó un Decreto por el que se autorizaba al Ministerio del Aire la adquisición por gestión directa de solares en la plaza de Logroño; destinados a viviendas de jefes, oficiales y suboficiales. Expedientes de expropiación, de terrenos para ampliación del aeropuerto nacional de Barajas en Madrid, zonas norte, este y sur del mismo. Expedientes de adquisición de material de protección de vuelo para los aeropuertos nacionales.
En Justicia: Decreto-Ley por el que se establecían nuevas normas penales y procesales para la represión de los delitos contra el régimen legal de abastecimientos. En Educación Nacional: Decreto por el que se autorizaba la construcción por el Estado de un Grupo Escolar en La Coruña. En Obras Públicas. Proyecto de ley autorizando a la Junta de Obras del Puerto de La Coruña para emitir Obligaciones por la cantidad de 150 millones de pesetas. Decreto-ley por el que se autorizaba la expropiación de las fincas a que afectaba la prolongación de la calle del general Mola, de Madrid, que formaba parte del proyecto de accesos complementarios de la estación de Chamartín. En Agricultura. Acuerdo por el que, a propuesta de los Ministerios de Industria y Comercio y Agricultura, se fijaban precios en producción y en puerto de origen para los plátanos de Canarias. Acuerdo por el que a propuesta de los Ministerios de Industria y Comercio y Agricultura, se aprobaban las normas reguladoras de la campaña arrocera 1946-47, en virtud de las cuales se encomendaba a la Cooperativa Nacional del Arroz, bajo la dirección de la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes, la recogida y distribución de la cosecha de 1946, pero sé reducían los precios de consumo al público, que quedarían fijados en los precios únicos para toda España de 2’50 pesetas el kilogramo de arroz corriente y de 4’50 pesetas el Kilogramo de arroz especial. En Industria y Comercio. Decreto-ley por el que se facilitaba el desenvolvimiento del régimen de admisiones temporales. Decreto-Ley por el que se establecía un sistema de importaciones con exención de derechos arancelarios, de determinados productos en relación con exportaciones realizadas y para fomento de estas últimas. Decreto por el que se delegaba en los Municipios parte de las facultades concedidas a la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes en la ley de 24 de junio de 1941. Orden sobre importaciones de productos sin petición de divisas al Instituto Español de Moneda Extranjera. Orden por la que se establecía un sistema de cuentas combinadas- de importación y exportación para fomentar el desarrollo de estas últimas. Orden por la que se hacía extensivo a los pescadores y sus familiares el racionamiento complementario de lo dispuesto en orden del 16-8-46. Orden sobre intensificación de la producción de conservas de pescado durante la campaña del año 1947. Acuerdo sobre aumento de la producción de chocolate familiar y disminución del precio de este producto en el período de los próximos doce meses, contando a partir del primero de octubre.
1946 El Generalísimo Franco conversa con varios de sus ministros en los jardines del pazo de Meirás. Foto Agencia EFE, recogida de internet.
Igualmente el gobierno informaría que se ocupó del asunto León Degrelle, siendo informado por el ministro de la Gobernación de la expulsión y salida del territorio español del súbdito belga, y para salir al paso de malévolas interpretaciones con motivo de- las injustas campañas que se orquestaban contra España, buscando todo tipo de pretextos, emitía una nota sobre el asunto que decía así:
“Primero, Que al no ser procedente la extradición del súbdito belga León Degrelle, ninguna norma internacional, como tampoco ninguna lev española obligaba al Gobierno español a hacer entrega del mismo ni a tomar parte en su persecución, cosa que además sería contraria a la tradicional hidalguía española y opuesta al estado de su opinión pública.
Segundo. Que la mera expulsión de dicho extranjero del territorio español, de acuerdo con la petición reiterada de Inglaterra y los Estados Unidos de América, ha sido decretada en uso de un estricto derecho de soberanía y respondiendo a la buena voluntad de España para con estos países y a su tradicional, amistad para con la nación belga
Tercero, Que siendo por su naturaleza recíprocas las obligaciones de índole internacional, España se ve obligada a llamar la atención sobre el hecho de que, en contraste con su conducta clara y leal, así en el caso Degrelle como en otros semejantes, la tolerancia o la inhibición de los Gobiernos de otros países permiten, que los criminales comunes de nuestra guerra circulen libremente por tierras extranjeras, llevando a cabo actos públicos de beligerancia política y desplegando actividades dañosas para nuestra nación y aun para los propios países que los albergan, donde promueven campañas de agitación y propaganda, cuando no agresiones subversivas y revolucionarias pagadas con el oro expoliado al Tesoro oficial y a los patrimonios privados de nuestra Nación
Cuarto: Que habiendo cumplido en todo momento el Gobierno español sus deberes de amistad y de buena relación con la nación belga, se complace en reiterar en esta hora sus sentimientos de simpatía y afecto hacia aquel pueblo, puestos de manifiesto durante el tiempo de guerra y en sus momentos de desgracia; y lamentaría vivamente que cualquier género de pasión política pudiera desfigurar ante ningún sector del pueblo belga la noble conducta que en todo tiempo han guardado para con él la nación española y su Gobierno”.
A la noche del día siguiente al primer consejo de ministros celebrado en el Pazo de Meirás, el Ayuntamiento de La Coruña ofrecía por vez primera una cena de gala en los salones del palacio municipal, en honor del Jefe del Estado, su esposa y a los ministros del Gobierno, que se habían desplazado a La Coruña. Esa cena, curiosamente llamada comida, como en los países hispanoamericanos, tendría su continuidad hasta el verano de 1975, el último que pasaría el Caudillo de España de veraneo en La Coruña.
A partir de las once de la noche, comenzaron a llegar al Ayuntamiento los ministros y primeras autoridades de la provincia, acompañados de sus esposas. El Palacio Municipal, tanto en su exterior, como en su interior, lucia iluminado de forma magnifica y adornado con numerosos reposteros y banderas.
A las once y veinte, llegó el Jefe del Estado, acompañado de su esposa, Carmen Polo de Franco; jefe de la casa militar, teniente general Martín Alonso; jefe accidental de la casa civil, comandante Fuertes, y otras personalidades. Ante el Ayuntamiento se había estacionado numeroso público que al llegar el Caudillo prorrumpió en vítores y aplausos. El alcalde de La Coruña, Eduardo Ozores, les dio la bienvenida ofreciéndole el bastón de mando de alcaldía. La Agrupación musical Albéniz de La Coruña, interpretó el himno Nacional.
El Generalísimo y los ministros, después de descansar unos momentos en el despacho oficial de la Alcaldía, pasaron a los salones donde se celebró la cena de gala. El Caudillo hizo su entrada en el salón dando el brazo a la esposa del alcalde de La Coruña. La esposa del Caudillo iba acompañada del ministro de Asuntos Exteriores Alberto Martin Artajo. Seguidamente entraron los ministros y las primeras autoridades con sus respectivas señoras. En el trascurso de la cena la agrupación musical Albéniz amenizó la velada.
Finalizada la cena el Caudillo asistió a una fiesta de gala que organizó el Casino de La Coruña en su parque del “Leirón” de la calle de Juan Flórez. En el popular parque de verano de la sociedad coruñesa se dieron cita más de cinco mil personas, entre socios e invitados, entre ellos la señorita Carmen Franco Polo, acompañada de un grupo de amigas. El presidente del Casino, coronel Oscar Nevado de Bouza, recibió en la puerta del parque al Generalísimo Franco y a su esposa Carmen, a quien obsequió con un ramo de flores. Los socios tributaron una gran ovación al Caudillo y a su esposa mientras una de las orquestas que amenizaba la fiesta interpretó el Himno Nacional.
El Caudillo y su esposa permanecerían en el parque algo más de una hora y media. En la marquesina del edificio social, el presidente y junta directiva del Casino le ofrecieron una copa de vino y café. Posteriormente el Generalísimo subiría a la terraza del mismo, para contemplar desde allí el ambiente del multitudinario baile.
Durante la fiesta a la esposa del Caudillo, Carmen Polo, se le extravió una valiosa medalla de brillantes, que llevaba grabada al dorso el escudo de la ciudad de Sevilla. Fue hallada por el empleado del Casino, Antonio García Larrosa, que entregó la medalla seguidamente. El Jefe del Estado le envió una importante gratificación, felicitándole por su rasgo de honradez.
Carmen Franco Polo, (arriba a la derecha) con unos amigos en la fiesta celebrada en el parque del Casino en 1946.
A la mañana del domingo uno de septiembre, el Jefe del Estado y Generalísimo visitó la batería de costa del monte de San Pedro, donde estaba previsto que tuviesen lugar unos ejercicios militares a cargo de la guarnición de La Coruña, y que fueron suspendidas debido al mal tiempo y la escasa visibilidad.
Pese a la suspensión, el Generalísimo estuvo en el puesto de mando, cambiando impresiones con los generales y jefes allí reunidos, pertenecientes a los distintas Armas y Cuerpos de la región Militar.
Seguidamente el Generalísimo asistió al almuerzo que le fue ofrecido por la guarnición, y a la que asistieron también los ministros del Ejército, y del Aire.
A la hora del café el capitán general de Galicia, Teniente General Salvador Múgica, en vibrantes y sentidas palabras, expresó al Caudillo de España la más incondicional adhesión de todos los generales, jefes, oficiales, suboficiales y soldados, reiterándole que en todo momento podía disponer de ellos y que consideraban un orgullo estar a sus órdenes. Terminó con los gritos de ¡Viva España! y ¡Viva Franco!, calurosamente coreados.
El Generalísimo contestó haciendo un canto al deber y al honor, cuyo cumplimiento debía ser aspiración constante del Ejército. Agradeció la adhesión de los reunidos, muchos de los cuales eran antiguos compañeros en las campañas africanas, exhortándoles a que siguiesen trabajando, como venían haciéndolo, por el bien de la Patria y del Ejército, cuya unidad era envidiada en el mundo entero.
El Caudillo fue calurosamente ovacionado al terminar su discurso, y despedido con los gritos de ¡Franco, Franco, Franco!, que no cesaron hasta que el Generalísimo se introdujo en el vehículo oficial y abandonó la instalación militar, para dirigirse a su residencia veraniega del Pazo de Meirás,