25 de Julio, Santiago Apóstol, Patrón de España: ¡una bandera nacional en cada hogar español!, por Gral. Adolfo Coloma

Adolfo Coloma
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Estamos apenas a diez días de la festividad de Santiago el Mayor, uno de los doce apóstoles de Cristo, de su círculo íntimo.
 
Según la tradición cristiana, tras la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés, los apóstoles de Jesús fueron enviados a los confines del mundo para la predicación del Evangelio. Santiago vino a Hispania donde, acompañado por sus discípulos predicó la Buena Nueva por esto pagos. Según esa misma tradición, sintiéndose morir María, la madre de nuestro Señor, pidió a su Hijo que le acompañaran en el trance de su muerte los doce apóstoles. Por la intercesión de Jesús resucitado, María fue apareciéndose a todos ellos, haciéndolo a Santiago, sobre una columna de jaspe en la ciudad de Cesar Augusta (que se conserva en la Basílica del Pilar, en Zaragoza) en torno al año 40. Santiago acudió pues a Jerusalén y estuvo presente en la “dormición” de la Virgen, pero fue capturado y llevado ante Herodes Agripa, quien le dio martirio decapitándolo.
 
Fueron dos de sus discípulos, Anastasio y Teodoro, quienes rescataron su cuerpo, lo trasladaron por mar hasta la Península Ibérica, enterrándolo en secreto en Iria Flavia, (villa próxima a Santiago de Compostela), donde sus restos fueron rescatados en el siglo IX. El Rey de Asturias Alfonso II el Casto, ordenó construir un templo encima de la tumba, que con el tiempo se transformó en la imponente Catedral de Santiago de Compostela. Con el devenir de los años se convertiría en el tercer foco de religiosidad y peregrinación de la cristiandad, después de Jerusalén y de Roma, a través de esa magna ruta conocida como “El Camino de Santiago”
 
La devoción al apóstol Santiago viene pues de la auténtica cruzada que se vivió en España a lo largo de casi ocho siglos y que conocemos con el nombre de “La Reconquista”. No son pocas las intercesiones del santo en momentos críticos para la cristiandad, especialmente en batallas como las de Clavijo, Coímbra o las Navas de Tolosa. Especialmente significativa es su intervención en la primera de ellas, de donde arranca el patronazgo de España, y en particular del Arma de Caballería del Ejército.
 
En efecto, Ramiro I Rey de Asturias, se había negado a pagar el ominoso “tributo de las cien doncellas” al Emir de Córdoba Abderramán II, quien le presentó batalla en los campos de Clavijo, muy cerca de Nájera el 3 de mayo de 844. Dice la tradición que, el primer día de la batalla fue desfavorable a las huestes cristianas. Al anochecer, el Apóstol se apareció a los abatidos soldados confortándoles y animándoles al combate. A la mañana siguiente, según la misma tradición, apareció Santiago a lomos de un caballo blanco, blandiendo la espada en una mano y en la otra el estandarte de la cristiandad, conduciendo a los soldados a la más aplastante victoria.
 
Enlazando con la devoción a Santiago y para la protección de los peregrinos que transitaban hacia Compostela, nace la Orden de Santiago, una institución religioso – militar, compuesta por caballeros cristianos (miles Christi), que junto con las órdenes de Calatrava, Alcántara y Montesa, conforman las viejas Órdenes Militares Españolas. La de Santiago, tiene su origen en Cáceres en 1170, en los “Trece Frates” que se comprometieron a defender la ciudad. Posteriormente cambió su sede al Monasterio de Uclés (Cuenca)en tiempos de Fernando III el Santo, donde pervive en la actualidad como “caput ordine” (cabeza de la orden), aunque convertido en seminario menor.
 
De tal tradición arranca el grito de “Santiago y Cierra España” que se haría con el tiempo una realidad. Así lo recoge nuestro inmortal Cervantes que pone en boca de Don Quijote y Sancho Panza el siguiente diálogo:
 
(Sancho) -“… querría que vuesa merced me dijese qué es la causa por que dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel san Diego Matamoros: “¡Santiago, y cierra, España!” ¿Está por ventura España abierta, y de modo que es menester cerrarla, o qué ceremonia es ésta?
 
Simplicísimo eres, Sancho –respondió don Quijote–; y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo, especialmente en los rigurosos trances que con los moros los españoles han tenido; y así, le invocan y llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen, y muchas veces le han visto visiblemente en ellas, derribando, atropellando, destruyendo y matando los agarenos escuadrones; y desta verdad te pudiera traer muchos ejemplos que en las verdaderas historias españolas se cuentan”.
 
Es decir, El grito de guerra “Santiago y Cierra España” contiene en sí dos partes. La primera es una invocación al Santo Patrón pidiendo su protección. La segunda no es sino la expresión de una inequívoca determinación de acometer, abalanzarse, cerrar, sobre el enemigo. Pero ha de esperarse hasta el año 1630, durante elreinadode Felipe IV, el Papa Urbano dispuso que “Santiago Apóstol fuera considerado patrón único de España”. Con gran satisfacción celebró la noticia el no menos insigne Francisco de Quevedo con estas palabras: “Dios hizo a Santiago, Patrón de España, que no existía entonces, para que cuando llegue el día pudiera interceder por ella y volverla otra vez a la vida con su doctrina y con su espada”.
 
Queda pues manifiesto el hecho de que en la nominación de Santiago como Patrón de España se juntan a parte iguales tradición y fervor religioso. Por eso no es extraño que, en períodos en los que este último ha decaído, el patronazgo de Santiago también lo ha hecho. Así ha sucedido durante la 2ª República, que lo suprimió, remontándose después Bajo el Gobierno del Generalísimo Franco, que en 1937 repuso el patronazgo, para pasar tras la transición y la proclamación de la constitución Española de 1978, que declara el Estado “aconfesional” a una situación (por así decirlo) de bajo perfil. Sigue siendo Patrón de España, como nos recuerda la ofrenda de SM el Rey o su representante, ante los restos del apóstol, el día de su onomástica, el 25 de Julio, que es también el día de Galicia y el de una docena de pueblos repartidos por la península e Islas Canarias. Pero ni siquiera es una jornada declarada festiva en toda España, lo que contrasta con muchos de los países hermanos al otro lado del Atlántico.
 
La devoción al apóstol junto con la impronta de la orden Militar de Santiago tuvo su importancia militar no solo en tiempos de la Reconquista, sino que se prolonga hasta nuestros días en muchos de los usos y costumbres del Ejército Español. Basta con confrontar el emblema de la Orden Militar con el del Ejército. Tradición y devoción que alcanza su máximo exponente en el Arma de Caballería, que lo tiene por Patrón. De hecho, finaliza su himno con un inequívoco:
 
…. Y un grito pone fin a la hazaña
Con nuestro lema
“Santiago y cierra, España”
 
Pero lo cierto y verdad es que la deriva que el tradicional concepto de “Arma” (Infantería, Caballería, Artillería e Ingenieros) está sufriendo desde hace unos años, hacia el más pragmático y administrativo concepto de “especialidad fundamental” unido a la corriente desacralizadora a la que estamos asistiendo, están vaciando de contenido los valores del patronazgo: devoción y tradición. De seguir así la cosa, en poco tiempo el Patronazgo de Santiago, y del resto de Armas y Cuerpos de las Fuerzas Armadas, y otras muchas instituciones del ámbito académico y social, irán perdiendo su significado y su valor como medio para identificar un colectivo con la virtud de un hombre o mujer santificado por la Iglesia, que se da al mismo como patrón de comportamiento o modelo de vida. Se perderán, sí, a menos que nos revelemos contra ello, a menos que lo demandemos y mostremos nuestra devoción, respeto y deseo de dignificar ese día. Se nos presenta `pues en unos días, el 25 de Julio, la oportunidad de celebrar este día tan señalado, y hacerlo visible a los demás. Una ocasión singular para volver a sacar nuestras banderas a los balcones, ventanas o jardines de nuestras casas. Hacer del Día de Santiago un día de unidad de España, frente a los independentistas que quieren que pretenden desgarrarla y los tibios que miran hacia otro lado. Un día en el que el grito de “Santiago y cierra España” suene con determinación, con el deseo de reconocernos a nosotros mismos como hijos de esta gran nación. Con independencia de las ideas políticas de unos y de otros, de la condición civil o militar e incluso de la práctica o anuencia de la fe que heredamos de nuestros padres.
 
Un día de júbilo orlado con los colores de nuestra enseña nacional y el grito unánime de:
 
¡¡¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!!!
 

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