A propósito del Ministro de Educación, José Luis Villar Palasí, por el Gral. Juan Chicharro Ortega

Juan Chicharro Ortega

General de División IM. (R.)

Jose Luis Villar Palasí, nacido en Ruzafa (Valencia), era licenciado en Derecho y en Filosofía y letras, Catedrático de Derecho Administrativo y hablaba con fluidez nada menos que 15 idiomas. No tengo duda alguna que fue un prohombre excepcional en la historia de la Educación en España y puede ser considerado como el padre de la EGB actual.

En 1968 el Generalísimo Franco llamó a Villar Palasí y le nombró Ministro de Educación. Franco entendía que en aquellos años 70 la necesidad de cambio era patente en España en el ámbito social, en el político y desde luego en el educativo. Se hacía evidente la necesidad de una ley que abarcase la totalidad del sistema educativo nacional. Era necesario dotar al país de un sistema educativo más justo, más eficaz y más en consonancia con las necesidades de los españoles. En Villar Palasí encontró Franco al hombre excepcional que iba a ser el verdadero artífice de toda la reforma. Los criterios básicos para esta reforma, luego transformada en Ley, fueron la unidad, abarcando los distintos niveles educativos, la interrelación entre ellos, y la flexibilidad. Villar Palasí comprendió enseguida que lo que urgía era ante todo una Ley General de la Educación y de Financiación de la Reforma Educativa, una ley que transmitiese a la sociedad española que la educación era una inversión que costaba dinero; de hecho, involucró al director general de Hacienda. Y sí, Villar Palasí estableció la Educación Maternal, la Educación Preescolar, la Educación General Básica, el Bachillerato Unificado Polivalente, la Formación Profesional y la Educación Especial. Esta Ley supuso un fuerte impulso a la educación española al reforzar y unificar el sistema educativo, e introducir innovaciones curriculares, organizativas y tecnológicas y todo con arreglo a las directrices de la UNESCO.

Sin duda un hombre de una calidad intelectual y organizativa fuera de lo corriente. Hoy su recuerdo perdura en colegios en Valencia, Sagunto, Quart de Poblet, Paterna, Xirivella, Burjasot y Orihuela que llevan con orgullo el nombre de Villar Palasí.

Pues bien, leo que una reciente disposición normativa de la Consejería de Educación de la Generalitat Valenciana ordena cambiar el nombre de los colegios citados alegando que contraviene la Ley de Memoria Histórica. Francamente, uno no sale de su asombro una vez más. El intento de borrar parte de nuestra historia de forma torticera se ha convertido en un objetivo principal para muchos políticos que al parecer no tienen otra cosa mejor que hacer, tal que si no tuviéramos en España problemas más importantes que solucionar. La ignorancia y el resentimiento no tienen descanso y buena prueba de ello es esta disposición por la que alegan que es necesario eliminar “cualquier referencia que ensalce el franquismo” en el nombre de los colegios valencianos. Y una de estas “referencias” es la de quien fuera Ministro de Educación entre 1968 y 1973. No acaba uno de entender realmente esta obsesión siquiera sea porque si uno observa el estado comparativo del sistema educativo en España – del que es responsable la política educativa del PSOE (el PP sólo ha seguido aguas) – conforme a lo que el Informe PISA (Programa para la evaluación de estudiantes) establece, España se encuentra hoy en el furgón de cola lejos de la media de la OCDE y de la UE. Probablemente ahí es donde les duele. El nombre de Villar Palasí pone en evidencia la incompetencia e incapacidad de estos inquisidores baratos.

Resulta paradójico que desde esta lamentable situación aparezcan iluminados que incapaces de revertir el desaguisado actual se empeñen en borrar la figura de quien fuera ejemplo de eficacia cuando fue el propiciador de la moderna educación en España.

Esta aberración ha encontrado su oposición en más de 200 catedráticos y juristas que han suscrito una carta en la que piden al Consell que no borre a Villar Palasí de los colegios. Entre los firmantes destacan el jurista valenciano Pascual Sala, expresidente del Tribunal Supremo y del Constitucional; Fernando Ledesma, magistrado del Supremo y ministro de Justicia de Felipe González; así como los rectores de la Universidad de Salamanca y de la San Pablo CEU de Madrid.

La historia es la que es y por mucha inquina que estos ignorantes administradores de la Comunidad Valenciana quieran manifestar la verdad siempre resplandece y por mucho que les duela ahí está la obra de Villar Palasí que quedará para siempre.

No comparto para nada lo que la citada Ley de Memoria Histórica establece, si bien como ley debe ser acatada, pero el problema deviene cuando la aplicación de esta se halla en manos de unos personajes plenos de ignorancia y de resentimiento hasta extremos insospechados. Sucede afortunadamente que su ignorancia les pierde y la torticera aplicación de la misma les va a llevar a enmendar la plana a partir del momento en que por la vía de la justicia se les haga frente. Los tribunales les pondrán en su sitio. Al tiempo.