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Juan Chicharro Ortega
Presidente Ejecutivo de la FNFF
El 20 de noviembre de 1975 falleció en Madrid el Generalísimo Franco. Parece cierto según explica Rufo Gamazo, asesor y amigo personal de Carlos Arias Navarro, presidente del Gobierno en 1975 y publicado en El País en el año 2010 que:
“Semanas antes de la muerte de Franco, el presidente Carlos Arias preguntó a la hija del jefe del Estado, Carmen Franco Polo, si la familia tenía alguna previsión sobre el lugar de enterramiento de su padre: “Ninguna”, respondió Carmen Franco Polo”.
Y no menos cierto, sino muy real, es que la decisión de enterrar al Caudillo en el Valle de los Caídos, fue tomada por el gobierno de Arias Navarro y firmada por S.M. el Rey Juan Carlos I.
A nadie extrañó entonces esa decisión, digan ahora lo que digan, sino que fue asumida por el pueblo español con toda naturalidad. Hoy cuando se escriben tantas barbaridades con la ignorancia propia de quien no es capaz de comprender que la historia no puede ser escrita desde la perspectiva actual, sino desde la de la época, cabe recordar la razón por la que se construyó la Basílica del Valle de los Caídos y para ello basta con leer el decreto de 23 de agosto de 1957, que constituía la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos: en su párrafo primero, después de invocar el «perdón evangélico», y los lustros de «unidad y hermandad entre españoles», transcurridos desde el final de la guerra, dice claramente que «ha de ser el Monumento a todos los caídos, sobre cuyo sacrificio triunfen los brazos pacificadores de la Cruz». Incluso «The New York Times» titulaba el 3 de abril de 1959: «El general Franco ofreció el ramo de olivo de la paz a los millones de españoles que entre 1936 y 1939 lucharon al lado del Gobierno republicano vencido», refiriéndose a la inauguración del monumento.
No, a nadie extrañó que el Generalísimo, fundador e impulsor de la construcción del Valle de los Caídos, fuera enterrado allí y desde la FNFF defendemos la justicia de aquella decisión oponiéndonos a los deseos del Sr. Sánchez de exhumar sus restos. El Generalísimo tiene que seguir reposando en el Valle.
No obstante, y en su caso, asistimos con asombro a que incumpliendo lo que el propio Gobierno estableció en el Real Decreto Ley, origen de todo el procedimiento en curso, y hoy sometido a estudio por el Tribunal Supremo, muestra su oposición a que los restos del Generalísimo se reinhumen allá donde la familia ha dispuesto respondiendo al requerimiento que le hizo el propio Gobierno: en la Catedral de Madrid.
Una negativa que supone una vulneración del derecho canónico (Canon 1189.2) que dispone que “todos pueden elegir el cementerio en el que han de ser sepultados” y que en ningún caso el Gobierno podrá impedir, ni por supuesto la propia Iglesia Católica, y donde , además, dado el carácter de lugar de culto, la propia legislación canónica garantiza que no se pueden producir en ella actos de naturaleza política al encontrarse expresamente prohibidos cualquier acto que no “favorece el ejercicio y el fomento del culto, de la piedad y de la religión” (Canon 1210).
La FNFF, como ya he dicho, mantiene que el Generalísimo tiene que seguir el Valle, y por supuesto la familia, pero en su caso – todo puede suceder – esta exige su derecho a reinhumar a su abuelo conforme a la legislación y doctrina de la Iglesia Católica, donde ellos dispongan y tengan título funerario. Y no hay más opciones posibles. El Gobierno nunca podrá impedir conforme a la ley que, llegado el caso – confiemos que así no suceda – los restos del Caudillo reposen en la Catedral de Madrid.
Y de llegar a este punto – los caminos del Señor son inescrutables – la intención del Sr. Sánchez de exhumar al Generalísimo del Valle propiciaría un entronque con la más vieja tradición española y católica de inhumar a sus dirigentes reales o no en sitios de culto de relieve.
Cabe recordar aquí simplificando, que, por ejemplo, en la Catedral de Toledo están enterrados hasta seis monarcas de Castilla; que en la de Sevilla tres de los reyes más carismáticos de nuestra historia: Fernando III El Santo, Alfonso X El Sabio y Pedro I e incluso Cristóbal Colón y que en la de Granada nada menos que los Reyes Católicos.
La Catedral de la Almudena es la más moderna de las catedrales españolas y bien podría pasar a la historia por ser el lugar donde reposaran los restos de Francisco Franco. Un lugar por otra parte emblemático por su cercanía con el Palacio Real y la mismísima Plaza de Oriente.
Pero no. El Generalísimo Franco continuará en la Basílica del Valle de los Caídos y en eso confiamos pues nos asiste el derecho, la razón y el respeto a la Historia.
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