ABC y otras basuras

 
Von Thíes 
 
 
   EL PAIS, y a su sombra, ABC, han publicado una nueva versión de las aventuras de James Bond, de M.1 en la “Historia de España según Down Street 10”, aunque sin rotundas mozas, que también es mala suerte. En realidad no sacan nada nuevo, pues es algo de lo que ya se habló y publicó en otros momentos, pero con nuevos adobos que mejoran el puchero (“improving the stew…”).
 
   Lo que pasa es que este James Bond es poco cinematográfico, pero como rata diplomática tenemos que reconocer que fue muy eficaz. No referimos al antipático y malencarado Sir Samuel Hoare, Grand Lord que fuera del Almirantazgo Albión y con el tiempo embajador en Madrid. 
 
   EL PAIS, y a su sombra ABC, relatan con raro entusiasmo la operación británica para sobornar a generales “franquistas” para impedir que España se uniera a los “nazis”. Tan inteligentes redacciones ni siquiera depuran errores manifiestos, como el citar entre los sobornados al general Gallarza, ministro de la Gobernación (¡¡!!), cuando este ministro se llamaba Valentín Galarza Morante y nunca fue general. Pero había una excelente oportunidad para echar basura sobre el general González Gallarza, cuyo hijo, el general don Eduardo Gónzález-Gallarza Morales, es hoy presidente de la “Hermandad de Veteranos de Tierra, Mar, Aire y Guardia Civil”.
 
   El tema de los generales que quisieron presionar a Franco para traer la Monarquía es ya muy conocido, al igual que los “ejemplares castigos” que recibieron, ya que a uno lo hizo Alto Comisario, además de darle un título nobiliario, títulos que extendió a otros a los que “echó” a destinos importantes donde meditar sobre la inoportunidad de ciertas “presiones”. Sólo uno sufrió un castigo auténtico, el general Aranda, cuyos contactos con los británicos se pasaron de la raya, y que se fue a meditar sus traiciones al castillo de Bellver.
 
   Es posible, y así lo dicen los documentos británicos, que se hiciera una operación soborno, pero que el resultado final fuera el de llenar de dólares los bolsillos de 30 generales se escapa del guión. En aquellos años (1940, 1941…) todavía había en España casi media docena de servicios de información, uno de ellos correspondía a la Falange, que era dirigido por un militar apellidado Gutiérrez Mellado. Este militar, muy eficaz en sus trabajos, controlaba todo el despliegue de agentes y hasta de radios, que el malencarado inglés había desplegado, especialmente en el NE de España, incluida zona “benedictina”…. Y discretamente, que en aquellos tiempos no convenía irritar demasiado a la Gran Bretaña, se los desmontó todo. La maniobra británica de intentos de soborno, de haberse querido hacer llegar hasta el final, habría sido perfectamente conocida y desactivada.    
 
   Norman Hayes, el Embajador de los EEUU en España cuenta en su libro de memorias “Mi misión en España”, que para que pudieran actuar en territorio español España los servicios OSS (Office of Strategic Services) de información norteamericanos, tenían que hacerlo bajo la severa vigilancia de los servicios de información espa-ñoles, que no permitían actua-ción alguna sobre temas espa-ñoles y sólo en sus objetivos contra Alemania. Y no olvide-mos que la OSS yanqui estaba “asesorada” en temas españoles por separatistas vascos y algún traidorzuelo del exilio. 
 
   Muchos de esos generales españoles que se cita en los informes de EL PAIS  y ABC habían mostrado en su momento una admiración por Alemania, y algunos se inclinaban por meterse en la guerra a su favor. Aranda, Queipo de Llano o Yagüe eran de esa opinión. Luego fueron cambiando, aunque el general Yagüe mantuvo esta idea casi hasta el final de la 2ª guerra mundial. Otros, como Varela o Kindelán, sin ser anglófilos (ser anglófilo en aquellos años era ser un traidor) se inclinaban, de forma razonada, por el bando aliado, y eso que Kindelán era también un profundo admirador de la Italia fascista.   
 
   Aparece en el pútrido informe el general Muñoz-Grandes. Es difícil imaginar a aquel general que cuando iba de civil, embutido en su gastada gabardina, husmeando libros por el Rastro o cambiando sellos en la Plaza Mayor de Madrid, que fuera un archimillonario en dólares y profundamente anglófilo. Pero la ofensa se lanza sin más datos que los archivos incompletos de los británicos.
 
   Quien de verdad influyó en la definitiva decisión de Franco de apartarse de cualquier aventura guerrera fue el que sería con los años Presidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco. Si es cierto que los británicos gastaron millones de dólares, perdieron los dólares y el tiempo.
 
   Como dato que añadir a esta basura diremos que poseemos copia de un documento en el que los servicios de información en Barcelona habían detectado una especie de campaña a favor del general Orgaz, uno de los que se cita en esta lista de “traidores”, campaña organizada por una asociación de empresarios textiles para recaudar dinero como homenaje y agradecimiento al general por su gestión en Capitanía General. Y es que, según lo que decían los organizadores de ese homenaje, la situación económica del general era muy discreta.
 
   Si uno lee atentamente el informe de EL PAIS y de su eco ABC, se podrá comprobar que tiene, además de clamorosos errores, muchas dudas, fallos y situaciones poco aclaradas. Si uno dice una mentirijilla, posiblemente nadie se la crea, pero en España, cuanto más absurda es la mentira resulta más creíble. Basta con leer esto para darse cuenta de la burra que nos quieren vender.   
 
   Esto es lo que dice Hoare en un informe: «Franco desea permanecer neutral pero está aterrorizado por Alemania; (Serrano) Suñer, (el general) Yagüe y el ala izquierdista de la Falange favorece la intervención (en la guerra); el ala derechista (requetés, carlistas, empresarios, la mayoría del Ejército y los campesinos) a favor de la neutralidad». Lo de aterrorizado, tratándose de Franco, parece una broma, y ¿por qué los campesinos? ¿por qué no se cita a los obreros, a los funcionarios o a los serenos?  
 
   Nos imaginamos a los capos de EL PAIS y de ABC creyéndose a pie juntillas los informes de los servicios secretos británicos, que entre sus indudables “éxitos” cuenta el ignorar que Philby, Mclean, Burgess, Blunt y Caincross, agentes punteros del “Inteligence Service”, eran agentes soviéticos. Pero es que ante los programas y proyectos para ocupar las Canarias, en uno de los informes de los agentes británicos se citaba como parte de la guarnición en las islas un inexistente regimiento de Caballería, y no se dieron cuenta de que, sin embargo, sí había dos grupos mixtos de Ingenieros; tampoco se dieron cuenta de la diferencia de efectivos entre una brigada británica y una española, fundamental para sumar posible número de enemigos; confundían los bombarderos “Savoya” con los de transporte “Ju 54”; consideran que la guarnición en las Canarias es de 19.000 hombres, cuando apenas si llegan a 10,000…;  etc,etc.
 
   Hay un párrafo al final de esta historieta de espías y de corruptos de uniforme que dice: “El ministro de la Guerra que estaba presente en la entrevista se opuso firmemente a este planteamiento y Franco le apoyó de forma igualmente firme».  El autor de este final, pese a ser mayorcito, ignora que entonces no había ministro de la Guerra. Y es que el reportaje no se tiene en pie más que por la vileza y el odio de algunas redacciones que aceptaron esta historia de espías. Preferimos las de James Bond, son más creíbles..  
 
   No le debieron de servir muy bien a Hoare los informes del Agregado Naval Alan Hillgarth (hay otro Alan Hillgarth vicecónsul honorario en Menorca antes de la guerra) en lo que se refiere a las “traiciones” de treinta generales españoles, aunque ya citamos a uno que sí aceptaba la ocupación de las Canarias. El tal Hillgarth tenía el proyecto de aceptar la invitación de generales españoles para ocupar Canarias si los alemanes invadían España, pero dice al final, sin torcer el gesto, que no sabía qué generales se prestarían a ello.   
 
   Difíciles años de los que nos sacó Franco (y sus colaboradores) prácticamente indemnes. Si echamos una mirada al mapa mundi y vemos el tamaño y situación de aquellos países que quisieron utilizar a España para sus planes y proyectos, nos asombramos del temple, inteligencia y calidad como gobernante del generalísimo Franco y, no lo desestimemos, de su “baraka” que a todos nos alcanzó.    
 
   Nuestro desprecio a estas dos redacciones.   
 
 
 

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