Agravio a las bases del régimen de Franco, por José Luis Díez

 

José Luis Díez

El Correo de España

 

La antipatria y los enemigos de España comenzaron, tras no haber digerido el primero de abril de 1939, un excepcional agravio a las bases del Régimen del Movimiento Nacional, como el nacionalismo español y católico, que estaba fundamentado en la exaltación a la patria y a la religión católica, exaltando las tradiciones y los viejos símbolos, retomando al mismo tiempo los antiguos valores del imperio español, rememorando continuamente la Reconquista, la unificación territorial de los Reyes Católicos, cuyos símbolos, el yugo y las flechas fueron empleados por el régimen, y la  edad de oro de España con de Felipe II, cuando en los dominios de España no se ponía el sol, o los fueros contrapuestos a constituciones modernas. Por todo esto, la “unidad de la patria” se convirtió en un valor sacrosanto del régimen, basado en principios históricos.

      El Nacionalismo español no es sino el movimiento social, político e ideológico que conforma la identidad nacional de España, basándose en una condición social, cultural y territorial. Es la identidad asentada en el concepto de nación, es decir, el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural definida con características diversas, rasgos de cosmovisión definidos con mayor o menor localismo, costumbres de interacción, tradiciones y valores, organización social y política. La identificación con una nación suele suponer la exaltación, con distintos tipos y grados de sentimiento de las formas concretas de amor a la patria, de temor a lo ajeno, de orgullo de lo propio, de desesperanza por su perdida, etc., que toman de ella. Tomando también como referencia elementos explícitos tales como símbolos patrios y signos distintivos como la bandera, el escudo, el himno, incluso selecciones deportivas, monedas y sellos, entre otros.

       Como vemos, la identidad nacional es la “identidad fundamental” en el mundo moderno frente a otras identidades en cuanto que “se considera definidora de la esencia misma de la propia nación”. Pudiendo definir el “nacionalismo español”, en un sentido general, como el conjunto de ideas y de sentimientos que conforman el marco conceptual de la identidad nacional española.

         Ese nacionalismo español del régimen de Franco estaba estrechamente relacionado con Iglesia Catolica. Porque el catolicismo, antes que nada, el de antes y el de ahora, es la religión, fe, creencia o doctrina practicada o profesada por los denominados fieles de la Iglesia Católica, única verdadera fundada por Nuestro Señor Jesucristo, encomendada para propagar la enseñanza cristiana a través del mundo. Su doctrina fundamental se encuentra en el credo, donde se explican los fundamentos de la religión. Siendo una organización jerárquica, conformada por el Papa de Roma como máxima autoridad espiritual y los cardenales, y seguidos por el clero: los obispos, presbíteros y diáconos. Su principal guía, junto con los concilios ecuménicos, son las fuentes de la revelación: la Biblia y la Tradición. Constituyendo la Santa Misa su rito principal; realizándose en él la eucaristía, esto es, la consagración del pan y el vino transformándose en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Teniendo a la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús por Madre de los fieles, y siendo venerada con especial devoción. Cree en los novísimos: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. Guarda los Mandamiento de Dios y de la Iglesia. Ejerce los 7 sacramentos que representan la gracia espiritual.

Durante el Régimen de Franco, como he apuntado anteriormente, estaba identificado con la religión católica de tal forma que se legisló y vivió bajo la confesionalidad católica del Estado, y siendo su Unidad Católica el fundamento y ser de la Patria.

      No había la libertad religiosa aperturista del Concilio pastoral Vatican II, es decir, con el régimen franquista cualquier persona podía ser y elegir la religión que quisiese practicar en el fuero interno, pero exteriormente el culto obligado era el católico.

      Franco era una muy buen católico y entendía que lo que hacía era una misión de Dios. Quería proteger a la Iglesia de las personas contrarias a la religión. Otorgando las mayores concesiones y privilegios a la Iglesia católica, a la que ayudó a reconstruir las templos, conventos y monasterios destruidos por las hordas rojas durante la Cruzada, y confiando a los colegios católicos la educación de la juventud, contó con el apoyo de los principales representantes de la institución. Hay que hacer notar que el régimen siempre afirmó la primacía espiritual y jurisdiccional del Papa sobre el poder político y por consiguiente la subordinación de la autoridad civil a la autoridad eclesiástica.

       El nacionalcatolicismo, con el que la Sinagoga de Satanás le apodó para mancillar su obra, estaba relacionado con el catolicismo tradicional español, como el águila en la bandera de España, que representa a San Juan, o el Valle de los Caídos, un monumento funerario con la mayor Cruz del mundo y una basílica, en el que están enterrados más de 33.000 combatientes de ambos bandos de la guerra.

        Tras la muerte de Franco, el catolicismo español que había comenzado a desquebrajarse con la nueva jerarquía del vaticano II, terminó con una supuesta “modificación” de la Iglesia y del catolicismo español, contribuyendo a ello la transición democrática y la consolidación del Estado aconfesional, y a la situación actual del destronamiento social de Cristo con la pérdida de la Unidad Catolica y, como no pongamos los medios necesarios, la perdida de la Unidad Territorial.

       Otra de las bases vilipendiada por la mano que mueve los hilos para denostar el régimen de franco, es su anticomunismo. Sistema del que el propio Franco afirmó antes de la Cruzada: “Donde yo esté no habrá comunismo” y que después, en la paz, remachó: “Crearemos una España fraternal, una España laboriosa y trabajadora donde los parásitos no encuentren acomodo; una España sin cadenas ni tiranías judaicas, una nación sin marxismo ni comunismo destructores, un Estado para el pueblo, no un pueblo para el Estado”.

      Por si acaso alguien lo desconoce o piensa que es la panacea del bienestar,  les aclaro que el comunismo es el sistema político y el modo de organización socioeconómica, basándose en el marxismo, y se caracteriza por inexistencia la propiedad privada,  reemplazada  por la propiedad pública y por el control comunitario de los medios de producción, así como por la inexistencia de clases sociales y la desaparición de las pequeñas empresas, y en  donde impera el  Estado laico y ateo, pudiendo endurecerse y establecer una verdadera dictadura que limite seriamente las libertades individuales, hasta crear un estado policiaco, que sería el más grande riesgo del socialismo. Amén de los más de 100 millones de muertos causados por el comunismo.

       A estas ideas y concepciones políticas activas generadoras de miseria, hambre, esclavitud y quebrantadoras de la ley natural y de los derechos humanos, son las que despertaron y desarrollaron el anticomunismo de Franco, englobando en él a todas las fuerzas defensoras del marxismo, es decir, socialistas, anarquistas, ugetistas…etc., todos aquellos que, con asombro e incredulidad, mordieron el polvo de la derrota en la Cruzada de Liberación Nacional.

     El autoritarismo, es otra de las bases malmirada, por considerar que todos los poderes del Estado estaban en manos de Franco y que, en su beneficio, la libertad estaba restringida y censurada y el Estado ejercía todo el poder sin divisiones ni restricciones, sin aceptar que Franco solamente buscaba acallar a los disidentes y evitar sus expresiones públicas en beneficio de España y del pueblo español. 

      Contrariamente a ese sentir, los mismos acusadores, nos lavan el cerebro diciéndonos que vivimos en libertad, pero la realidad es muy otra, pues arreglan sus apaños, con buenos euros, a través de casi la totalidad de los medios de comunicación, a los que han convertido en su herramienta más poderosa y eficaz, para llevar a cabo el engaño más sutil y pernicioso: hacernos creer que somos libres y poder manejarnos a su antojo. Llevando a cabo el dicho del jacobino llamado ángel del terror, Saint-Just: “Ninguna libertad para los enemigos de la libertad”. Y así, se está coartando la libre expresión con una censura, que en principio fue solapada y hoy, por otros motivos y circunstancias, abierta hace gala de su lema democrático: “se prohíbe prohibir”, prohibido nombres de las calles y escudos sobre los edificios; prohibido opinar a los militares de política; prohibido pronunciar injurias, calumnias y acusaciones contra las autoridades o instituciones en manifestaciones públicas; prohibiendo el acceso a cualquier servicio público; prohibido colgar pancartas o banderas en edificios; prohibiendo comentarios y opiniones en las redes sociales; Ejemplos recientes son querer meter en la cárcel a los de la ambulancia de la vida; a la revista El Jueves  se la ha imputado por publicar artículos satíricos  sobre la policía; según el informe Freemuse (1) España es el país con más artistas condenados en prisión en 2019 por expresar sus pensamientos., etc.  Hoy se está prohibiendo la libertad de expresión en España y pueden confirmarlo visitando la plataforma en defensa de la libertad de información (PDLI).

     Es verdad que en el Régimen de Franco solo estaba permitido el Movimiento Nacional (Falange Española tradicionalista y de las JONS), lo que supuso la abolición de los partidos políticos y sindicatos, que fueron puestos fuera de la Ley, por ser como son el gravamen democrático que articula los enfrentamientos, la desigualdad y la falsa libertad. En multitud de discursos pronunciados por Franco nos advirtió del fracaso y mentira de la Democracia. Prueba fehaciente de sus avisos, es la situación de los momentos actuales de tan grave y crucial aflicción que sufre hoy nuestra Patria desde que, engañados los españoles con la “libertad sin ira”, se arrastran tantos y tan arduos y peligrosos males.

      En consecuencia, gracias a ese autoritarismo y totalitarismo se instauró un régimen de paz, hermandad y prosperidad que convirtió a nuestra Patria en la octava potencia mundial y que en 1975 dejó las Arcas del Estado con un superávit que no se ha alcanzado con la democracia.

   También el antiliberalismo es otra base reprochable al franquismo, ya que, desde el primer gobierno de Francisco Franco, constituido el 30 de enero del 38, en plena Cruzada, propuso una ley contra la masonería que uno de sus ministros se negó a firmar. Y durante su mandato la etiqueta de liberalismo era utilizada por elementos moderados de la oposición al franquismo e incluso por elementos de la denominada familia “monárquica” o “juanista” dentro de las familias del franquismo; especialmente a los implicados en el denominado contubernio de Múnich y a los que formaron parte de las distintas organizaciones de integración política de finales del franquismo, como la Platajunta.

      Bien es verdad que existen liberalismos de signo distinto y distintas aspiraciones económicas y sociales, pero todas, bajo el pensamiento democrático de la defensa de la libertad individual y de las iniciativas privadas, limitando siempre las potestades del Estado al consenso mayoritario. Todo ello, siempre en teoría, porque en la práctica actúan por el libre mercado y el ascenso del capitalismo. Camufladamente persiguen una sociedad no religiosa, sino laicista y atea, proponiendo una evaluación de los principios de satisfacción para todos los hombres. Sin olvidar la encíclica “Mirari vos” de Gregorio XVI que condena toda forma de liberalismo como pecado grave y se prohíben dichas ideas a los católicos.

      El modelo de hombre liberal es el del ciudadano que, como portador de derechos, pero no de obligaciones es suficientemente autónomo, como para desarrollarse por sí mismo al margen de la sociedad.

       También se le ha tachado al franquismo de corporativismo sindical, criticando y escarneciendo el Fuero del Trabajo, por prohibir éste los sindicatos de los trabajadores y crear en cambio el Sindicato vertical, regulado desde el gobierno.

       Efectivamente, el corporativismo promovió el fortalecimiento del Estado y el fomento de corporaciones profesionales verticales subordinadas a él, donde se integran trabajadores y empresarios.

       Su veta tradicionalista y católica puso como objetivo la restauración del orden social frente al comunismo y al liberal-capitalismo. A la luz de las encíclicas Rerum  Novarum  de  León  XIII y Quadragesimo Anno de Pío  XI ,  las  líneas  principales de  este  pensamiento  se  resumen  en  cuatro elementos básicos: el conflicto se resuelve siempre en la colaboración entre patronos y obreros; tiene como soporte  legal  un  marco  institucional  fijo; no hay opción libre a participar o no, pues patronos y obreros se integran necesariamente  en  las  corporaciones; y  estas  tienen  carácter  monopolista  respecto de los intereses de los afiliados.

      A lo largo de toda su existencia la Organización Sindical contó con un gran entramado burocrático y dispuso de un buen número de organizaciones a través de las cuales ejecutaba sus funciones sociales u Obras Sindicales, de carácter asistencial y enfocadas a distintos ámbitos, como la “Obra Sindical del Hogar” que promocionaba viviendas baratas para los trabajadores, la “Obra Sindical 18 de Julio” con la asistencia sanitaria de reconocido prestigio, y la Obra “Educación y Descanso”​, que era una organización de carácter recreativo que ofrecía a los trabajadores un gran abanico de actividades socioculturales (teatros, música folklórica, coros musicales…) así como de eventos deportivos y actividades de educación física. Llegó a existir una red de centros culturales para sus afiliados, las cuales incluían residencias de vacaciones y centros deportivos.

      Igualito que hoy, con la UGT y CCOO, unos sindicatos pancistas, sobrevivientes gracias a las subvenciones y a los escándalos de Andalucía, Asturias y Canarias sobre la corrupción y trapicheos existentes.   Propongo la pregunta del millón: ¿Qué han hecho esos sindicatos por los trabadores españoles en estos 40 años?

       El Militarismo, como se sabe, es la ideología según la cual la fuerza militar es la fuente de toda la seguridad. En su forma más leve se postula a menudo con argumentos muy variados, para justificar la preparación militar de una sociedad, todos los cuales tienden a asumir que la paz a través de la fuerza es la mejor o única forma de conseguir la paz. Su política se resume en el aforismo “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

       Según los enemigos del Movimiento Nacional el ejército español ha sido una constante en la vida política, unas veces actuando como grupo de presión influyendo en las decisiones del poder civil, siendo la columna vertebral del régimen.

      Sí, es verdad que el ejército en el régimen de Franco fue garante y custodio, pero lo fue, y que quede claro, para defender las esencias patrias por las que había luchado y seguía vigilante y mantenerlas en vigor, de su unidad, de los enemigos exteriores e interiores, frente la conspiración judeo-masónico-comunista-internacional, que defendía la existencia de una unión entre comunistas, la secta masónica y los judíos para desestabilizar y destruir España.

      Por último y en tono denigrante se acusa al Franquismo de intolerante y dictatorial, dos palabras cacareadas como contrarias al a tolerancia, cuando en realidad y en la práctica no lo son, ya que, en plena democracia, en nombre de la tolerancia y de la no discriminación existe actualmente “Dictadura del relativismo”.

      Si por tolerancia se entiende que no existe verdad ni error, bien ni mal y que cada uno puede pensar, querer y actuar como le parezca, entonces dejan de existir los valores absolutos y límites objetivos que se imponen a todos. Y el resultado es que la mayoría (o una minoría que se cree “iluminada”) puede imponer de modo dictatorial a toda una sociedad aberraciones contrarias al orden natural (divorcio, aborto, eutanasia, matrimonio igualatorio) y “que son un paso más en el camino de la libertad y de la tolerancia”. Y así se ha llegado, por ejemplo, obligar a los médicos a que practiquen el aborto, a los padres de familia a que acepten niñeras homosexuales para sus hijos o afirmar que el Estado puede enseñar a los niños materias como la teoría del género, sin el consentimiento de sus padres.

      Hemos de observaren democracia, que cuando los malos son minoría, ellos piden libertad para el mal. Pero, cuando llegan a ser mayoría, o a manipular a una mayoría, niegan a los buenos el derecho de hacer el bien. Y es que, para los dictadores del relativismo, la definición de libertad es lo contrario de lo que dijo el Presidente-mártir de Ecuador, Gabriel García Moreno: “Libertad para todos y para todo; excepto para el mal y para los malos”. Su lema es: “Libertad para todos y para todo; excepto para el bien y para los buenos”.

       Es por ese tortuoso camino que desembocan en el totalitarismo que dicen combatir, y en la persecución a los opositores por motivos ideológicos, ejemplo claro es la Ley de Memoria Histórica”.

     En suma, todos estos agravios y despropósitos que he ido despiezando, y otros que dejo en el tintero, a través de la machaconería de estos años para denigrar el Régimen del Movimiento Nacional, han hecho a nuestra juventud muy difícil la labor de asimilar, para bien, la ideológica del franquismo. Solamente los que hemos tenido la fortuna de vivir bajo ese régimen de bienestar, podemos equiparar esas etiquetas luciferinas con la propia maldad de sus mentirosos autores

      Podemos concluir, como espero concluyan también muchos lectores, afirmando, como decía Terencio, que “el servilismo engendra amigos y la verdad odio”, y añado que no solo engendra odio, sino que la naturaleza humana es tan propensa a la verdad que, cuando el hombre se identifica y ama algo contrario a la verdad, él quiere a toda costa que ese algo sea verdadero. De este modo, cae en el error de desfigurar la verdad y persuadirse de que lo verdadero es su propia falsedad.

 

  • Freemuse es una organización internacional consultora de la ONU que defiende la libertad de expresión.

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