¡Ay, España!

Juan Chicharro Ortega

General de División de Infantería de Marina (R)

 
 

Corren
malos tiempos para nuestra Patria, y lo que es peor, no parece claro que la
situación presente vaya a mejorar.

Se
profanan tumbas y mausoleos de soldados de España: no hace mucho la tumba del
Capitán General Muñoz-Grandes en Carabanchel, la de los caídos de la División
Azul en el cementerio de La Almudena o recientemente la de los caídos de la
Legión en Zaragoza….etc.

Se
atacan y derriban Cruces con saña allá donde se erigen en recuerdo de caídos
por España; se atacan los sentimientos religiosos de la mayoría de los
españoles y siempre, al final, la Cruz, símbolo del amor fraterno es objeto de
todo tipo de actos vandálicos.

Se
resquebraja la unidad de España tal como vemos a diario en Cataluña donde
grupos organizados amenazan la convivencia o en pueblos vascongados donde se recibe con
homenajes a etarras asesinos con total impunidad. En ciudades como Barcelona se
eliminan calles de héroes nacionales – Almirante Cervera – sustituyendo su recuerdo por otros
insignificantes, y ridículos, – un tal Rubianes -, al tiempo que en la mayoría de España al
amparo de una sectaria Ley de Memoria Histórica sucede lo mismo. Curiosa
aplicación la de esta Ley que preconiza que los sitios públicos deben ser
lugares de encuentro y no de confrontación y sin embargo se eliminan los que
recuerdan a una época para sustituirlos por otros. ¡Qué desvergüenza!

Se
organizan exposiciones como la titulada “1936. Madrid no pasarán” en un clara
exaltación de la guerra civil contraviniendo el propio artículo 15 de la citada
LMH, al igual que la manifestación habida el pasado día 14 de abril por las
calles de Madrid de un grupo marxista leninista portando y homenajeando a Marx
y a Lenin. ¡Increíble! Y de todo punto ilegal.

Las
Fuerzas Armadas son también atacadas en su esencia como vemos en cuanto se presenta
la mínima oportunidad y resulta esperpéntico observar cómo se obliga a sus
miembros a vestir de paisano en una feria en Gerona prohibiéndoles el uso del
uniforme (caso seguramente único en nuestra historia y desde luego en los
ejércitos aliados).

Guardias
civiles apaleados en Alsasua tienen que declarar escondidos y fuera de la vista
del público tal que si fueran ellos los delincuentes y no otros.

Y
por desgracia, nos encontramos, también, con cierta jerarquía eclesiástica que
ha perdido el norte de su misión pastoral apoyando la ruptura nacional como vemos en Cataluña, de la misma manera que lo hizo y sigue haciendo en
las provincias vascongadas.

Escribo
con el ceño fruncido y el corazón encogido ante la pasividad y relatividad
moral con la que el pueblo español contempla todo este desaguisado que le está
llevando simplemente a la ruina, no sólo moral sino también a la económica.
Miles de millones de euros se van para
mantener a una clase política que sólo mira a sus intereses personales y que se
acoge a las siglas que sean para medrar.

Cobra
actualidad la conocida frase del Almirante Blas de Lezo cuando dijo que “la nación no se pierde porque uno la ataquen
sino porque los que la aman no la defienden
”.

¿Dónde
está la España de las Navas de Tolosa, la de la conquista y civilización de un
nuevo mundo, la que supo levantarse contra el francés, la que luchó y murió en
Trafalgar o en Santiago de Cuba, la que venció al comunismo evitando que España
se convirtiera en un satélite de Stalin?, ¿ dónde están aquellos dirigentes de
la Segunda República que no dudaron en declarar el Estado de Guerra ante la
proclamación del “Estat Catalá” que rompía la legalidad constitucional de la
propia República?

Hoy
la izquierda ideológica en clara sintonía con su línea histórica se posiciona
contra todo lo que signifique fortalecer la unidad nacional y desde luego
contra todo lo conseguido con gran esfuerzo por los españoles tras la guerra
civil. Su actitud en todo concorde con la teoría del ideólogo marxista Murzenberg se instala en la mentira
buscando enemigos imaginarios y a la vez desvía la atención para ocultar su
incompetencia e incapacidad manifiesta para resolver los problemas de los
españoles allá donde gobierna o puede gobernar.

Llama
la atención su permanente obsesión con la figura del Generalísimo Franco pese a
que este murió hace ya más de 40 años y su obra pertenece ya a la historia.
Esta paranoia no tiene otra explicación que la que deviene de la referencia que
la figura del Generalísimo supone para todo lo que quieren derribar: la unidad
de España, la tradición cristiana de nuestra nación y desde luego no pueden
soportar ni admitirán jamás la transformación social que España experimentó en
aquellos años. Tres motivos claros. Curiosa izquierda ideológica esta como la
representada por el PSOE, Partido otrora compuesto por clase obrera y hoy pleno
de señoritos bien instalados lejos de aquella “famélica legión” con la que no
tienen nada que ver ni por asomo.

¡Ay
España!

Y
en este desaguisado general, la Fundación Nacional Francisco Franco que
tiene entre sus fines el estudio y
conocimiento, no sólo la de la figura del Generalísimo, sino la del propio
Estado que rigió España entre 1939 y 1975, es objeto de todo tipo de ataques en todos los ámbitos con la única
finalidad de callar a quienes desvelamos la verdad histórica; esa verdad que
quieren ocultar al pueblo español. Está en peligro no ya la Fundación sino algo
mucho más grave: la libertad de pensamiento o de expresión y por ende la propia
Constitución que las ampara.


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