El hijo del líder comunista en Galicia, Víctor García, apunta a sus compañeros de partido como los asesinos de su padre, en 1948
Hace apenas un año rescató del olvido la memoria de su padre. Pero no la que él había tenido desde su asesinato en la comarca del Deza en abril de 1948, cuatro años después de haberle sido encomendada la reorganización del Partido Comunista en Galicia y el norte de Portugal. El primer descubrimiento lo llenó de satisfacción. Tras 60 años de busca, Víctor García encontró el lugar donde yacen los restos de su padre. Una placa sobre su tumba fue el homenaje que hace tres meses le rindieron sus familiares. El otro descubrimiento, aún no logró asimilarlo: “No murió por un tiro de la Guardia Civil. Fue Carrillo quien dio la orden de asesinarlo“, acusa.
R. PRIETO: “Por fin lo cazamos. Este canalla se nos resistía como una sanguijuela. Logramos cazarlo en la comarca de Lalín. Desde allí (…) movía los hilos de ciertos grupos aventureros y descontrolados. Es un provocador que nos dio muchos disgustos y, aunque tarde, lo hemos eliminado“. La carta fechada el 23 de abril de 1948 revela el final del metalúrgico asturiano Víctor García García, alias El Brasileño, asesinado en la clandestinidad por sus compañeros del Partido Comunista. Los mismos que le habían encargado en 1942 reorganizar el PC en Galicia y el norte de Portugal. Un enlace del partido comunicó su muerte, pero no la autoría, a su mujer, afincada en Vigo con su hijo Víctor, de 6 años. Fue éste quien hace un año se enteró de las circunstancias en las que había sido ejecutado su padre. No fue en un tiroteo con la Guardia Civil, como él y su madre habían creído. “El comité central del PC, asentado en Francia y comandado por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo, decidió asesinarlo“, acusa.
Medio sepultado por tierra y ramas y mordido por las alimañas, su cadáver fue encontrado al cabo de unos días por un vecino en un bosque. Tenía un disparo en la cabeza. Víctor García fue enterrado en el cementerio de la aldea de Moalde (Silleda), al pie de la iglesia.
Hasta hace un año, sólo algunos vecinos de la localidad pontevedresa e historiadores locales conocían el lugar donde yacían los restos del líder del PC en Galicia y quiénes habían dado la orden de ejecución. A más de 400 kilómetros, en la década de los cincuenta Asturias y años más tarde en el País Vasco, su mujer y su hijo velaban su cuerpo en silencio. Su sospecha no se confirmaría. Víctor García no había sido paseado por el régimen de Franco.
Según investigaciones del alemán Hartmut Heine y de historiadores gallegos como Alberto Maceira o Lupe Martínez, el reorganizador del PC en Galicia y el norte de Portugal fue condenado por la propia organización comunista, acusado de “infiltrado” y de “estar en contacto con los servicios aliados en la red de evacuación de pilotos derribados en el frente europeo” y que, desde Francia, cruzaban por Galicia hacia Portugal.
Orden del Comité Central
Algunas fuentes señalan al guerrillero Marcelino Rodríguez Fernández, Marrofer, como responsable del asesinato de García y del de su lugarteniente, Teófilo Fernández. Las investigaciones dan por hecho que el nuevo comité regional del PC, en la que José Gómez Gayoso relevó a El Brasileño, estaba al tanto de la eliminación de ambos.
Víctor descubrió hace menos de un año el lugar donde fue enterrado su padre y quiénes dieron la orden “liquidarlo política y físicamente“. Su madre murió sin poder rescatar del olvido la historia. Desde hace tres meses, una lápida identifica la tumba que durante seis décadas buscó su hijo, Víctor García Fernández, ex jefe de Cirugía del hospital de Cruces (Barakaldo) y profesor de Patología Quirúrgica en el País Vasco. “Fue su único homenaje“, lamenta.
Una herida cicatrizó al encontrar el lugar dónde esos viejos huesos clamaban memoria y libertad. La otra nunca lo hará. “No fue asesinado en un tiroteo con la Guardia Civil, como siempre habíamos creído mi madre y yo, sino que el comité central del PC, asentado en Francia y comandado por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo, juzgó que la labor realizada por mi padre al frente del partido en Galicia no coincidía con sus proyectos y decidieron asesinarlo. Y los asesinos enviados por el partido lo lograron en el año 1948”, relata Víctor, afincado en Orión (Cantabria).
Nacido en la localidad asturiana de Muriello, Víctor García García emigró de niño con sus padres y sus dos hermanos a Brasil. Durante su estancia en el país que le dio el alias de El Brasileño estudió contabilidad y se afilió al Partido Comunista. En 1934, regresó a España y participó en la Revolución de Octubre. Su lucha lo llevó preso a la cárcel Modelo (Madrid) y al el penal de Dueso (Santoña). En la Guerra Civil, luchó en el Frente Norte como comisario de brigada en un batallón de las Brigadas Internacionales. Fue miembro del Comité Central del PC de Asturias y de la Internacional Socialista.
“Finalizada la guerra, no buscó la protección del exilio en La Habana, Moscú o París, como hizo Carrillo, sino que siguió en la lucha por los ideales perdidos y se incorporó a la clandestinidad. Se estableció en el norte de Portugal y Galicia reorganizando el PC, que había sido desarbolado por el régimen. Contribuyó a crear una guerrilla con 947 luchadores en pos del restablecimiento de la República vencida“, relata su hijo.
Reorganizar la guerrilla
Terminada la Guerra Civil, el primer Comité del PC en Galicia se estableció en las minas de Fontao, en el Deza, con el objetivo de reorganizar el partido a través de los militantes que eran trasladados de prisión a campos de trabajo. Según relata su hijo, la dirección del Partido Comunista lo envió a Galicia para organizar la guerrilla gallega y la del norte de Portugal. “La cuestión idiomática tuvo su importancia para que el partido lo enviase ahí“, justifica Víctor.
Según Maceira, Víctor García creó en 1942-1943 el Comité Regional del Partido Comunista, en las minas de Brea, en la localidad de Fontao. Fue el inicio de la reorganización guerrillera con sabotajes para conseguir financiación para el PC.
En junio 1944, García trasladó el Comité Regional del Partido Comunista de Fontao a Vigo. Es entonces cuando su mujer y su hijo abandonan Sama de Langreo, en Asturias, y se asientan en “en una casita pequeña protegida por un bosque” en el barrio del Calvario, según recuerda Víctor, que entonces tenía dos años.
Pero la dirección del PC lo destituye y le ordena unirse a los guerrilleros. La negativa de El Brasileño provoca su expulsión del PC. La represión interna de su propio partido, según Hartmut Heine, le lleva a esconderse en Bandeira (Pontevedra).
Aunque los guerrilleros de la comarca tenían orden del nuevo secretario del Comité Regional de PC en Galicia, José Gómez Gayoso, de acabar con la vida de El Brasileño, esperaron a la decisión del Comité Central. Y ésta no tardaría en llegar. En abril de 1948, Víctor García aparecía muerto de un tiro en la cabeza.