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Eduardo García Serrano
Agotada la paciencia y la moratoria otorgada por la Pandemia (a la fuerza ahorcan) el Cobrador de la Barretina entra en La Moncloa sin avisar, como los chulos en los bolsos de las putas que les alimentan, como el casero en el domicilio del inquilino moroso. Trae la faltriquera rebosante de facturas pendientes de pago y llama a voces, amenazantes, destempladas y autoritarias al okupa de La Moncloa para que ponga al día el Debe después de disfrutar largamente del Haber que le dejaron en depósito y usufructo a cambio de poner a su madre en almoneda.
Al Cobrador de la Barretina no le basta con la reiteración de las promesas de prontopago, teatralmente destiladas con esa sonrisa de la galán barato de culebrón turco, tan característica de los canallas sin valor devorados por la ambición, capaces de vender a su madre en el vuelo de los dados o en el vértigo de los naipes cuando el botín del premio es el Poder. No, no le basta. Ya no se fían de él los covachuelistas del separatismo que, a estas alturas de los Balcanes, echan de menos a aquél cipayo del PP al que se le caían las babas del Perro de Paulov por llegar al Poder tras haber ganado unas elecciones por chiripa y que, sin pudor y sin decoro, también vendió a su madre al Alí-Babá de la Generalitat que, por aquellas calendas, se conformó con que echaran a la Guardia Civil de las carreteras catalanas, con que certificase la muerte del Servicio Militar Obligatorio, con unas cuantas transferencias más y con la garantía de impunidad, inmunidad y vista gorda para sus saqueos, para los latrocinios de su numerosa prole y para el atraco institucionalizado de la banda de forajidos de CiU. Hasta tal punto vendió a su madre aquél cipayo del PP, que el marsupio de ETA, Javier Arzalluz, dijo de él: “es tal su ansia de llegar al Poder que en catorce días de negociación le hemos sacado (los separatistas) más a Aznar que a Felipe Gozález en catorce años”.
¡Qué tiempos aquellos, en los que el separatismo se solapaba en el parvulario del nacionalismo para poner de hinojos y con el culo en pompa a Madrit! Al Cobrador de la Barretina ya no le basta. Sonríe con la ternura del sicario calabrés evocando a sus víctimas de entonces, Aznar, Pujol y demás cipayos de menor cuantía, y le aprieta las costuras y las cuadernas al actual cipayo de La Moncloa, que sólo suda miedo por la posibilidad de perder la peana del Poder pero no por vender a su madre a los bandoleros de los Balcanes.
Pedro Sánchez sabe (es lo único que sabe) que si no paga tiene los días contados. En el ultimátum ve a Pablo Escobar con barretina: “Plata o plomo”. O pagas o te sacamos arrastras de La Moncloa. Sea, ahí tenéis a mí madre, toda vuestra; al fin y al cabo lleváis más de cuarenta años violándola y saqueándola. Acabad la faena con la Mater Hispania. Vuestros son el indulto y la amnistía, el referéndum pactado de independencia y la autodeterminación. Ahí los tenéis, sobre la Mesa de Negociación.
Al salir, el Cobrador de la Barretina firmó el certificado que convierte oficialmente a la Mater Hispania en la Putaespaña, pero dejó sin rubricar el pagaré a nombre de Pedro Sánchez porque a los traidores no se les paga nunca.