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Honorio Feito *
No deja de sorprenderme la sutileza del diario El País, en su edición digital del martes 13 de diciembre, en una noticia titulada: “Familiares de víctimas reclaman al nuevo Congreso que condene el franquismo”. Visto el titular, imagino que se trata de una manifestación que ha cortado el tráfico de la carrera de San Jerónimo, y que miles de participantes han causado un auténtico conflicto y han puesto en apuros al recién estrenado presidente del Congreso, el “popular” señor Posada. Visto el titular la cosa podría ser preocupante, pero el titular, en esta información, es apenas una capa de polvo que, con un soplo, deja ver la realidad que guarda la noticia: el objetivo final es el juez Garzón. Hacía tiempo que no se reivindicaba la figura del juez Baltasar Garzón, por cierto.
La lectura de la noticia deja ver que los manifestantes eran apenas unos cincuenta. Me llama la atención, también, que un pequeño grupo de personas se sientan realmente satisfechos sólo con un gesto. O sea, si el presidente del Congreso aprueba un texto (porque me imagino que se trata de aprobar un texto, y si es consensuado por todas las formaciones mejor que mejor), donde se diga explícitamente que Franco fue tal o cual y sus colaboradores también e, incluso, más. O sea lo que realmente me llama la atención es que después de 37 años alguien pueda seguir en esta historia y lo que es aún peor, que se utilice la fórmula de los perdones y las condenas públicas, que parece que, como el absurdo de lo políticamente correcto, contenta a los pseudotolerantes de turno.
Estamos acostumbrados a estos acontecimientos de las condenas y los perdones públicos, a que públicamente se quite lo que en otro día se dio, pero sólo a ciertos personajes; a que se hagan declaraciones revocadoras como si la Historia fuera un sombrero de quita y pon… y, además, que estos gestos vengan de quienes menos legitimidad tienen a veces.
En treinta y siete años, la Cámara Baja ha tenido presidentes de varias formaciones. Incluso bajo el mandato del señor Zapatero, más proclive a descolocar las chinchetas de un mapa que a terminar un puzzle, han tenido tiempo para presentarse en Moncloa y pedirle una declaración de intenciones sobre el franquismo.