De traiciones y exhumaciones

 

Una traición se entiende  como una  falta que se comete quebrantando la fidelidad,  la lealtad o la confianza que se debe guardar o tener, ya sea con un familiar, amigo o superior del tipo que sea. A lo largo de la historia, conocemos multitud de casos que relatan terribles traiciones o profanaciones que, con el tiempo, se han condenado por considerarse actos deleznables.

Podemos poner varios ejemplos:

Judas Iscariote, miembro de los Doce Apóstoles de Jesucristo, traicionó al Hijo de Dios por 30 piezas de plata. Judas organizó una señal especial para que las autoridades conociesen la identidad de Jesús, y se produjo el famoso “beso de Judas”, lo cual llevó a la crucifixión de Jesucristo. Conocidas son las palabras que Él le dedicó a Judas:

Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”

Todos conocemos la batalla de las Termópilas, y eso nos lleva a mencionar a Efialtes de Tesalia. Aquel pastor griego decidió que hacerse rico era mejor que tener Honor, y vendió a los suyos contando al rey Jerjes y su ejército de persas el camino por el que llegaban a la retaguardia de los espartanos para pillarles por sorpresa.

Marco Junio Bruto, hijastro de Julio César según algunas fuentes, no estaba satisfecho con el estado de la República. Así que participó en una conspiración contra César, junto a su cuñado y amigo Cayo Casio Longino y otros senadores. En los idus de marzo, asesinaron a César en la Curia Pompeya, donde Julio César le dijo a Brutus:

“Tu quoque, Brute, fili mi” (Tú también, Bruto, hijo mío).

Por su parte, Napoleón Bonaparte no se quedó corto y aprovechó el Tratado de Fontainebleau para fraguar una traición. Por medio de este Tratado, España permitía pasar al ejército napoleónico por su territorio para llegar a Portugal, país aliado de Inglaterra. Sin embargo, una vez conquistado el suelo portugués, Napoleón decide que España formaba parte de su botín y traicionó a la corona española, nombrando como rey a su hermano José Bonaparte, más conocido por Pepe Botella.

Por último, dentro del tema de traiciones y profanaciones, vamos a hablar de la conocida maldición del faraón Tutankhamón.

Comenzamos contando que la leyenda que se encontraba en la antecámara de Tutankhamón, decía lo siguiente:

La muerte golpeará con su tridente a aquel que turbe el reposo del faraón”.

Tutankhamón se hizo muy famoso por la conocida “Maldición del Faraón”. Esta tumba fue descubierta y profanada en 1922, en el Valle de los Reyes, por Howard Carter y Lord Carnarvon, quien financiaba la excavación.

La maldición, según cuenta su leyenda, fue muy efectiva y comenzó apenas dos meses más tarde, cuando Carnarvon murió de forma repentina por la picadura de un mosquito que le provocó una septicemia. Estos rumores de “maldición” se afianzaron cuando otros trabajadores que habían participado de la excavación murieron de formas extrañas, como el caso de Audrey Herbert, que falleció al llegar a Londres de una forma inexplicable, o Arthur Mace, el que dio el primer golpe al muro de la cámara real, que murió sin posible explicación de los médicos en El Cairo, al poco tiempo. No olvidamos a Sir Douglas Reid, que fue el que hizo la radiografía de la momia del faraón, en su caso enfermó y volvió a Suiza donde murió dos meses después. El único que dicen que se salvó, por morir con más edad, fue Howard Carter, aunque padeció una difícil enfermedad, un linfoma, que terminó como su vida.

Para terminar, queremos recordar la frase que el emperador Carlos V cuando, tras derrotar a los protestantes en la batalla de Mühlberg durante la guerra de Esmalcalda dijo, cuando le pidieron que la profanara la tumba de Lutero y le quemase:

“Ha encontrado a su juez.

Yo hago la guerra contra los vivos, no contra los muertos.”

 

 


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