Blas Piñar Pinedo
Lo que va del 20N de 1975, cuando muere Franco, al 20N de 2011 cuando Rajoy gana para culminar la obra de Zapatero, justifica toda una Ley de Memoria Histórica para imponer por ley ciertas visiones del pasado: mejor que los españoles no sepan cómo estaba España hace no tantas décadas. No contentos con su nueva ley liberticida que impide al historiador trabajar con su propio criterio -y menos aún con datos fácilmente comprobables documentalmente- ahora se empeñan -Andalucía está en la vanguardia- en eliminar cualquier símbolo de nuestra Historia. Es tal la histeria, que en Barcelona, con tal de atacar al franquismo, se han cargado la placa que conmemoraba la Constitución liberal de 1837…
Son así. Es el tiempo de la ignorancia fomentada. Pero lo que más retrata a los antifranquistas, que tanto han ido aumentado desde que Franco falleciera, como explica Pío Moa con gran acierto, es descubrir quienes son: desde Kubati, Bolinaga y Ternera a Llamazares; desdeZapatero a Rajoy; desde Mas y Junqueras a Cayo Lara y desdeAnasagasti hasta algunos obispos…
Siempre me pregunto qué sentido tiene ser franquista una vez acabado el Régimen. Lo mismo me pasa con el antifranquismo. Y ahí surge una cuestión interesante: ¿por qué se empeñan en ser antifranquistas, qué pretenden? Pues quizá, en el fondo, buscan manipular, ocultar y odiar. No soportan que el bando nacional, capitaneado por Franco:
Venciera, no a una inventada democracia, sino a la revolución marxista soviética, la organización criminal más grande de la Historia, que ha batido récords de ruina y muerte.Salvara a la Iglesia católica y a la tradición cristana que prentendían aniquilar.Evitara la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial, cosa que sí pretendía el Frente Popular, que observó atónito que quien realmente pactó con Hitler fue su aliado Stalin.
Pacificara y desarrollara España y permitiera el acceso a la democracia que ellos han pervertido.
Generara un Estado unitario con pleno empleo y protección social y todo ello con una presión fiscal cuatro veces inferior a la actual.
Detuviera etarras y grapos y les aplicara un código penal muy duro, tan denostado hoy interesadamente por ser franquista, pero que ellos transformaron de forma interesada para favorecer a sus aliados ideológicos, esto es, los terroristas.
Ante estas verdades de la Historia -para nada son cuestiones ideológicas, sino certezas asépticas- es normal que la izquierda se revuelva histérica y aplique sus programas de manipulación a todo nivel. Lo realmente denigrante no es eso. Lo que es absolutamente desolador es que a ésta tarea se hayan apuntado, alegres, inconscientes y estúpidos, los acomplejados que deben casi todo lo que son y tienen a sus antepasados que se dejaron sus mejores años para enfrentarse a la peor tiranía de la Historia.
Creen que tiene razón y que todo lo anterior no tiene valor porque han impuesto que el franquismo fue una dictadura surgida de un golpe de Estado fascista contra una democracia. Pero ni aquello era una democracia desde febrero del 36 ni lo es la degeneración de la Constitución del 78 desde que el PSOE se apoderara muy pronto de todas las instituciones, incluyendo ya últimamente al Partido Popular.
De un 20 de noviembre a otro, es normal que nuestra casta se entretenga en denigrar al Régimen de Franco, no sea que los españoles noten que es hoy cuando tenemos seis millones de parados, una sociedad corrompida, una Seguridad Social quebrada, un separatismo a punto de lograr sus objetivos, unos políticos delincuentes y traidores, unos impuestos propios del comunismo y a los etarras y violadores en libertad…