Editorial de Octubre de 2015

 
 
A las órdenes de V. E. mi General  
 
Gral. Juan Chicharro Ortega  
 
 
   El 16 de julio de 1974 recibí mi despacho de Teniente de Infantería de Marina. Lo firmaba el Jefe del Estado S.E. el Generalísimo Franco. Un honor. Pertenezco consecuentemente a la penúltima generación de oficiales de los ejércitos cuyo diploma estaba firmado por uno de los generales más brillantes de la historia de España.  
   
   Lejos estábamos entonces de suponer que, en los años siguientes, si bien era de esperar la ofensiva general que desataron contra su persona las fuerzas que habían sido vencidas en la guerra, íbamos a tener que asistir atónitos a la actitud de muchas personas, instituciones y grupos sociales que debían a Franco su supervivencia y que se sumaron a la ofensiva de calumnias y abominaciones por oportunismo político, cuando  no cobardía.  
   
   Una actitud cobarde donde las más inexplicables provenían y provienen de una derecha sin rumbo regida sin ilusión, sin ideas y sin ideal por conspicuos nietos del franquismo más acendrado. Traición en estado puro. Pero siempre más tarde o más temprano la  verdad acaba por mostrarse tal cual es y la “espada más limpia de Europa” como le definió el Mariscal Petain volverá a brillar con la fuerza de las estrellas.  
 
   No soy historiador, siquiera un veterano soldado que se forjó en el culto al honor y en el amor a la patria conforme a las enseñanzas impartidas en los ejércitos fieles y leales al ejemplo de quien los lideró en la batalla y luego en la paz.  
 
   No soy historiador pero sí amante de la historia reciente de nuestra Patria y siendo muchísimas las biografías de la persona de Franco encontramos algunas vomitivas procedentes del odio y del rencor y otras aduladoras en exceso; sin embargo surgen ahora otras llenas de objetividad que comienzan a dar luz a la verdad histórica  sin paliativos. Estamos en la buena senda y es de esperar que en un mediato futuro las nuevas generaciones libres de complejos y ataduras comiencen a comprender la figura de un hombre que recogió una España destrozada y la colocó en el punto de partida para ser de nuevo una de las naciones más importantes del mundo.  
 
   Y como insisto que no soy autoridad alguna por no ser estudioso riguroso de la figura de Franco, tomo prestadas las opiniones escritas, clarividentes, de dos personalidades recientes de nuestra historia: las de Alfonso XIII y las de su hijo el Conde de Barcelona.  
 
   Curiosa, pero intencionada elección, ¿verdad?  
 
   Pero antes retomo la senda de los sentimientos y paso a extraer algunas citas de una carta que recibí algunos días posteriores al 20 de noviembre de 1975. Yo estaba por aquel entonces destinado en el otrora Sáhara español y la carta me la envió mi padre.  
 
   “En este día de dolor para España al haber perdido a nuestro Caudillo, escribo estas líneas en homenaje al hombre que lo fue todo para España y que dedicó toda su vida al servicio de la Patria. Los españoles de mi generación sabemos muy bien cuánto debe España a Francisco Franco. Desde derrotar al comunismo internacional, librando con ello a nuestra nación de caer bajo las garras marxistas, restaurando la cruz en las iglesias y escuelas, parar a Hitler en la frontera, desterrar la alpargata en el obrero y posibilitar la industrialización y modernización del país al que encontró pobre y desarrapado en 1939, nuestro Caudillo ha hecho más por España que ningún otro gobernante en nuestra historia“.  
 
   Sentidas palabras las de mi padre que me sirven para glosar de forma sucinta la figura de nuestro General.   Pero mi padre no era más que un leal soldado y por eso no quiero dejar  de plasmar la opinión de las personas antes citadas por su efecto en la historia, siquiera ocultadas las más de las veces en los últimos tiempos.  
 
   “Y ahora mi General, creyéndome autorizado para ello por haber sido Jefe nato de la Real y Militar Orden de San Fernando, permítame le exprese cuan dichoso me consideraría si, recogiendo el común sentir y justificado anhelo del glorioso Ejército de Tierra, Mar y Aire español y de todos los buenos compatriotas, viéramos sobre su pecho esa invicta y heroica condecoración jamás tan bien otorgada al Caudillo que tan brillantemente salvó a España y la lleva a la victoria. Y como final, faltando al protocolo, le envío hoy, como en otros tiempos, un fuerte abrazo.
De V.E. buen amigo
Alfonso XIII”  
 
   Y siguiendo en la misma línea no me resisto a transcribir las palabras escritas por Don Juan de Borbón en carta dirigida a Franco el 27 de septiembre de 1961:  
 
   “Tenía decidido que el primer español a quien yo otorgaría el Toisón habría de ser el Generalísimo Franco. Desearía que en este homenaje se acumulen los merecimientos de sus campañas de África, durante el reinado de mi padre, quien le expresó su amistad apadrinándole en su boda; los del General victorioso en una guerra que más que civil fue contra el comunismo internacional y finalmente nuestra gratitud…”  
 
   Hoy, cuarenta años después de la muerte de nuestro Generalísimo, España se encuentra de nuevo sumida en una encrucijada vital de su historia. No hay partidos que vertebren el sentir mayoritario de la gente sana de nuestro pueblo. Mientras que unos buscan directamente su destrucción sin ocultar sus intenciones, otros confundidos en su “europeismo” buscan la disolución de España en la Unión Europea con inusitado desprecio por nuestra esencia como nación.  
 
   Es ahora, una vez más, cuando se acrecienta la figura histórica de Franco y lo que significó para nuestra Patria.  
 
   Y termino recordando de nuevo a aquel teniente de 1974 cuando, ante nuestra bandera, juró respetar y obedecer a sus jefes… que en aquellos momentos era el Generalísimo Franco. Puse a Dios por testigo de aquel juramento y aún desde la atalaya de la edad veterana lo mantengo:    
 
A LAS ÓRDENES DE V. E. MI GENERAL
 

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