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Tal día como hoy, pero en 1961, Francisco Franco visita Córdoba dando un emotivo discurso desde el balcón del Ayuntamiento, y también visita la ciudad de Cabra, donde desde la Casa Consistorial dice lo siguiente:
Ante todo, mi saludo y gratitud por vuestro entusiasmo y vuestro afecto. He querido pararme en Cabra para saludaros y agradeceros los sacrificios hechos en nuestra Cruzada, la colaboración que disteis al Movimiento y los sacrificios que os impusisteis por vuestra adhesión desde el primer instante al Movimiento Nacional.
Sería estéril nuestro Movimiento si hubiera sido solamente un movimiento negativo, que nos liberara exclusivamente de aquella República que nos atenazaba y nos iba a precipitar en el caos comunista. No bastaba con suprimir aquello que nos destruía; había que poner en pie a España, había que cambiarla su rumbo, devolver a los españoles la confianza en sí mismos. Teníamos que volver a unimos para más grandes empresas, porque España fue grande cuando los españoles se sintieron solidarios, y entonces asombramos al mundo con sus empresas. Una de las mayores épocas fue la de haber dado vida a veinte naciones, cuidando con ello nuestro solar, que necesitó del esfuerzo, del trabajo duro de sus hombres para hacer subir los olivares hasta las cumbres de los montes.
Pero si en nuestro territorio la naturaleza no se nos mostró fácil, podemos, sin embargo, cambiarla, como habéis conseguido con vuestro trabajo. Mas para que esto no pase de esfuerzos individuales y se constituya una verdadera empresa, tiene que haber unidad, disciplina, orden; tiene que existir una técnica al servicio de la transformación social. Y esto es lo que el Movimiento Nacional consigue, poniendo la racionalización y la técnica al servicio de nuestro resurgimiento y de la justicia.
Para esta tarea, la primera preocupación fue la de salvar al hombre, amparar a la familia, asegurar el trabajo, elevarles el nivel de vida y que hubiera pan y trabajo para todos. Esto abarca dos etapas: la de la consolidación del progreso económico y la de la justicia distributiva; otra cosa sería matar la gallina, y lo interesante es multiplicar sus frutos. El complejo económico en que vive nuestra Nación es consecuencia de aportaciones y trabajos de las generaciones que nos precedieron. Hemos llegado a este modesto bienestar por las aportaciones colectivas e individuales anteriores. Y no se puede hacer tabla rasa de ese equilibrio que conseguimos. La situación económica no se puede destruir: se puede reformar progresiva y enérgicamente, imponiendo la justicia y acabando, a través de las leyes sociales, con esa lacra de los hombres que no tienen más que una parte del año jornal. Nosotros haremos que esos hombres tengan jornales todos los días.
Y esto se logrará a través de las previsiones del Estado, de los planes de desarrollo y de la solidaridad nacional, ayudado por las Cooperativas, los contratos colectivos de trabajo, la enseñanza profesional y técnica, que harán que todos los hombres tengan las mismas oportunidades: Así, elevando a los hombres y redimiéndoles de la ignorancia, podremos conseguir una España más justa, una España más grande y una España
más próspera.
¡Arriba España!